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lunes, 10 de mayo de 2021

CAPITULO 31 

Las cartas

 

….pero la reacción de Candy ante tal caricia no se hizo esperar, detuvo la mano del inglés y se turbo nerviosa y avergonzada

  • Por Dios Terry esto no debe suceder, no debió pasar – dice tratando de liberarse de sus fuertes brazos
  • Porque no, te deseo como no tengas una idea – susurra en su oído

Su piel se erizo – no Terry sal de aquí déjame por favor – le imploro la dama

  • No – dijo enfáticamente reflejándose en sus pupilas verdes – no se me da la gana de salir – dice mirándola penetrante y envolviéndola en sus brazos, besándola con descaro y mordiendo su labio inferior – te necesito – decía arrastrando sus palabras por el cuello – te necesito – repetía mientras cubría cada espacio con sus besos, Candy no podía controlar aquella chispa que se encendía en su interior “por Dios que está pasando” pensaba mientras se dejaba llevar sabiendo que sus suplicas habían sido ignoradas, el inglés se atrevió a liberar el botón superior de su uniforme dejando ver el encaje que decoraba su prenda intima y en medio caía la cadena con el dije de corazón que él le había regalado, la rubia se paralizo, él estaba absorto ante la visión que sus ojos miraban, nunca una piel tan blanca y suave había sido objeto de tanto deseo, otro botón mas estuvo a favor y sus ojos se llenaron de brillo mientras la rubia estaba inmóvil; sus miradas se cruzaron y Terry la envolvió en sus brazos – te amo tanto – susurro en su oído luego abotono de nuevo el uniforme; la rubia ayudo con el segundo botón sus manos rozaban, ella estaba asustada y el comprendió que había cruzado una línea prohibida, no podía deshonrar a la mujer que tanto amaba – perdóname – dijo mirándola a los ojos
  • No Terry, los dos fuimos participes de esto, yo …. – evidentemente estaba avergonzada por dejarlo llegar tan lejos
  • No te sientas culpable por favor – dice tomando su barbilla – no volverá a suceder algo así jamás
  • Dejemos las cosas así – repone ella – será mejor olvidar lo sucedido
  • Si tienes razón será mejor olvidar – dice el inglés recobrando la compostura – mañana quisiera verte antes de irme
  • Claro estaré por aquí – concede la rubia
  • Entonces hasta mañana – se despide y deja a Candy envuelta en un mundo de sentimientos, apenas cerró la puerta y ella se echo a llorar como una niña
  • ¿Cómo voy a olvidar Terry? – se preguntaba – cada encuentro que tenemos es mas difícil de olvidar y después de hoy ya no puedo olvidar, yo también te deseo – sollozaba mientras las imágenes de Susana y Terry cruzaban su mente

Terry salió al exterior del Hospital en el parque pudo desahogar toda su culpa, golpeo con fuerza una piedra que estaba en su camino y cerro sus puños en señal de coraje – cómo pudiste ser tan imbécil – decía el inglés – cómo pudiste atreverte a tanto con Candy, no dices que la amas, imbécil – decía – ella no se merece que la traten así aun si no me rechazo no tenía ningún derecho, ¿cómo olvidar esto?, no será nada fácil, debo arreglar toda mi vida y si ella me perdona por lo de Susana entonces solo entonces seremos felices, libres y sin fantasmas – ahí estaba hablando solo reprochándose, algunos minutos pasaron y regreso más calmado al Hospital, el Duque estaba despierto y desesperado

  • Hijo ¿dónde estabas? – pregunta ansioso
  • Perdón papá estaba caminando un poco – concede – creí que dormías
  • Desperté hace un momento, no podía dormir – dice frunciendo el ceño – Terry necesito hablar contigo
  • ¿A esta hora? – pregunta mirando su reloj
  • Si, no quiero que pase más tiempo debo contarte algo antes de llegar a Escocia – repone
  • ¿Es sobre Giraldi? – pregunta
  • No, nada de eso, es sobre la Duquesa – dice mirando el gesto que hacia el ingles
  • ¿Sobre su enfermedad? – pregunta con curiosidad
  • Hijo – dice tragando saliva – la Duquesa murió en Mayo tras librar una dura batalla con la enfermedad – dice con seriedad

Terry frunce el ceño sin comprender las palabras de su padre – En Mayo murió – repite

  • Si – responde con pesar – por ningún motivo quiero que lo sepa Eleonor – dice tomando su mano
  • Entiendo – dice el joven aun sorprendido, y claro que entendía porque el también estaba pasando por lo mismo – ¿y mis hermanos, como están, donde están? – inquiere con preocupación
  • Tranquilo hijo, ellos están bien – dice tranquilizándolo – El Conde Rosell está al cuidado de ellos además Richard tomo su posición como hijo mayor – dice con orgullo
  • Richard mi hermano – susurra – ¿Por qué no me lo dijiste antes?
  • Hijo muchos asuntos se cruzaron como para agobiarte con esta noticia, por eso quiero irme ya, necesito ver a mis hijos y protegerlos – repone agobiado
  • ¿Y cuando piensas decírselo a Eleonor? – pregunta con curiosidad
  • Por el momento así dejare las cosas, mas delante le contare – indica – hijo hay otra cosa – dice el caballero con seriedad
  • ¿Sucedió otra cosa? – inquiere
  • La Duquesa en su lecho de muerte, pidió a tus hermanos que la perdonaran por el mal trato dado a tu persona, por haberles dado una imagen falsa sobre ti y tu madre – traga saliva – también me dejo una carta dirigida a ti, en Escocia te la entregare – indicia
  • No la quiero – dice de inmediato con voz ronca
  • Yo te la daré y tú sabrás si la lees o la rompes o simplemente la dejas sin abrir – repone su padre
  • No me interesa nada que venga de ella – dice recordando los malos momentos que le hizo pasar la Duquesa
  • Ella se arrepintió de verdad – indica el Duque – pidió perdón por todo lo malo que hizo
  • No quiero hablar de ese asunto padre por favor – le pidió el inglés con sequedad
  • Está bien – repone – entonces mañana nos iremos – murmura pensativo
  • Si a primera hora iré con Frank por la orden de salida – dice más tranquilo – ahora duerme descansa lo necesitaras
  • Tu también hijo debes descansar – le dice con cariño
  • Si también dormiré – dice mientras lo cubre con una manta, luego vuelve al pequeño sofá y se acomoda tratando de dormir un poco.

