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lunes, 30 de septiembre de 2019

CAPITULO 25



Revelaciones
Tras caminar unos 3 kilometros, distingue la choza que le habían señalado las religiosas, toco la puerta de madera, un hombre le abrió - ¿Que se le ofrece? – pregunta  toscamente
-          Estoy buscando al Sr. Bernardo, ¿está él? – pregunta  parada aun en la puerta
-          Esta, pero ha enfermado, me temo que no podrá verlo por el momento, ¿quién es usted?
-          Bueno mi nombre es Laila Connor,  y ¿qué es lo que tiene el Señor Bernado?
-          Bueno hay días que amanece bien otros mal, y hoy es un día en que amaneció mal
-          Pero ¿qué es lo que le pasa?
-          Es difícil de explicar parece que su cuerpo se debilita y no tiene fuerzas para ponerse de pie, duerme la mayor parte del día – explica – si  quiere volver mañana
-          Bien, entonces volveré mañana – dice  la joven retirándose del lugar, Laila regresó al Hotel donde se hospedaba para hacer algunas anotaciones, después de ver al Sr. Bernardo le escribiría al Conde y su esposa para darles detalles de los avances que tenía en la investigación.
Ese mismo día Sara también llegaba de regreso a Chicago, en la estación de tren Archie ya la esperaba, la joven le pareció extraño no ver a Albert, pero apenas la saludo el joven le explico los motivos por los cuales no estaba en Chicago le entrego la carta y la llevo a su departamento tal como se lo había ordenado su tío – Y ¿cómo están las cosas en Nueva York? – pregunta mientras transitan por las calles de Chicago
-          Peor que aquí creo – dice la joven – son muchos los heridos por la guerra y además los contagios por la Gripe Española aumentan de manera desmedida
-          Si lo sé – dice el joven – aquí hacemos lo que nos recomiendan, afortunadamente John está aplicando el tratamiento homeopático a algunos pacientes – dice con esperanza
-          Eso es grandioso, mi padre termino convencido también, solo espero que se controle esta enfermedad – dice la dama
-          ¿Y como viste a Candy cuando se marcho a Francia? – pregunta el joven con nostalgia
-          Se veía triste no te lo voy a negar, pero me consuela que va con Frank y el estará cuidando que nada malo le pase – dice la joven tranquilizándolo
-          Si me da gusto que ella por fin tenga ojos para alguien más, por un momento pensé que el ir a Nueva York le traería amargos recuerdos después de lo que le sucedió – dice el joven
-          Pues si la vi algo nerviosa al llegar – recordó Sara – incluso no quería ni siquiera ir al teatro
-          No es para menos después del accidente que tuvo una mujer que termino separándola del amor de su vida – repone el joven
-          ¿Accidente? – pregunta con curiosidad
-          Si bueno, mmm no soy yo quien debería hablarte sobre eso – dice el joven midiendo el rumbo que llevaba su conversación
-          Pero Candy es mi amiga, sabía que algo escondía pero nunca me atreví a preguntarle nada – dice la joven tratando de que le siguiera contando mas
-          Bueno es que ella era novia de un actor, se supone que ese viaje definiría muchas cosas en su vida, ella tenía tantos anhelos y sueños, pero Susana se interpuso en el camino y ellos terminaron separándose – dice el joven
-          ¿Susana Marlow? – pregunta la dama sorprendida
-          ¿Si la conoces? – pregunta el joven
Pero Sara no sabía que decir, realmente quería indagar mas sobre el asunto – es una actriz ¿no es así? – responde finalmente
-          Era, después del accidente ya no volvió a los escenarios, el asunto es que Candy decidió dejar a Terry para no interponerse entre ellos ya que la mama de ella se empeño en que se casaran – dijo el joven estacionándose frente al departamento de la dama
-          Pobre Candy, ahora la entiendo – dice pensativa – muchas gracias Archie – dice cambiando de tema
-          Ha sido un placer – dice el joven ayudando con el equipaje de la dama
-          Nos vemos otro día – la joven se despide pensativa en todo lo que había sabido sobre Candy
-          Hasta luego – Archie se despide y se retira perdiéndose entre las calles
Sara entra en su departamento y se sienta a darle vueltas al asunto – entonces Terry y Candy… pobre Frank él quiere a Candy, pobre Candy ella se hizo a un lado y ahora que murió Susana Terry tal vez la busque y entonces Frank va a sufrir no quiero imaginar todo lo que está por suceder, Dios ayúdalos para que nadie salga lastimado – dice la joven tras procesar toda esa información en su cabeza.

