La realidad de la Guerra
Después de varios días en el mar tocaron tierra llegaron al Puerto de
Brest, algunos militares los recibieron y los llevaron en grandes furgones de
un color verde opaco, con grandes lonas que cubrían el armazón de metal que
formaba el techo y las paredes de la parte trasera de los muebles, Candy estaba
algo asustada, recordó que Frank le había dicho que ahí las cosas eran peor,
pero no imaginaba cuanto, todos llevaban cubre boca y sus rostros mostraban
angustia, lo mismo que las pocas personas que veía por las calles, reflejaban
miedo y dolor, cerraba sus ojos y se sumía en sus pensamientos, tras un largo
recorrido llegaron al campamento de la Cruz Roja de los Estados Unidos, al
bajar miro a su alrededor, el panorama era más que desalentador, en las pocas
construcciones que seguían en pie se veía el rastro que la guerra había dejado
a su paso, edificios y casas resumidas a escombros, calles llenas de basura, de
gente deambulando en busca de un poco de comida y un olor a putrefacción y
muerte que aun a través del cubre boca se podía aspirar, su estomago estaba
hecho un nudo no tenia palabras, permanecía con su expresión de sorpresa, los
condujeron con el Doctor y Militar a cargo Fernand Roux .
-
Como se
habrán dado cuenta, las necesidades son muchas y los recursos muy pocos – dijo el Dr. Roux – las provisiones las mandan una vez por semana y es
necesario salir a rastrearlas, antes que los civiles las encuentren y las
destruyan o repartan deliberadamente o aun peor se maten por ellas – les decía mientras caminaba entre camillas hasta
el final de la gran carpa donde tenía provista una pequeña oficina llena de
estantes, documentos y demás objetos.
-
Enseguida
vendrán los doctores que les señalaran sus actividades por mi parte es todo, no
podría darles la bienvenida, no a este lugar - termina el Dr. Roux
Los doctores y enfermeras se dividieron en varios grupos
llevados por otros más dando indicaciones de cómo se estaba trabajando, Frank
se quedo con el Dr. Roux dando instrucciones mas especificas, ya que era bien
conocido y tendría a su cargo un grupo para dirigir, Candy se fue encaminando
cuando para su grata sorpresa reconoce al Dr. Michael Girard, el médico francés
que había conocido en casa de los Andley hacía varios años
-
¿Candy?
- pregunta – pero que sorpresa tenerte
por aquí
-
Ho
Michael – le sonríe – sigues aquí –
dice con sorpresa
-
Si aquí
estamos aun al pie del cañón y no podría ser de otra manera – indica – y tú ¿cómo es que decidiste venir?
-
Aquí es
donde hace falta ayuda – contesto - así que aquí estamos
-
Pues
entonces acompáñame te iré mostrando todo
-
Si
claro, vamos – contesta
Caminaron un poco hacia una sala grande llena de
pacientes, algunos soldados otros civiles – esta sala es de recuperación y curaciones – indica el Dr. Girard – en este lado – le señala a su derecha – están los que necesitan curaciones, cambiar
vendajes, lavados, etc. , a lado izquierdo están los que pronto se darán de
alta – caminaron un poco mas y entraron
en otra sala, los ojos de Candy se ensombrecieron – Aquí – le dice sabiendo la impresión que se había
llevado – están los casos más delicados,
como veras algunos están amputados, otros tienen los pies ensangrentados, es lo
que se le llama Pie de Trinchera
-
¿Pie de
trinchera? – pregunta
-
Si
cuando los soldados han estado muchos días bajo las trincheras debido a la
humedad presentan edema rojo y doloroso en el pie acompañado de focos supurados
-
Ho por
Dios – expresa con angustia
-
Hay
algunos soldados que han contraído gangrena a raíz de la enfermedad - agrega el Doctor
-
Entonces
¿es incurable? – pregunta
-
No del
todo, el pie dañado es susceptible a sufrir daños en el futuro a causa del
frio, pero hay un tratamiento para aplicar a los pacientes y consiste en
remojar los pies en agua tibia, secarlos muy bien, colocarlos por encima del
corazón del paciente, mantenerlos lejos del calor, no usar lociones ni cremas,
no reventar las ampollas, ni masajear, y suministrar al paciente los
antibióticos prescritos.