 

Por la mañana antes de que el sol saliera, el inglés había despertado o más bien no había podido dormir mucho debido a todo lo sucedido el día anterior, trataba de acomodar las pocas prendas que traía consigo en una maleta, en ese momento la puerta se abrió y grata fue su sorpresa al ver quien entraba por ella – Perdón, pero quisiera despedirme del Duque antes que se vayan, pero… no quisiera que me viera – agrega

  • Adelante – dice emocionado de verla nuevamente – el duerme aun, puedes estar un momento con él, los dejare solos – dice mirándola a los ojos y sale de la habitación

Candy se aproxima a la cama, donde al parecer aun dormía el Duque

  • Me da tanto gusto saber que ya está fuera de peligro y que pronto volverá a casa – murmura en voz casi inaudible – luego mira todo lo que escasamente había en la habitación, sobre el biombo un traje sencillo pero elegante, esperando a ser usado por el Duque, la maleta a medio terminar y sobre el sofá un pañuelo que reconoció con facilidad, sonrió al verlo, el Sr. Grandchester poco a poco despertaba sin que la rubia pudiera sospecharlo.

En otra parte del Hospital Terry terminaba de hacer los arreglos para trasladarse al puerto de Calais, mientras que Frank también terminaba de firmar la orden de alta del Sr. Grandchester, decidió ir a ver como había amanecido su paciente, pero en la habitación mientras la rubia charlaba con el Duque en voz muy baja, escucho una voz que la sorprendió por completo – Que gusto verte nuevamente jovencita

Su corazón se paralizo y empezó a temblar – ¿Está usted despierto? – pregunto

  • Desde hace un momento pero no quise distraerte de tu amena platica – murmura mirándola fijamente
  • Yo eh … no quise despertarlo – dice apenada – solo vine porque me quería despedir de usted – dice casi sin aliento y mirando nerviosamente la puerta
  • ¿Pero porque nunca viniste a verme? – pregunta con curiosidad – te vi hace unos días en el jardín pero no me era casi imposible imaginar que estuvieras aquí, varias veces le pregunte a Terry por ti y no me supo decir nada, ¿Qué es lo que sucede? – pregunta sin entender lo que sucedía, pero afuera de la habitación Frank estaba por abrir la puerta cuando Terry alcanza a verlo desde el pasillo, en vano fue correr ya que el rubio entro cuando el inglés había logrado alcanzarlo, dentro Candy se sorprendió aun mas de ver como ambos caballeros entraban y más aun con la mirada nerviosa de Terry que observaba a su padre queriendo adivinar lo que había sucedido mientras estaba con Candy
  • Buenos días Sr. Grandchester, Terry – saluda ignorando lo que pasaba – ¿listo para volver a Escocia? – pregunta sonriendo
  • Buenos días Frank, ya estoy listo y ansioso por volver – repone en Duque

Candy ni siquiera pudo responder al saludo de Frank – Candy en mi consultorio está el expediente podrías llevar a Terry para que firme – ordena el galeno

  • Si – contesta en un resoplo – vamos – le indica al inglés que tampoco dijo nada, ambos salieron de la habitación con un nudo en el estómago, mientras el Sr. Grandchester miro como ambos salían y un sentimiento de emoción lo invadió
  • ¿No hacen una hermosa pareja? – pregunta al quedarse a solas con Frank
  • ¿Cómo? – pregunta desconcertado
  • Si Candy y Terry que son el uno para el otro siempre lo supe y ahora que los veo de nuevo juntos no me cabe la menor duda que nacieron para estar juntos – dice con anhelo

Frank sintió un balde de agua helada caer por su cuerpo – ¿De nuevo? – pregunta

  • Bueno tal vez no lo sepas pero ellos se conocieron en Londres en el colegio y se reencontraron en América, Terry no me ha querido platicar nada sobre Susana, pero solo espero que sus asuntos se solucionen y pueda ser feliz con Candy – repone
  • ¿Así que ellos….? – pregunta
  • Se aman – lo interrumpe el Duque – el amor más puro del que he sido testigo – afirma
  • Bien – aclara la garganta el galeno tratando de ahogar el lamento que salía de su alma – me da gusto verlo tan animado, vine a despedirme y espero verlo pronto, saludos para sus hijos y la Duquesa – dice el galeno dando por terminada su visita
  • La Duquesa – repite – Gracias por todo hijo, me saludas a tu padre cuando lo veas
  • Así lo hare, con permiso – dice Frank y se retira del lugar, en el camino al consultorio mil cosas venían a su mente, ahora entendía todos aquellos sucesos que lo habían hecho sospechar que Terry tenía un interés especial en Candy, todo tenía sentido, sus miradas, su nerviosismo casi obvio, era por eso; tratando de ocultar una verdad a todas luces, se sentía engañado pero más que nada un imbécil al tratar de enamorar a una dama que ya había entregado su corazón a alguien más, cuando llego al consultorio ya no estaba ninguno de los dos, sobre el escritorio estaban firmados los documentos, un sentimiento de celos lo invadió al pensar que estaban juntos en alguna parte del Hospital, pero ellos no sabían hasta donde había llegado la conversación con el Sr. Grandchester, en los jardines hablaban sobre todo lo sucedido
  • No debí ir a visitar a tu padre, fue un gran error – se lamentaba la rubia caminando de un lado a otro
  • Tal vez ni siquiera hablaron de nosotros – repone el inglés tomando su mano