En Escocia el Conde Rosell recibía la noticia del ataque, preocupado por la salud del Duque y además por su hijo Daniel  trato de persuadir a su esposa para viajar y cerciorarse que se encontraba fuera de peligro.
-          Lo ves, algo presentía – le  dice preocupada – pero y Daniel como es que lo sabe
-          El volvía a Paris, para regresar a Escocia en el camino escucharon el tiroteo – dice el conde
-          Por Dios mi hijo estuvo en peligro – dice poniendo su mano sobre la boca - ¿Como pudo pasar? – se preguntaba
-          Fue Giraldi – dice  con seguridad
-          Pero entonces … - dice temerosa
-          Era contra mi – la  mira fijamente – debo ir de inmediato a Francia, Daniel esta allá necesito ir por el pero no quiero dejarlas solas, tendré que contratar gente para que las cuiden
-          Está bien solo tráelo a mí de nuevo – dice angustiada
-          Claro que si querida, ahora mismo iré a buscar gente – dice el caballero
-          Pero, ¿por qué haría algo así Giraldi? – pregunta preocupada
-          Por ambición y por odio – le  dice secamente
-          ¿Que pasara ahora? – pregunta  
-          No lo sé querida, debemos ser cautelosos y cuidarnos de ese monstruo, pobre Richard – se lamenta
-          Lo sé, nos tendió la mano cuando mas necesitamos y ahora … - la dama toma su mano – aunque tengo miedo quedarme sola confío que serán unos cuantos días
-          No creo que intente nada por el momento, pero dejare gente cuidando la casa y hablare con la servidumbre
-          Está bien, no me puedo negar a que viajes, pero ¿cuándo te irás?- pregunta
-          Mañana mismo pero antes quiero dejarlos protegidas

En Francia el Dr. Michael Girard en cuanto se dio cuenta de lo sucedido a Flammy no dudo en ir a su lado para asegurarse que estuviera bien atendida, al entrar en la sala pronto ubica a la enfermera que se encontraba muy concentrada leyendo un libro de medicina, camina hasta quedar frente a su cama, la dama bajo el libro y lo miro algo extrañada – Doctor Girard, ¿qué le trae por esta sala? – pregunta con serenidad
-          Me entere de lo sucedido, ayer no pude venir pero aquí estoy – dice mirándola fijamente - ¿Cómo se siente?
-          Algo dolorida pero bien – dice la dama
-          Fueron muy valientes al ir allá
-          Es nuestro trabajo, para eso estamos aquí – concede la dama
-          Así es, afortunadamente están de regreso, mujeres tan bonitas como ustedes no deberían estar aquí – dice con seriedad
-          Pero que dice Doctor Girard – sonríe nerviosamente
-          Es la verdad, si me lo permite yo podría hacerme cargo de sus curaciones – dice el joven
-          Usted ya tiene mucho trabajo en pediatría – repone la chica
-          Puedo darme un poco más de tiempo, por mi no hay inconveniente – dice el galeno
-          Pero hay una enfermera que se encarga de eso – vuelve a excusarse
-          No me lo niegue por favor, largas fueron las horas al saberlas lejos en ese peligro constante – le implora
-          Está bien – dice finalmente – por mí no hay problema
-          Gracias – dice complacido, en ese momento una enfermera los interrumpe
-          Doctor lo solicitan en pediatría – dice la enfermera
-          Claro voy en seguida – responde, luego vuelve a la plática con Flammy – veré si puedo venir más tarde – dice sonriendo
-          Claro nos vemos Doctor – dice la dama sintiendo una extraña sensación al verlo retirarse, pero volvió a su lectura cambiando el rumbo que llevaban sus pensamientos

En otra parte de Francia tras varios días en altamar, arriba a Brest el Buque militar, siendo trasladados por tierra Terry y el Coronel Howard, viajaron por tren y finalmente en carros militares, al llegar al Hospital Saint-Leuis, pasan a recepción, el Hospital estaba abarrotado, había demasiada gente en la sala de espera, las camillas con pacientes iban y venían, por un momento el inglés se sintió desorientado, pero el Coronel rápido lo condujo hacia una zona con menos gente – Por  aquí le indica – y  entran en una pequeña oficina,  el Teniente Neville estaba junto con Frank, Terry lo mira sorprendido

-          Terry – le  dice Frank – pasa,  el es el Teniente Neville, antes de ver a tu padre necesita hablar contigo – el rubio lo saluda estrechando su mano seguido de una palmada
-          No – dice  bruscamente – quiero  verlo ya
-          Joven es necesario hablar con usted – repone Neville
-          Me disculpa pero en este momento lo único que me interesa es verlo a el
Frank tuerce la boca resignado – Esta  bien vamos Terry
El inglés lanza una mirada fulminante al Teniente y sale detrás de Frank -  ¿cómo esta? – pregunta  al ir por el pasillo
-          Mejor aunque sigue inconsciente pero ha mejorado – le  dice Frank serio – y  tu ¿como estas?
-          No podría estar peor – le  dice secamente – discúlpame   Frank pero ni siquiera pregunte como han estado – le  dice
-          Estamos bien haciendo lo mejor que podemos – dice  el rubio