Caminaron un poco mas hasta entrar por completo en la
sala, rápido los soldados al mirar a la joven no se detuvieron a expresar su
admiración de manera muy particular – Por Dios creo que he muerto y estoy en el cielo –
dice uno – pero que belleza creo que
estar enfermo tiene sus ventajas - dice otro
-
Cállense
- grita desde un extremo de la sala un hombre maduro
tendría unos cuarenta y ocho o algo así – no les da vergüenza bola de mal nacidos – Candy abre mucho los ojos al escuchar al hombre – la
Doctora viene a ayudar y ustedes no
muestran un poco de respeto
-
Teniente
Neville, ¿cómo se siente hoy? – pregunta el Dr. Girard
-
Estaría
mejor si no viera a estos inútiles – lo dice mirando a los soldados quienes se miran
unos a otros y haciendo un gesto de disgusto
-
Por lo
que veo esta mejor – dice el doctor – le
presento a la Dra. White ella nos
ayudara, aunque no se aun a donde la asignaran
-
Un
gusto conocerla Señorita y no se abrume por esta bola de idiotas, la Guerra los
ha hecho así – sonríe finalmente
-
No se
preocupe, estoy aquí para lo que necesite – trata de sonreír pero esta mas que asustada
-
El
Teniente fue herido en combate – le dice
el Dr. Girard a Candy - algunas balas se arrojaron en su pelvis pero
afortunadamente se extrajeron sin dañar los tendones y nervios, sin embargo es
necesario ayudarle con una serie de ejercicios para que sus piernas vuelvan a
moverse normalmente – continua explicando, la rubia está atenta a todo lo que
dice el doctor – te explicare como se
hacen los ejercicios, y si te quedas en esta área posteriormente podrás
hacerlos tu sola – la rubia asiente y Michael le explica detalladamente todo los
ejercicios que hace con el teniente.
Una vez que terminan ambos se despiden – lo veré más tarde Teniente – le dice el Dr. Girard
-
Hasta
luego Teniente – se despide la rubia
-
Bien
veamos a Jonathan Scott – el padece de
pie de trinchera, ya cicatrizaron sus heridas pero aun seguiremos con el lavado
como te lo explique – luego saluda al
soldado - ¿Cómo te sientes hoy Jonathan? –pregunta amablemente
-
Muy
bien un poco desesperado porque ya quiero levantarme de esta cama
-
Tus
heridas están casi cicatrizadas y creo que unos días más te damos de alta
Luego una enfermera le acerca una palangana con agua
tibia – Gracias Sofi – le dice el Doctor, luego hace la curación al
joven quien no deja de mirar a la rubia, al terminar se despiden y van hacia
una cama donde esta un paciente su cama tiene cortinas a los lados
prácticamente está encerrado, sus piernas no se ven solamente la parte
superior, al llegar el doctor saluda – Jim te presento a la Dra. White - al verlo Candy se da cuenta que esta amputado de
ambas piernas, es un afroamericano, ojos negros y un semblante ensombrecido por
el dolor
-
Gusto
en conocerla – la mira impaciente – una mujer tan bonita no debería estar en este
infierno – agrega
-
Hola
Jim – saluda la rubia – este es mi trabajo – contesta
-
Bien
Candy – haremos una curación, es
necesario quitar el vendaje – estás listo Jim
-
Claro
doctor – contesta bruscamente
El doctor quita el vendaje humedecido por la sangre,
Candy se sorprende mucho al mirar aquella escena, mientras hacían la curación
el soldado ahogaba el dolor agarrado de los extremos de la cama, era un dolor
insoportable y lo peor es que el soldado ya tenía gangrena, las heridas de sus
piernas no cicatrizaban y el olor que despedían era de putrefacción, ante la
impresión los ojos de Candy estaban inundados pero se mantuvo firme, al
terminar salieron del lugar, sabiendo la impresión que se había llevado la
rubia el doctor trato de animarla – Son buenas personas – dice al salir de la sala
-
Claro
que lo son – dice la rubia
-
Sabes
Jim ayudo al Teniente y a dos soldados a salir de un campo de minas, había
llevado en sus hombros a los soldados pero cuando regresaba con el Teniente una
mina estallo bajo sus pies aun así logro sacarlo de aquel infierno es por eso
que el teniente no deja de agradecer por su vida
-
Pobre
Jim arriesgo su vida para salvar la de esas personas – dijo apesarada
-
Creo
que cualquiera arriesgaría su vida por salvar la de otra persona - agrega
-
¿Tú crees?