Candy la retira de inmediato – No deberían haber sucedido así las cosas – dice con tristeza

  • Lo siento, yo he sido culpable de todo – dice
  • Debí decirle todo en Nueva York, cuando supe que era Susana a quien iba a operar, ¿que estará pensando en este momento? – decía perdiendo su mirada en el jardín
  • ¿Tanto te preocupa lo que piense? – pregunta
  • Terry no es el momento de una escena – dice mortificada la dama
  • Lo sé, lo siento – se disculpa de inmediato – Frank también es mi amigo, hablare con él antes de irme, le daré una explicación
  • No – dice de inmediato – será mejor que se vayan yo hablare con él, se que a mí me entenderá
  • Si claro – murmura – entonces será mejor irnos
  • Si – más calmada – Terry – se acerca a él – que tengan un buen viaje – dice mirándolo a los ojos
  • Gracias por todo Candy – dice tomando su mano y dando un profundo beso
  • Bien hay que irnos de aquí – dice un poco nerviosa, ambos se alejan del jardín y toman su camino, Frank se encontraba en el consultorio donde esperaba impaciente a Candy para hablar, apenas se abrió la puerta y su corazón se acelero, la miró impasible queriendo penetrar en sus pensamientos, la rubia bajo su mirada con vergüenza – Frank te debo una explicación – dijo con miedo
  • Eso estoy esperando Candy – dice con nervios – ¿que fue todo eso de ti y de Terry?
  • Te conto el Duque ¿no es así? – inquiere
  • Si que se conocieron en Londres, el mismo colegio, que se encontraron en América, pero lo último no lo entiendo aun, ¿qué sucedió con Susana? – pregunta – ¿por qué no me lo dijiste cuando supiste que Terry era el amigo de quien tanto te conté?
  • Lo supe el mismo día de la operación de Susana, creí que después de eso no volvería a ver a Terry es por eso decidí no decirte nada – explica – jamás imagine que el destino nos trajera al mismo lugar, las cosas se salieron de mis manos y no supe cómo decirte todo, pero entre Terry y yo es obvio que nada puede ser posible – dice con sus ojos vidriosos

Frank escuchaba y casi podía entender el dolor de la rubia – ¿es por Susana que se separaron? – pregunta

Candy asiente con la cabeza – quiero que me disculpes por todo – dice la dama

El galeno recordó las palabras de su padre “ si no te ama aléjate con dignidad” , sentía un dolor en su pecho al ver la cruel realidad – no tengo nada que disculparte – repone con serenidad

  • De haberlo sabido que tú eras amigo de Terry yo… – no pudo terminar cuando Frank la interrumpió
  • Terry seguirá siendo mi amigo, nunca nadie borrara nuestros recuerdos, pero ahora Candy entenderás que lo mejor será que tu vayas a Escocia como te lo había comentado ya, esto me ayuda a tomar mejor la decisión de que te quedes en Europa

La rubia entendía, Escocia era una puerta para calmar la situación – Esta bien iré a Escocia, solo debo mandar cartas a América – dice sin remedio

  • He mandado una carta a mi tía Esther, solo espero su respuesta para preparar todo e irnos – indica el joven

Candy asiente con la cabeza y echa un paso atrás para salir del consultorio – Gracias Frank – dice aliviada, camino a la puerta pero un impulso de agradecimiento le hizo volver hacia el galeno y agradecerle con un abrazo, gesto que estremeció al joven, pero afuera antes de partir Terry había salido en busca de la rubia, la puerta del consultorio estaba entreabierta, al llegar no pudo evitar mirar la escena, no podía soportar a Candy en brazos de alguien más aun si era Frank, cruzaron mil pensamientos por su cabeza, los celos afloraban como espuma, acaso había pasado algo entre ellos en el tiempo que transcurrió, que estaba sucediendo, pero no se quedo para averiguarlo, se echó un paso atrás y volvió donde se encontraba su padre, con zancadas largas y bruscas tomo el equipaje – es momento de partir – dijo mirando al teniente Neville quien estaba despidiendo al Duque

  • Bien pues espero noticias de usted teniente – dice el caballero
  • Claro Sr. Grandchester, los escoltaran hasta la estación – indica
  • Bien nos vemos – dice secamente el inglés apresurándose a salir del Hospital

En el interior Frank salía de su sorpresa – Candy puedo entender que no me contaras por miedo a que me enojara, pero no debes pensar que todos reaccionamos de esa forma – dice dulcemente

  • Lo entiendo Frank, ahora si me lo permites me voy a terminar mi trabajo – dice con timidez
  • Adelante Candy – dice mirándola salir

Candy corrió hacia la recepción pero llego muy tarde, la enfermera encargada le indico que hacía unos minutos se habían ido Terry y su padre, tristemente salió afuera para ver si acaso podría ver el coche, pero ya no había nadie afuera, la misma gente que iba y venía, heridos y soldados que entraban y salían del Hospital, ahí se quedo con un nudo en la garganta, tomando con fuerza aquel dije como si quisiera que él le hablara.