Finalmente llegan al cuarto donde estaba el Duque, al entrar los ojos de Terry se ensombrecen cuando lo mira lleno de tubos y conexiones, tenía un respirador conectado, una sonda y algunos otros aparatos que hacían ruidos extraños y uniformes, Frank se da cuenta de la impresión que se llevo el inglés – Te  aseguro que está bien – le  dice
El inglés asiente con la cabeza – quisiera  estar a solas con el
-          Está bien, en cuanto puedas me avisas para que el Teniente hable contigo
-          Si – responde secamente
En otra parte del Hospital la rubia terminaba de contarles un cuento a los niños,  después se disponía a ver a Flammy para después ir a la sala de urgencias y finalmente iría a revisar al Duque, al ir caminando por el pasillo un presentimiento dentro de ella crecía, conforme se acercaba su corazón se aceleraba, no entendía lo que sucedía, al abrir la puerta del cuarto del Duque, se encuentra con la mirada intensa del inglés, su alma parecía salirse de su cuerpo – Terry – dice  finalmente
 El inglés la mira y camina a su encuentro, la abraza sin pensarlo – Candy – siente  que su alma descansa por fin, necesitaba saber que las dos personas por las que tanto temía estaban bien, luego se separa y la mira, acaricia su rostro – Candy, ¿como estas? – pregunta
-          Bien ¿cómo te fue de viaje? – pregunta  separándose de el
-          Sin contratiempos – le  dice sin apartar su mirada de ella
-          No sabes lo preocupada que estaba al no saber si venias en camino, si recibiste el telegrama…
-          Ssh – pone su índice en su boca – ya  estoy aquí
-          Bueno yo vine a revisar a tu padre – dice cambiando de tema luego toma  su bitácora y comienza con su trabajo

El inglés asiente y no deja de mirarla, cada movimiento que hace, cada gesto, se sienta en un sofá y espera a que la rubia termine, ella se pone muy nerviosa al darse cuenta que la observaba, cuando termina respira aliviada – termine  y ¿dónde vas a quedarte? – pregunta  
-          No creo ir a ninguna parte que no sea aquí, iré a la casa que tenemos aquí para asearme solamente, si es que está en condiciones de ser habitada – aprieta  los labios
-          Si necesitas ayuda en cualquier cosa, aquí estaré – le  dice tímidamente
“Te necesito a ti” – piensa  para sí – Gracias  por todo – le  dice finalmente
-          Bien me tengo que retirar, nos vemos luego – se  despide y sale del cuarto

El inglés la mira por el pasillo, sentía un dolor en el pecho no podía contarle nada de lo que había sucedido, ahora menos cuando la situación de su padre también era delicada, tenía que ser fuerte y mantenerse firme para no perder el control frente a la rubia.

Nuevamente volvió a tomar asiento junto a su padre, se veía tan pálido y demacrado, el hombre fuerte que conocía había desaparecido – Padre – murmuro  en voz baja – Debes  recuperarte entiendes – luego  toma su mano – dime  que me escuchas, he venido a estar contigo – el  inglés sintió una leve opresión en su mano, no pudo evitar estremecerse ante la sensación – Padre  ¿me escuchas? – pregunto  nuevamente, pero el Duque no se movía. Así paso el resto del día al lado de su padre tratando de platicar un poco con el aunque no estuviera seguro de que lo escuchaba.