– pregunta al recordar el accidente de Susana
-
Indudablemente
es un instinto humano sea quien sea
La rubia sonríe forzadamente – si así debe ser
Frank había terminado sus asuntos con el Dr. Roux y
caminaba en busca de Candy cuando la miro que venía acompañada de un doctor, al
llegar a su encuentro la rubia se siente un poco más animada de ver a su amigo -
Frank te presento al Dr. Michael Girard
-
Mucho
gusto , Frank Curtis – dice mientras se
pregunta de donde se conocen él y Candy
-
Dr.
Curtis conozco su trabajo es verdaderamente una suerte que este aquí, le
mostraba a Candy el lugar y ha hecho un excelente trabajo como asistente – le sonríe
-
Gracias
Michael, la verdad es que eres muy paciente conmigo – le dice sonriendo
Frank se sorprende por la confianza entre Candy y
Michael ya que sigue preguntándose de
donde podrían conocerse – Que bien, me
han asignado esta área precisamente – dice dirigiéndose a la sala donde estaban los
pacientes más delicados – y si tu
quieres puedes estar conmigo – dice esperando una respuesta favorable
-
Por
supuesto Frank – le dice entusiasmada
-
Bueno
yo me retiro – los interrumpe Michael –
los veré después y mucho gusto Frank –
se despide
-
Vamos
veremos todo lo que hay que hacer – le dice Frank invitándole hacia un escritorio que
estaba al final de la sala - ¿el Dr.
Girard y tu ya se conocían? - pregunta mientras caminan
-
Si en
casa de los Andley en una fiesta – contesta
-
Entiendo,
ven sentémonos aquí - le dice llegando
al pequeño escritorio, luego le muestra algunas hojas que necesitan llenar,
luego se encaminan a la sala, revisando cada expediente de los pacientes para
estudiar los padecimientos, Candy observa todo detenidamente, las condiciones
en que estaban eran desalentadoras pero haría todo lo posible para hacer el
mejor trabajo ayudando a sus pacientes a sobrellevar su agonía y dolor en medio
de aquel como lo dijo Jim ‘’ Infierno’’.
En Nueva York, durante los primeros días en que Candy
marcho Terry aun recordaba el día que pasaron en el lago, eso le daba más que
fuerzas para seguir adelante, continuaba visitando a Susana quien había
mejorado notablemente, usaba su prótesis y ayudada con un bastón podía caminar,
evidentemente se había llegado la hora de hablar con la joven sobre la promesa
que hizo para que accediera a recuperarse.
-
Necesito
hablar contigo Terry, desde el hospital no he tenido la oportunidad y tenemos
que hablar – le dice Susana sentándose
en un sofá de la sencilla sala de su casa
-
Está
bien Susana, me imagino que es con respecto a la boda – le dice resignado.
-
Si es
con respecto a eso – contesta
-
Susana
yo necesito que lo pienses bien antes de ir más allá, debes pensar en si es
esto lo que quieres para ambos, porque ya no habrá vuelta atrás – le dice Terry seriamente
-
Lo sé
Terry, sucede que he pensado mucho las cosas, antes de la operación tome una
decisión que no te dije ya que necesitaba pasar todo este proceso – dice armándose de valor
-
Bien y
¿qué es lo que has concluido? – pregunta expectante
-
Bueno
es que yo…- dice titubeante y
temblándole la voz – no quiero casarme –
dice finalmente
Terry frunce el ceño sin entender - ¿No quieres casarte?