 

Durante el recorrido a la estación Terry no dijo una sola palabra, por su parte el Duque platicaba de todo y de nada tratando de involucrar a su hijo pero fue en vano el simplemente permanecía mirando al exterior, al llegar una personas lo escoltaron hasta el vagón donde un par de hombres abordaban con ellos, padre e hijo tomaron asiento y tan pronto abordaron todos los pasajeros el tren emprendió su marcha – Es extraño que no vi mas a Candy pensé que iría a despedirse – dice tratando de indagar

  • Tal vez se ocupo – dijo secamente
  • Es una buena chica, quien pensaría que llegaría a ser toda una doctora, la misma chiquilla que trepo sobre mi carruaje en Londres para evitar que te mandara a buscar – agrega sonriendo
  • Eso no lo sabía – dice con curiosidad
  • No tenias porque, sucedió cuando te marchaste me persuadió y entendí – dijo el caballero

Una sensación de alegría sintió al saberlo, entonces entendió lo que le había contado el Conde Rosell – la escuchaste a ella y no a mi – dijo con ironía

  • No es como piensas, estaba ciego entonces y solo espero que me puedas perdonar un día – dijo su padre

Terry lo último que quería era discutir – será mejor no hablar del tema – dijo – quiero leer el informe que te dio el Teniente Neville

  • Claro lo sacare de la maleta – dice poniéndose de pie para buscar los documentos

Terry trato de distraerse olvidando el tema sobre Candy aunque en el fondo era mucha su curiosidad por saber sobre esa anécdota “ trepaste en el carruaje pecosa” pensó y sonrió “nunca dejaras de ser una mona pecosa” repetía en sus pensamientos y así pudo olvidar un poco aquella escena y pensar que solo fue un gesto de amistad entre ambos.

 

En otra parte de Europa, en Escocia una dama terminaba de leer una carta, su sobrino le pedía que alojara a una enfermera para que se hiciera cargo de ella, fruncía el ceño al saber que no era más que un favor – pues no me siento tan mal – murmura la dama, el sonido de la campana de la puerta principal la distrajo de su lectura, alzo la vista y observo un joven que era acompañado por su mozo, sonrió al reconocerlo, su sirvienta abrió la puerta y de inmediato anunciaba su visita

  • Es Jean Paul – dice la mujer – ¡una gran sorpresa no! – expresa con gusto
  • Si Lia, quien lo diría – dice mirando la carta – Frank y Jean Paul están bajo el mismo techo – dice sonriendo
  • Solo en sentido figurado, tal vez un día Dios nos de la alegría ¿no Esther? – dice la sirvienta
  • Si Lia – dice poniéndose de pie – puedes llevarnos el té a la salita por favor
  • De inmediato – consiente la sirvienta

La dama camino hasta la sala de estar donde el joven de cabello castaño la esperaba – Hijo que gusto tenerte aquí – dice estrechando su mano al tiempo que él la alzaba para depositar un beso

  • Mi padre me dio tu recado Esther – indica el joven
  • Debo decir que me has tenido muy abandonada últimamente, antes venias con más frecuencia a visitarme
  • Es difícil con el ambiente que hay en los alrededores, ya sabes lo que dicen sobre los Giraldi, mi padre me ha hecho acompañar por mi amigo Eron, quien es ahora mi sombra – dice indicando al joven que se había quedado afuera
  • Pero es sobre tu abuelo solamente ¿por qué les afecta a ustedes?, hace tanto que no viven con el – agrega
  • Es contra la familia – explica el joven – hace unas semanas asistíamos a unas carreras de caballos, antes de llegar fuimos agredidos con piedras, el chofer recibió un par de ellas y quedo herido, desde entonces mi padre me pide cuenta de los lugares a donde salgo
  • Pero que gente tan insensata – exclama con pesar – siento mucho por lo que están pasando, yo los conozco y sé que no tienen nada que ver en todo esto – dice tomando su mano con cariño
  • Lo sé siempre has sido como una….- el joven no termino la frase pero desde la muerte de su madre Esther O’Connel había recibido todo el cariño que una madre podría dar – una gran amiga a quien estimo muchísimo a pesar de las diferencias entre familias
  • Y sabes que es reciproco – dice la dama mientras la sirvienta vertía el liquido en las tazas – gracias Lia puedes retirarte – le indica a la mujer
  • Tu también crees que mi abuelo estuvo involucrado en el ataque a los miembros de la cámara de lores en Francia – pregunto con curiosidad
  • Jean Paul, sabemos que tu abuelo no es una muy buena persona – explica – pero todo parece indicar que si
  • Pero no podría creer que él sea capaz de tal cosa – dice incrédulo
  • Lo dices porque ignoras muchas cosas de el – dice la dama – pero es mejor no hablar del tema – dice sonriendo – porque no tocas algo para mi sabes bien que es mi debilidad, desde que no vienes ese piano permanece en silencio
  • Claro que si, tocare para ti – dice con cariño acercándose al hermoso piano de una ala en color blanco, toma asiento y comienza a tocar una bella melodía de Liszt (Romance)

https://www.youtube.com/watch?v=3WereFdCsII

 

Mientras escuchaba las bellas notas no pudo evitar comprara a Frank y Jean Paul, ambos eran de corazón noble, el uno apasionado por las rosas y la medicina y el otro con el arte y la naturaleza, no podía entender como el destino los había separado de esa manera, Frank creció al cobijo del cariño de sus padres y Jean Paul solo al cuidado de su padre quien no era muy expresivo, además con el mal recuerdo de ver a su madre morir, se lamentaba en silencio, sus ojos azules eran iguales a los de Frank, pero su cabello castaño y alborotado era como su personalidad, libre como el aire, el rubio era más serio y formal, sacudía su cabeza al pensar en ellos algún día podrían conocerse, quererse como lo que realmente eran hermanos. Al terminar la pieza agradeció con dulces palabras – Admiro tu sensibilidad – dice la dama – tocas de una forma única hijo

  • Gracias es algo que disfruto mucho – indica el joven
  • ¿Has pensado seriamente en estudiar música? – pregunta
  • A mí me encanta la arquitectura, la música es solo un pasatiempo que me distrae de todo lo que pasa alrededor
  • Lissandro me conto que tienes varios diseños de jardines, eso es muy extraordinario – agrega la dama
  • Si bueno, es uno de mis sueños diseñar un hermoso jardín para el castillo real, no creo que pueda suceder, menos con los últimos problemas
  • No dejes de soñar, un día podría ser porque no – concede
  • Ho no, yo lo sé es imposible, pero cuéntame que te has hecho todo este tiempo, parece que cada día rejuvences, ahora comprendo a mi padre
  • Pero porque dices eso, que es lo que tendrías que comprender – dice con grandes ojos
  • Yo se que está enamorado de ti y no sé desde cuando, soy consciente de todo ya no soy un niño – dice alzando las cejas

Esther se sonrojaba – Jean Paul no digas tonterías – dice la dama nerviosa

  • Está bien solo quiero decirte que por mí no hay inconveniente – dice poniéndose de pie – ahora me tengo que retirar – indica el joven – ha sido un placer saludarte, procurare venir con más frecuencia si así tu me lo permites
  • Claro sabes que eres bienvenido, además me gustaría que la próxima vez me leyeras un poco, tengo un libro de Victor Hugo que me encantaría escucharte leer – dice la dama acompañándolo hacia la puerta principal
  • De acuerdo entonces es una promesa – dice el joven tomando la mano y depositando un beso, luego se retira con todo su porte de caballero haciéndose acompañar de su mozo quien de inmediato lo abordo para salir de la propiedad

Esther regresaba a la salita y tomaba nuevamente la carta para contestar esa misma tarde, la sirvienta recogía las tazas cuando puso la que había usado Jean Paul en la charola se sorprendió angustiada – Vienen tiempos malos – indica la mujer

La dama alzo la vista – ¿de qué hablas Lia? – pregunta con curiosidad

  • No pude evitar leer el té, pero se avecinan tiempos difíciles para Jean Paul, no lo veo con mucha claridad – explica – pero habrá mucho sufrimiento a su alrededor, además que una mujer estará muy cerca de él, el cree que se enamorara de ella, pero no está claro , es borrosa la imagen de ella – continua diciendo
  • Lia, no me gusta mucho que leas el té, sabes bien que me pones de nervios – dice la dama observándola con recelo
  • Lo siento no pude evitarlo – se excusa – pero desde que llego percibí algo, ahora lo entiendo
  • Mira recoge todo eso mejor, yo iré al estudio quiero contestarle a Frank – indica la dama
  • Claro y… ¿entonces tendremos huéspedes? – pregunta
  • Todo indica que si – concede – por lo que me cuenta Frank la chica es muy responsable y de buen corazón, esperemos que así sea – dice retirándose al estudio

La criada se lleva las tazas y se queda un poco angustiada, también observa la taza que uso Esther, había un poco de liquido así que desocupo la taza y observo – parece que todo está bien contigo Esther, veo aquí un problema con Lissandro pero creo que se solucionara todo – dice para sí, luego vuelve a sus quehaceres.

 

Cerca de ahí en la Villa de los Rosell Daniel charlaba con Richard, Margaret y sus padres sobre la fatídica experiencia que había pasado conociendo a Terruce, su hermano no se sorprendía sobre todo lo que contaba Daniel sabía bien todo lo que encerraba su vida, la había seguido por medio de los periódicos y por comentarios que hacia su padre, pero también sabía que su difunta madre había contribuido con ese rencor a la vida que sentía el inglés, pero ahora sería diferente de eso estaba seguro, Daniel continuaba con su plática … – esa vez casi me golpea tan solo por haber invitado a salir a…- se quedo en silencio recordando que su padre había creado una historia alrededor de Candy – bueno con una chica – termino diciendo aunque los ojos de su padre casi lo traspasaron