– pregunta
-
No, ya
no quiero causar más daño del que he causado y no quiero meterme más entre tú y
ella, ahora te libero de tu palabra para que la busques y seas feliz con ella
Terry se queda sin palabras, pensaba que Susana quería
poner una fecha y lo que ella pretendía era terminar con el compromiso -
¿Hablaste con tu madre sobre esto? – pregunta
-
Aun no,
pero ya no le permitiré que se meta mas en mi vida, soy lo bastante adulta como
para tomar mis decisiones – dice determinante mente
-
No sé
qué decirte Susana, me ha tomado por sorpresa esto – dice tratando de entender
-
No hay
nada que decir, deberías ir a Chicago y buscarla – dice aliviada
-
Ella se
fue a Francia – le dice sin rodeos
-
A
Francia, pero ¿Por qué? – pregunta angustiada
-
Es
doctora y así lo decidió ella – dijo encogiéndose de hombros
-
Debí
hablar con ella debiste dejarme hablar ese día, eso era lo que necesitaba decir
– le dice lamentándose
-
Basta
Susana, no sigas, hablare con tu mama sobre esto, te seguiré ayudando
económicamente para que nada les falte
-
No –
dice apenada – no es tu obligación, además puedo trabajar, nada
me pasara
-
No deberías,
espera aunque sea unos meses – dice tratando de convencerla
-
Me
aburre demasiado estar aquí sin hacer nada – replica
-
Susana,
no salgas a la calle, debes saber que hay una enfermedad muy contagiosa y debes
cuidarte, usar un paño para cubrirte la boca y no estar cerca de personas que
veas que tosen o estornuden.
-
¿Tan
peligrosa es? – pregunta angustiada
-
Si
mucho – contesta secamente
-
Está
bien
-
Mañana
hablare con tu madre sobre todo esto – dice más serio
-
No,
prefiero hablar yo misma con ella, es mi decisión además yo sé cómo manejarla
-
De
cualquier manera tengo que hablar con ella, si lo entiendes
-
Claro
que si, nunca dejaras de ser un caballero – le dice tratando de hacer una mueca – sabes Terry, ahora que ha pasado todo este tiempo,
me doy cuenta que lo hubiera hecho aunque se hubiese tratado de cualquier otra
persona
-
¿El
que, a que te refieres? – pregunta con
curiosidad
-
Haberte
salvado, fue un instinto aunque hubiera sido un técnico, otro actor – dice pensativa
-
¿Y a
que viene todo eso?, después de tanto tiempo – pregunta el ingles
-
No lo sé
tal vez es solo que necesitaba contárselo a alguien que no fuera mi madre
-
Ya veo,
bien pues me tengo que retirar, mañana vendré como siempre – se despide
-
Como
gustes – le contesta secamente
Terry salió de casa de Susana pensando en todo lo que
habían hablado, por fin su compromiso había dejado de existir, pero ahora Candy
estaba en Francia, como siempre busco la compañía y consejo de su madre con
quien siempre se desahogaba, platicándole todo lo sucedido.
-
No sé
qué decirte hijo, me alegra que Susana haya reconsiderado las cosas, creo que
después de todo es una buena chica
-
Sí,
claro que lo es, su madre fue quien se empecino en el compromiso
-
¿Y que
pasara ahora? – pregunta con curiosidad
-
Seguiré
ayudándola económicamente, y pues hablare con su madre aun no sé como lo tomara
-
Bueno
una madre siempre procura el bienestar de los hijos, trato de entenderla – dijo
pensativa
-
Espero
que tu nunca actúes así conmigo – le dice mirándola a los ojos
-
Claro
que no hijo, tu eres el dueño de tu vida
-
Mi
vida, mi vida está con Candy - se pasa la
mano por el cabello - necesito saber de ella
-
Y
porque no le preguntas al Sr. Andley, tal vez el sepa algo – le dice tratando de reconfortarlo
-
Si,
hablare con él antes que regrese a Chicago
-
Veras
que todo estará bien
-
Gracias
mama, no sé qué haría sin ti – le dice
abrazándola
Así pasaron el resto de la tarde, platicando de los
acontecimientos sucedidos, las funciones teatrales eran muy pocas, la gente
casi no asistía por miedo a contraer la gripe española, además de ser revisado
cada asistente, actor y demás trabajadores.
Después de unos días Susana decidió salir a buscar
trabajo, logro convencer al encargado de una pequeña posada zurciendo las
cortinas, manteles, sabanas y demás blancos que necesitaran reparación, había
tenido un fuerte enfrentamiento con su madre por haber roto el compromiso con
Terry y además por estar trabajando pero al parecer eso a ella ya no le importaba.
Terry continúo visitándola, enfrento también a la Sra. Marlow quien lo quiso
persuadir de nuevo diciéndole que Susana se había sacrificado por él, sin
embargo nada logro.
Albert se preparaba para regresar a Chicago, aquellos
días junto a Sara habían pasado casi volando, por otra parte su preocupación
mayor era Candy, se angustiaba de saberla en Francia en medio de la guerra,
pero las influencias del rubio le daban cierta tranquilidad, conocía bien al
Teniente Neville y no dudo en mandar un telegrama pidiendo que la mantuviera al
margen de cualquier misión o diligencia.