  • Entonces esa chica no debió ser tan buena ya que provoco la enemistad entre ustedes siendo que nuestras familias se estiman – agrega el padre
  • Siempre ha sido así Terruce – dice Richard disculpando un poco la conducta de su hermano – pero en el fondo Terruce es bueno
  • Solo espero no cruzarme mucho con él cuando regrese – concede el rubio
  • Lo dudo ya que tenemos negocios en común, así que te ruego guardar la compostura cuando se encuentren – le advierte el caballero
  • Si padre – dice entre dientes – a propósito ¿cuando regresan? – pregunta
  • Probablemente lleguen mañana – dice el joven lanzando una mirada a la joven que no decía nada pero escuchaba con atención
  • Estas muy seria hija – dice el Conde – acaso te comieron la lengua los ratones
  • No nada de eso – dice – solo que pensaba en cosas sin importancia – dice mirando a su hermano sabiendo que aquella chica de quien hablaba era una parte importante no solo en la vida de Daniel y más que nada quería saber ese secreto que guardaba su hermano
  • Bien pues yo me retiro, tengo que mandar preparar las habitaciones para mi padre y mi hermano, además voy a preparar un reporte de todo lo sucedido en la cámara durante el tiempo que estuvo mi padre ausente, para que esté al tanto – dice el joven de cabello castaño
  • Richard si no es incomodo para ti me gustaría acompañarte a ti y a tu mozo mañana para recibir al Duque – dice el caballero encaminándolo hasta la puerta seguido de sus hijos
  • Por su puesto no es problema, pasare por usted a las ocho de la mañana – dice el joven caminando hacia las afueras de la casa
  • Entonces hasta mañana – se despide
  • Hasta mañana señor, Hasta mañana Margaret, Daniel – dice haciendo una reverencia a la joven dama quien corresponde con una dulce sonrisa

Una vez que vuelven adentro el Conde Rosell pide nuevamente a su hijo compostura ante el hijo del Duque, quien a regañadientes asiente sin remedio, Margaret había estado muy distraída desde la plática con Daniel, pero sabía que era cuestión de tiempo para entender lo que pasaba.

 

En Chicago la situación de la Gripe Española se estabilizaba, al menos buena parte de la población sabia los síntomas y aunque la gente seguía muriendo había medicamentos que ayudaron a aliviar a buen número de pacientes, y así había sucedido con Laila Connor tras cinco semanas en el hospital por fin salió para reanudar su trabajo, le fueron entregadas las pocas pertenencias que llevaba consigo el día que llego al hospital entre ellas la tan preciada carta que no permitió a John que enviara, quería asegurarse que llegara a su destino y la única forma era enviándola ella misma, antes de salir quiso averiguar donde vivía Paty para agradecer personalmente su ayuda cuando se desmayó en la calle – Quisiera saber donde vive Paty O’Brien quiero agradecerle lo que hizo por mí, ¿donde la puedo encontrar? – inquiere la joven

  • En una semana podrá verla – dice el doctor – ella aun esta en cuarentena
  • Entiendo – dice la joven algo desilusionada
  • Paty está en el Hogar de Pony es un Orfanato que está en….- la joven lo interrumpe sorprendida
  • Si lo sé el Hogar de Pony se donde es– sonríe
  • Entonces le pido que si la visita la haga en una semana – dice el joven sorprendido por la reacción de aquella dama
  • Bien entonces muchas gracias, debo irme – dice la dama tomando sus cosas y saliendo a toda prisa de aquel lugar, rápidamente camino hasta la Oficina postal y dejo aquella carta, un mes de retraso era demasiado pero ya tenía muchas más esperanzas todo parecía estar ahora a su favor.

En el Hospital John continuo con su labor después de despedir a aquella joven cuando de pronto llega Shanon aquella joven exuberante que ya había ido antes a buscar al galeno pero esta vez la situación fue tan diferente – ayuda por favor – decía

  • De inmediato John corrió a su encuentro – ¿pero que sucede? – pregunta al ver a la pelirroja
  • John no sé qué le pasa llegue esta mañana y la encontré así – dice angustiad, Wendy estaba ardiendo en fiebre y con los labios morados, al escuchar John tuvo un mal presentimiento
  • una camilla – grita de inmediato – está muy mal – dice revisándola
  • John por favor sálvala – implora la rubia
  • Hare lo que esté en mis manos – dice el joven llevándola a una sala aislada en donde de inmediato le suministro los medicamentos, sin embargo el estado en que iba la pelirroja no daba muchas esperanzas para que se salvara, largos minutos pasaron cuando el galeno volvía para avisar a su amiga sobre la situación
  • ¿Cómo está? – pregunta apenas lo miro
  • Mal – dice con angustia – cuanto tiempo lleva así, porque no vino antes – la interroga
  • Yo no estuve ayer en casa, apenas esta mañana llegue y la encontré así – explica
  • Paso mucho tiempo sin medicamentos – dice – si pasa esta noche habrá esperanzas

La joven se lleva la mano a la boca tratando de ahogar un sollozo – fue mi culpa no debí dejarla sola – se lamenta

  • Shanon, han tomado sus precauciones ¿cierto?
  • Por su puesto, hemos usado cubre boca además que yo recuerde Wendy no ha tenido contacto con nadie en una semana, solo con… – su corazón se acelero al pensar en el Sr. McCarney
  • ¿Con quién? – pregunta ansioso y en ese momento Sara llegaba al encuentro de ambos
  • El Sr. McCarney estuvo la semana pasada por la casa – dijo

Sara al escuchar se alarmo – Perdón por mi intromisión pero el murió hace unos días, llego muy mal, al parecer no se atendió – dice la joven

John mueve la cabeza lamentándose – como pudo pasar por alto los síntomas – inquiere

  • ¿Wendy va a morir? – pregunta la joven – es mi culpa todo, yo le dije que ella lo atendiera ese día – dice entre sollozos
  • No es culpa de nadie – dice Sara – muchos han enfermado, además ella está recibiendo tratamiento y no dejaremos de administrarlo hasta ver que reaccione – asegura la doctora
  • Así es Shanon – dice el galeno tranquilizándola – si vas a quedarte será mejor que vayas a la sala de espera, cualquier cosa yo te avisare – agrega el joven – ahora tengo que irme las dejo – dice y se retira con su semblante entristecido ya que conocía bien a la pelirroja
  • Gracias – dice en un resoplo la joven
  • Ven te acompaño – le indica Sara
  • Gracias – la joven aun en medio de la adversidad pensaba en el joven doctor que le aceleraba el pulso – esta diferente – murmura mientras caminan
  • ¿Quién? – pregunta la morena
  • John esta diferente – dice alzando la vista
  • Ha madurado eso es todo – dice Sara
  • Entiendo – luego entran en aquel lugar lleno de gente a reventar
  • Bien pues aquí es, te aconsejo que vayas a descansar a tu casa cuando sientas la necesidad, pueden pasar horas y días – indica la doctora
  • Gracias Sara por todo – dice y se queda mirando a su alrededor aquella escena, gente llorando, otros desesperados, pidiendo información era casi un manicomio, pero ahí se quedo.

John preparaba su maletín para ir al Orfanato; el ver a Shanon le hizo tener una necesidad más grande por ver a Paty, quería saber que estaba bien y que pronto podría hacer su vida normal, pero un también recordó que en su delirio Paty repetía el nombre de Stear, era un poco desalentador pero no podía darse el lujo de titubear.

Al llegar miro gratamente al pequeño Alfred quien jugaba en la pradera junto con sus demás amiguitos, estaba completamente recuperado, adentro la Srita. Pony ayudaba a la abuela Martha a preparar galletas, mientras Paty se encontraba ya descansando en una habitación, apenas llego John y lo pasaron de inmediato con la joven maestra, entre miradas de complicidad entre ambas ancianas volvieron a sus ocupaciones dejando a los jóvenes a solas

  • ¿Cómo te sientes hoy? – pregunta con una gran sonrisa
  • Mucho mejor, como nueva y con ganas de salir de esta habitación – responde ansiosa
  • Solo cuatro días mas Paty y podrás hacer lo que gustes, pero debes prometer que vas a tomar precauciones una recaída podría ser peor – advierte
  • Claro me cuidare – dice mucho más tranquila – ¿y mi libro? – pregunta con curiosidad
  • Aquí lo tengo – dice el joven hurgando en su maletín – espero que sea de tu agrado
  • Florence Nightingale – susurra con sorpresa – el libro se titulaba Suggestions for thought for searchers after religious truth (Sugerencias para el pensamiento de los investigadores después de la verdad religiosa) de1851 y en la primer pagina un fragmento de uno de los capítulos “Las mujeres anhelan una educación que les enseñe a enseñar, que les enseñe las reglas de la mente humana y cómo aplicarlas.” Razón por la que la joven maestra se emociono aun mas – significa mucho para mí este libro – dice la joven
  • Lo sé es por eso que te lo estoy dando – dice complacido al ver a la alegría en el rostro de Paty
  • Entonces creo que estaré estos días aquí con gusto – sonríe

Así paso unas horas el joven en compañía de la maestra olvidando la agobiada vida del Hospital, la abuela Martha entendía bien los sentimientos de John y también los de Paty sin embargo la joven maestra con su timidez no podría expresarlos, pero ella recordaba lo que entre sueños le dijo el joven y tenía la esperanza de que él un día le dijera lo que sentía por ella.

 

En Francia Candy volvía a sus labores, por la tarde aprovecho para visitar a su amiga Flammy quien había mejorado notoriamente al igual que su ánimo y su carácter, el Doctor Girard la visitaba diariamente y al parecer a la morena eso la tenía más que contenta. Al ver a Candy noto que algo le sucedía a la rubia

  • No te ves muy contenta ¿pasa algo Candy? – pregunta con curiosidad
  • Flammy a ti si te puedo contar – dice la joven afligida – es sobre Terry – y comienza a contar todo lo sucedido con Terry y Frank, y más aun con la partida del inglés de quien no pudo despedirse
  • Cuanto lo siento, seguramente tuvieron que irse de inmediato – asegura la morena
  • Si eso debió suceder
  • Todo lo que pasa es lo mejor Candy – dice consolándola – solo mírame a mi – dice sonriendo – ahora ya no guardas más secretos con Frank y lo mejor es que él supo entender la situación
  • Aun así Susana siempre estará – dice con tristeza
  • Animo amiga no dices que mientras haya vida hay esperanza – le dice animándola
  • Gracias, ahora cuéntame sobre ti y el Doctor Girard, se que te ha estado visitando últimamente
  • Ho Candy, pues somos amigos y eso me gusta – dice muy contenta
  • Me alegro mucho, te mereces ser muy feliz
  • Veremos qué pasa – agrega la dama

Así permanecieron por un momento más platicando sobre el rumbo de sus vidas, las dos jóvenes habían encontrado una en la otra un gran apoyo pero sobre todo una sincera amistad.