Se marcharía al día siguiente por lo que esa noche había invitado a Sara
a cenar para despedirse, y puntual llego a las 5 de la tarde al hospital,
elegantemente vestido en un traje gris oscuro y con un bello ramo de rosas,
Sara al verlo no pudo evitar que un suspiro escapara de su pecho .
-
Buenas
tardes bella dama – dice inclinándose a besar su mano – son para ti – le dice
dándole el ramo de rosas
-
Gracias
– le sonríe – son hermosas
-
No más
que tu, ahora vayamos para que te cambies
-
Si
vamos – ambos caminaron y subieron al coche, tras manejar algunas calles
llegaron a la gran propiedad, Albert espero pacientemente en la sala de estar,
observando detenidamente cada uno de los cuadros y fotos que había en las
paredes, había una que llamaba su atención, eran Frank y Sara, el tendría unos
12 años y Sara 11, el parecido con Anthony lo confundía, pero negaba con su
cabeza cualquier cosa que imaginaba.
Sara terminaba de dar los últimos toques a su arreglo
cuando su madre entro a su habitación – Hija perdón, me tope con Albert y vine
a ver como ibas
-
Ya casi
termino mama – dice poniendo un poco de color a sus mejillas
-
Es todo
un caballero no hija – le dice complacida
-
Si lo
es mamá
-
Hija
por otro lado, sabes el Domingo tu papa ha mandado dar una misa en memoria del
Dr. Stann – al decir esto Sara se pone tan nerviosa que el rubor cae al piso
haciéndose pedazos – hija pero que pasa te sientes bien – pregunta preocupada
-
Lo
siento mama, es que se me hace un poco tarde – dice cambiando de tema
-
Albert
no se irá te lo aseguro – le dice – bien hija entonces solo te avisaba de la
misa para que estés lista a tiempo – dice retomando el tema
-
Si
claro – dice con voz temblorosa
-
Sus
papas estarán presentes, hace 5 años del fatal accidente, era tan joven no
imagino el dolor que sintieron entonces – dice lamentándose
-
No era
ningún santo mama – dice un poco molesta
-
Pero
porque hablas así hija tu trabajaste con el – le indica
-
Por eso
lo digo el que haya muerto no lo convierte en una buena persona - replica
-
Pero
Sara lo dices como si te hubiese hecho algo – le dice sorprendida
-
No, no
me hizo nada – dice enfáticamente – estaré presente y si me disculpas me tengo
que ir
-
Claro
hija tómalo con calma – le dice tratando de entenderla – solo es una manera de
ser amables con los Sres. Stann
-
Bien entonces
me retiro, nos veremos más tarde – dice poniéndose de pie y caminando
apresuradamente a su encuentro con Albert que al verlo no puede evitar
arrojarse a sus brazos
-
Pero
qué te pasa cariño – le dice separándose un poco – estas temblando
-
Nada,
es solo que no quisiera que te vayas
El rubio le toma su rostro – si no quieres no me voy – le
dice con ternura
-
Ho no tú
tienes obligaciones y no seré yo la culpable de que faltes a ellas – dice un
poco más tranquila
-
Bien
pues entonces vámonos, esta noche mi obligación es complacerla Srita. Curtis –
dice mientras atraviesan la gran puerta de aquella casa
Durante el recorrido Sara mantenía sus pensamientos
ocupados en Alfred Stann, los tristes recuerdos se volvían a hacer presentes
&---&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&
Sara permanecía aprisionada en el escritorio del Dr.
Stann, sentía desfallecer su cuerpo, había luchado en vano por defenderse pero
lo que ella mas temía se volvía realidad, aquel hombre era más fuerte que ella,
y en un movimiento sujeto las pequeñas manos de la enfermera con una de las
suyas, mientras con la otra se apoderaba de su intimidad, tomándola por la
fuerza sin que ella pudiera hacer nada, casi sin aliento alcanzo a tomar una
lámpara que estaba sobre el escritorio y golpeo fuertemente la cabeza del
Doctor logrando así zafarse de su agresor, corrió a la puerta pero el galeno
recobro el equilibrio rápidamente y salió tras Sara – Ven acá zorra – le
gritaba
La joven corría lo más rápido que podía por un pasillo
que era bastante largo y el Doctor le daba alcance sin mucho esfuerzo – Esto no
se va a quedar así Sara – seguía gritando, por fin llego a las escaleras y bajo
pero en el primer descanso le dio alcance tomándola con fuerza de la muñeca –
déjeme – gritaba desesperada – le juro que no diré nada – rogaba ella
-
Claro
que no dirás nada, aun no termino contigo – le dijo tomándola del brazo pero la
joven reunió todas sus fuerzas y le dio un certero golpe en la entrepierna haciéndolo
rodar por las escaleras, ella se quedo paralizada viendo aquella escena, el Dr.