 

Al siguiente día un tren llegaba a Londres, eran más de las nueve de la mañana, el joven Grandchester caminaba de un lado a otro en espera de su padre y su hermano, el Conde Rosell por su parte permanecía sentado, apenas anunciaron la llegada del tren y se apresuraron para recibirlos, a lo lejos los distinguieron; Terry cargaba las valijas y su padre a lado caminaba lentamente cuidando no hacer esfuerzos, Richard emocionado corrió al encuentro del Duque – ¡¡Papá!! – grito al verlo

  • Hijo pero que gusto – dice su padre estrechándolo en sus brazos aunque un quejido del caballero los alarmó
  • Perdón ¿te lastimé? – pregunta preocupado
  • Fue algo leve hijo no te preocupes – dice tranquilizándolo, luego se dirige a su hermano que los miraba entretenido
  • Terruce – dice el joven – bienvenido a Londres – dice con timidez
  • Hermano – dice emocionado – ¿no me das un abrazo a mi también? – agrega
  • Claro – repone de inmediato dando un fuerte abrazo
  • Qué bueno que están de regreso – agrega el Conde saludando al Duque
  • Gracias Edward por haber acompañado a mi hijo
  • Es un gusto no podría hacer menos – dice con gusto
  • Vamos el coche nos espera – dice Richard – mis hermanos estaban ansiosos por venir pero no me pareció prudente que salieran – dice el joven mientras caminan hacia el vehiculo
  • Bien hecho hijo – dice con orgullo
  • Por lo que veo te has convertido en el hombre de la familia – dice Terry
  • Alguien tenía que hacerlo no Terruce – repone el joven
  • Si me da mucho gusto – agrega el inglés

Todos se trasladaron a la Villa Grandchester donde descansarían ese día, luego viajarían a la nueva propiedad para permanecer algunos meses ocultos, no estaba lejos de ahí pero nadie sabía que existía por lo que era un lugar seguro para la familia. En la casa de los Rosell Daniel había subido al ático para estar a solas un momento, estaba frente a la pintura de su abuela contemplándola detenidamente – son tan parecidas – murmuro, pero los gritos de su hermana Margaret lo sacaron de sus pensamientos

  • ¿Daniel que haces aquí? – pregunta la joven
  • Nada solo estaba mirando esta pintura – dice señalando el cuadro – nunca la conocimos – agrega
  • Ni siquiera habíamos nacido – dice la joven – Daniel, estas muy diferente desde que volviste a veces extraño que ya no me molestes
  • En algún momento tenía que madurar ¿no?
  • Claro si tu lo dices – dice algo desanimada
  • ¿Y ese anillo? – pregunta mirando la mano de la dama
  • Oh – dice con sorpresa – me lo dio Richard – repone
  • Es de ….. – Margaret lo interrumpe de inmediato
  • Es de promesa de matrimonio – dice ella
  • No sabía que se daban anillos de promesa de matrimonio – agrega el joven – ¿mis papas ya lo saben? – inquiere
  • Aun no, pero lo estoy usando porque saldré con Richard, mañana se marchan y no lo veré por algún tiempo – dice un poco triste
  • Ya entiendo – dice acercándose a ella para abrazarla – el tiempo vuela hermanita ya lo veras
  • Si por su puesto, ya deben haber llegado no iras a saludar al Duque
  • No por el momento no – responde enfáticamente
  • Bien voy con mamá – dice la joven dejando a Daniel nuevamente a solas

 

Cerca de ahí en el Castillo Giraldi una dama terminaba de acomodar toda su ropa en un gran armario, había elegido una hermosa habitación, llamaron a su puerta en dos ocasiones y luego se abrió el Conde Giraldi entraba – Fanny ¿todo está bien, no necesitas alguna otra cosa? – pregunta

  • Todo está perfecto abuelo, muchas gracias por recibirme en tu casa – dice con aparente alegría
  • Sabes bien que no necesitas invitación, puedes quedarte el tiempo que lo desees – agrega el anciano
  • La verdad es que no me entendía ya con Jean Paul siempre estábamos discutiendo – dice la joven
  • Mi nieto es un caso especial, su padre lo ha consentido demasiado – dice secamente
  • Bien si no te molesta quisiera ir con la modista por la tarde
  • Claro hija, pide lo que necesites y que lo carguen a mi cuenta – dice el anciano – te dejo para que termines – agrega
  • Gracias – dice Fanny y se dispone a arreglarse un poco antes de salir a la calle.

Varios días pasaron, algunas cartas llegaban a su destino y otras solo se quedaban en el camino, en Chicago Albert, la Srita. Pony y Paty recibían noticias de su tan querida Candy, que aunque no era lo que esperaban les tranquilizaba saber que pronto estaría en un lugar seguro y podría servirle a la rubia como distracción. Frank también recibía respuesta de su tía Esther dando su consentimiento para recibir a su enfermera, aun si no estaba muy de acuerdo en llevarla tan cerca del Conde Giraldi.

Sin embargo en la Oficina postal de Londres el encargado ordenaba las cartas para entregarlas, al ver una en particular que venía de América la aparto y la puso en su bolsillo, después de entregar todas las cartas se dirigió al Castillo donde lo recibió el Conde Giraldi, tomo la carta casi arrebatándola de las manos del hombre – Ten – le dice aventándole una bolsa con monedas – un tanto así por cada carta que me entregues – indica el anciano

  • Como usted diga amo – dice el hombre – con permiso – y se retira

El anciano tomo la carta entre sus manos y la abre con cuidado, saca el contenido y comienza a leer, conforme la leía una mueca se dibujaba en su rostro, no era mucha la información pero lo que leyó lo puso de muy buen humor – El Hogar de Pony, tenemos que mandar algunas visitas a ese lugar – dice de manera maliciosa y lanzando una carcajada que se escucho hasta el túnel bajo el castillo. Alguien que se encontraba en una celda se estremeció, comenzó a gritar con desesperación al escuchar aquella carcajada, se arrastraba por el piso, su boca no lograba decir nada, solamente quejidos y gritos que nadie más escuchaba.