Stann no se movía y un charco de sangre se empezaba a formar - Dr. Stann – le llamaba Sara – Dr. Stann –
volvió a repetir, pero no recibía respuesta – Dios que no sea lo que estoy
pensando – se decía la joven, bajaba lentamente las escaleras asustada, miraba
a su alrededor para percatarse que nadie estaba cerca, se asomo por el corredor
estaba todo en silencio, solo el rechinido de las camillas a lo lejos de la
sala de urgencias – ¿Que voy a hacer? – se preguntaba – no fue mi culpa –
se repetía – solo me defendía – la joven
se acerco para tomar el pulso pero no había tal, el Dr. Stann había muerto, la
joven se fue de aquel lugar, corrió lo mas que pudo sin ser vista, llego a su
lugar de trabajo y acomodo su uniforme, aun no recuperaba el aliento de aquella
amarga experiencia, arreglo su cabello y se sumió en sus pensamientos envuelta
en una nube de miedo y asco. Tras unos minutos se escucharon algunos gritos –
El Dr. Stann está muerto – gritaba una enfermera, la joven se sobresalto
bastante sin embargo no quiso salir del consultorio, hizo caso omiso a los
gritos y al gran escándalo que afuera se estaba armando, un fuerte golpe en la
puerta la sorprendió
-
Sara,
Sara – gritaba una enfermera, abriendo la puerta de golpe
-
¿Qué
sucede Miriam? – pregunta
-
Es el
Dr. Stann, parece que está muerto – le dice con gran preocupación
-
¿Pero
qué sucedió como pudo pasar? – preguntaba
-
No lo
sé, parece que resbalo por las escaleras – le indica la enfermera
Ambas enfermeras salieron hacia el segundo piso donde se
encontraba tendido el cuerpo del Sr. Stann, la joven no podía evitar sentir
horror al mirarlo – Sara el te había mandado llamar no es así – pregunta la
enfermera
-
Si pero
demore llenando los expedientes – dice mostrando preocupación
-
Pobre
Dr. Stann, tal vez venia a buscarte – dice Miriam
-
Si
pobre – dice Sara asustada
Luego llega el Dr. Lewis para confirmar la muerte del
galeno – Es necesario esperar al ministerio ellos tendrán que levantar un acta
y hacer algunos interrogatorios – indica el Doctor
-
¿Pero
por qué? – pregunta Sara
-
Es el
tramite hija, será mejor que despejen esta área – les dice a las personas que
se habían juntado en el lugar
-
Sera
mejor irnos – le dice Sara a Miriam
-
Si
tienes razón, además ya vas a terminar tu turno – ambas enfermeras caminan por
el pasillo – el Dr. Stann era algo extraño – le dice Miriam
-
Porque
lo dices
-
No lo
sé, tal vez eran a figuraciones mías, pero me llego a insinuar cosas, claro que
nunca me quede a solas con él, siempre buscaba algún pretexto para irme – le
dice sorprendiendo a Sara
-
¿Qué
insinuaciones? – pregunta
-
Bueno
no lo sé, me decía cosas con respecto a mi persona, que era muy linda, que el
sabia muchas cosas que podría enseñarme y que si quería podría ascender de
puesto, eso si yo estaba de acuerdo – dice la joven recordando – pero no nunca
le hice caso, me ponía muy nerviosa, y de alguna manera ….. no siento dolor por
su muerte – dice finalmente la enfermera
-
Corriste
con mucha suerte – le dice – tampoco siento su muerte
-
Bien
llegamos, será mejor que termines con esos expedientes
-
Si
claro nos vemos después Miriam – se despide y vuelve a sus asuntos, se sentía
demasiado mareada y su estomago estaba tan revuelto que tuvo que salir
corriendo al baño, temblaba y sentía una enorme culpa por lo ocurrido, al término
de su turno lo único que quería era estar en su casa, al pasar por el corredor
aun había elementos de la policía, interrogando a algunas personas, el cuerpo
del Dr. Stann ya se lo habían llevado, paso casi corriendo por ese lugar, al
llegar a su casa y dando gracias de que Frank estuviera fuera de la ciudad por
fin pudo desahogar todo lo que sentía, rompió en llanto y se tumbo sobre su
cama, como iba a enfrentar ahora los fantasmas que le acompañarían por el resto
de su vida, como enfrentar la cruel realidad a la que ahora se enfrentaría sin
pasar por la vergüenza de contarle a sus padres, la joven continuaba llorando
amargamente, finalmente se puso de pie y se metió en la regadera, la tibia agua
logro tranquilizarla, tallaba su piel tan fuerte como si quisiera arrancarla
dejándola enrojecida, continuaba llorando y por un momento un turbio
pensamiento la sacudió – Dios no me abandones en este momento, no permitas que
quede embarazada o me condenaras a mí y esa criatura para siempre a vivir en la
vergüenza y en las sombras – finalmente salió del baño y se preparo un te antes
de irse a tratar de dormir un poco.
&---&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&--&
-
Sara,
llegamos cariño – le dice el rubio tomándola del brazo
-
Perdón,
estaba en otro lugar – le dice excusándose
-
Ya veo
– le dice mirándola extrañado – vamos entonces – le dice bajando del coche y
rodeándolo para abrirle la puerta, ambos entraron en un lujoso Restaurant para
disfrutar de su última noche juntos.
En Escocia en la Villa Rosell un fuerte grito se escucho
en todo el lugar - -¡No! , de ninguna manera permitiré que vayas a esa guerra –
le decía el Conde Rosell a su hijo Daniel
-
Ya está
hecho papá, me enliste esta mañana, y no echaré marcha atrás – le dice con voz
firme – no me quedare aquí sentado escuchando como planean estrategias de
ataque y como critican los movimientos de la triple ente siendo que cientos de
nuestros hombres y mujeres están allá arriesgando su vida cubriendo nuestras
espaldas y nosotros aquí cruzados de brazos esperando ¿Qué? un milagro acaso
-
No hijo
por favor, no me pidas que te apoye en esto porque no lo hare no permitiré que
te vayas así tenga que encerrarte – le dice en una mezcla de angustia y
sorpresa ante las palabras de su hijo
-
Entonces
dejaras que digan que tu hijo es un cobarde que se negó a ir a la guerra – le
replica – pero aun si me encierras buscare la manera de escapar con o sin tu
consentimiento iré – le dice alzando la voz
-
Por
Dios te has vuelto loco – en ese momento Victoria la Condesa entra en la
habitación
-
Pero
que está sucediendo sus gritos se escuchan en toda la casa – dice sorprendida
-
Victoria
es tu hijo que se ha vuelto loco – dice lanzando una mirada fulminante a su
hijo parado frente a el
-
No mamá,
es papá que insiste en mantenerme en una esfera de cristal – dice sin dejar de
mirarlo a los ojos
-
Pero si
no me dicen que pasa no entenderé – inquiere la dama
-
Se ha
enlistado en el ejército para ir a luchar en esa absurda guerra – dice con gran
dolor
-
¡No
hijo! – dice desesperada – no por favor no quiero perder otro hijo te lo pido
por lo que más quieras – dice sollozando
-
Mamá –
le dice tomando sus manos – me siento un inútil aquí, tengo esta necesidad de
ir a Francia, siento un llamado que va mas allá de mi sentidos, debo ir – le dice
-
Yo te
necesito aquí a salvo – le dice suplicante
-
Por
favor no me nieguen esto – les pide – me se cuidar estaré seguro no me
arriesgare innecesariamente
-
Por
favor Ed que vamos a hacer – dice mirando a su hijo horrorizada
-
Entonces
pondré un telegrama a Neville y Foch dando instrucciones precisas para que no
te manden al frente lo entiendes – le dice a regañadientes
-
Ho no
papá, por Dios no me vas a impedir que haga lo que yo desee – dice molesto
-
Es la
única condición Daniel lo tomas o lo dejas – le replica
-
Está
bien – dice resignado
-
Hijo
por favor no vayas – aun le rogaba su madre
-
Está
decidido, mañana partiré a Francia – dice
el joven y sale de la habitación dejando a sus padres sumidos en una
gran preocupación y dolor. Por la mañana despedían a su hijo mayor que se marchaba
a luchar en esa guerra que tantas muertes había ya cobrado, Margaret no dejaba
de sollozar temía que su hermano pudiera ser herido aun peor no volverlo a ver
de regreso, viajo rumbo a Dover y de ahí
un buque lo llevaría a Calais para finalmente trasladarlo a Paris, donde estuvo
bajo las ordenes Philippe Pétain conocido entonces como “El vencedor de Verum”
y quien evitaba a toda costa bajas en sus tropas. Sin embargo el llamado de
Daniel iba más allá de lo que el pudiese imaginar, tal vez el destino estaba
comenzando a mover sus piezas como se mueven en un tablero de ajedrez, y en
este caso la Reyna que tenía que proteger era su propia hermana Candy o mejor
dicho la Condesa Rosell.
En Francia pasaron las primeras semanas de Marzo y Candy
se había familiarizado ya con sus pacientes, Jonathan se dio de alta, el
Teniente progresaba favorablemente y podía mover sus piernas (aunque
torpemente) por sí mismo. La salud de Jim empeoraba cada día, el dolor era
insoportable y sus gritos se escuchaban en toda la sala, la rubia sentía
impotencia al no poder hacer nada por él.
-
Jim, te
pondré mas medicamento para el dolor – le dice al estar revisándolo
-
Gracias
Candy, no deberías estar aquí – le dice
mientras lo inyecta
-
Me
gusta ayudar a la gente no hay otro lugar en que debiera estar
-
Eres
una chica muy hermosa, seguro alguien te espera en América – le dice sonriendo
-
Si hay
gente que me espera, a ti también deben esperarte eres muy buen mozo – le sonríe
-
Tengo
una novia, creo que ya no la volveré a ver – le dice mientras sus ojos se inundan – nos casaríamos al regresar – se limpia las mejillas con el costado de la mano
-
Jim, ¿Cómo
ayudarte? – lo toma de las manos
-
Lo que
has hecho desde que llegaste, sonreír
Ambos se quedan en medio de la oscuridad, hasta que Jim
se duerme, luego Candy se retira y vuelve a hacer su ronda checando a los
pacientes, pensativa y sintiendo un nudo en la garganta se queda en su pequeño
escritorio, comienza a escribir cartas a sus seres queridos, escribe a la
Hermana María y la Srita. Pony, Albert, Paty, Annie y Archie y otra más para su
querido Terry.
Francia,
Marzo 20, 1918
Terry,
perdón por el retraso, desde que llegamos el trabajo no ha cesado, como lo dijo
Frank aquí las cosas son muy diferentes, las condiciones son precarias pero no
quisiera aburrirte con esas cosas, me reconforta saber que puedo ayudar,
siempre llevo conmigo tu corazón, me da las fuerzas suficientes para seguir
adelante, solo espero que esta pesadilla termine para poder volver, cuídate y
cuida a los tuyos, también cuida de Susana espero que haya aceptado la
prótesis.
Sabes
encontré un colega que conocí en la casa de los Andley se llama Michael Girard,
me alegro tanto verlo y saber que esta a sano y salvo, por otro lado el
Teniente Roux es el encargado del campamento es algo tosco pero es muy buena
persona. Los soldados son todos muy amables, aun en medio de su dolor bromean y
ríen, es bueno saber que puedo ayudar y colaborar para que se recuperen.
Ahora
me despido tengo aun cartas que escribir, no sé cuando llegue la próxima carta
pero tratare que sea pronto.
Guardo
en mis pensamientos esa tarde juntos.
Por
siempre tuya Candy White.
Guardo las cartas en sobres para mandarlas a la mañana
siguiente, al amanecer cambio su turno y se dispuso a descansar un poco antes
de comenzar de nuevo con sus obligaciones en medio de aquel campo de batalla.
Eres quien ocupa mi pensamiento
En la soledad de mi habitación
Eres de mi amanecer la inspiración
Que me invita a vivir a cada momento
Eres de mis deseos el más anhelado
Que recorre cada poro de mi piel
Eres de mi corazón lo más amado
Y de mis labios eres la miel
(Gaby)