 Por la noche el inglés no pudo ocultar mas su impotencia al ver a su padre inmóvil, sentado en una silla cerca de la cama tomo su mano – padre  sé que me escuchas, me he cegado por el rencor, pero no puedo ocultar lo mucho que te amo, te necesito a mi lado, te necesito fuerte – por  sus mejillas rodaban cristalinas lagrimas – necesito  tu consejo, necesito que sepas lo mucho que te quiero – se  limpio sus mejillas, luego sintió nuevamente que su padre le apretaba la mano esta vez mas fuerte, el inglés se sorprendió ante la respuesta que había tenido, salió del cuarto en busca de la enfermera en turno para avisar de lo que había sucedido – Enfermera, es mi padre me ha apretado con fuerza la mano – le  dice mientras caminan de regreso por el pasillo.
-          Eso es muy bueno joven,  espere en el cuarto voy a avisarle a la Doctora encargada para que revise todos los signos del Duque.
-          Está bien – contesta y regresa a la habitación
Unos minutos después entra Candy al cuarto, para grata sorpresa del inglés – Candy – expresa  sorprendido
-          Me toco guardia esta noche – le  dice  - ¿así  que ha reaccionado?– pregunta
-          Si me apretó la mano, antes ya lo había hecho pero con muy poca fuerza pero esta vez fue más fuerte – explica el ingles
-          Eso es muy bueno Terry, lo voy a revisar – le  dice tomando su estetoscopio para escuchar el corazón, luego le revisa los ojos, le toma el pulso y los reflejos – ciertamente  su pulso es mejor que antes – hace  anotaciones, luego le toma la mano al Duque – Señor  Granchester ¿cómo se siente? – dice  la chica dulcemente, el Duque le aprieta la mano – ho  por Dios tienes razón – dice  la rubia con una gran sonrisa – el  escucha, cuanto me alegro, no cabe duda que el hecho que estés aquí le ha ayudado mucho
-          ¿Tú crees? – pregunta  con curiosidad
-          Por supuesto el te ama – le  dice sonriendo
El inglés solo sonríe – y  bien ahora que sigue
-          Seguiremos el mismo tratamiento, pero tengo mucha fe en que pronto despertara
-          Eso espero – dice  el inglés más tranquilo
-          Bueno me voy, debo seguir con el trabajo – le dice  la rubia mirándolo con cariño
-          Bien nos vemos luego  – le  contesta Terry deseando que no se fuera
La rubia sale y deja a Terry en la habitación, el inglés se siente más tranquilo y contento Candy le daba la fuerza y la confianza para saber que las cosas irían mejor, por su parte la chica salió a hacer su ronda como de costumbre, seguía atendiendo a Jim quien se había convertido en un buen amigo, sin embargo su estado era ahora mucho peor que antes, tendido en la cama y con un dolor que le partía el alma Jim estaba agonizando – Jim, estoy aquí me dijeron que necesitabas verme
-          Gracias Candy – dice  dolorido – te  quiero pedir un favor muy especial
-          Claro dime lo que sea – asiente  la rubia
-          Quiero que escribas una carta para mi novia, ya que no creo poderla escribir yo mismo
-          Por supuesto – luego  abre un cajón de un buro y saca unas hojas de papel – bien  estoy lista – le  indica la rubia
Jim comienza a dictarle la carta - Querida Rose, espero que te encuentres bien, aquí las cosas han ido un poco mal, solo deseo que sepas lo mucho te amo y que siempre te tengo en mis pensamientos……………-  así continuo hasta terminar su carta – recuerda  que tu vida no debe detenerse con mi partida, yo estaré mejor donde voy, se feliz porque solo así yo descansare en paz - la rubia no podía evitar que las lagrimas le rodaran. Sabía que era una carta de despedida.
-          Mañana mismo la pondré en el buzón, hay algo más que pueda hacer por ti – le  dice tomando su mano
-          Me temo que has hecho ya suficiente – le  dice con dificultad
-          Me quedare contigo hasta que te duermas Jim
-          Gracias, será como llegar al cielo de la mano de un Ángel
-          Jim no digas esas cosas – dice  la rubia entre sollozos
-          Tu sabes que es verdad – dice  jim
-          Es mejor que duermas
-          Si es mejor que duerma, Candy – le  dice – gracias por todo, has sido la mejor enfermera que he conocido
-          Solo hago mi trabajo – dice  tomando su rostro – ahora  duerme
-          Está bien – Jim  poco a poco va cayendo en un sueño profundo, sin saber que ya jamás despertaría de él.
Tampoco Candy se percataría de eso hasta la mañana siguiente cuando termina su turno y va a revisarlo por la mañana, al entrar observa que aun sigue dormido, pero al acercarse y tomar su mano nota su mano tiesa y fría, Jim había muerto mientras dormía – Jim – dice  con tristeza – mi  pobre Jim – toma  la sabana y le cubre la cabeza luego sale en busca de Frank para avisarle del deceso del soldado – Frank  al llegar esta mañana lo encontré así – dice  la rubia apesarada
-          Pobre Jim, había sufrido demasiado, iré a avisar al Teniente Neville para que se encargue de todo
-          Claro me quedare con él hasta que vengan por el cuerpo
-          ¿Tu estas bien? – pregunta  el rubio
La joven asiente con la cabeza – el  necesitaba descansar ya, además anoche se despidió de mi – agrega
-          Bien entonces regreso en un momento, ¿estarás bien? – pregunta
-          Si no te preocupes – dice la rubia algo triste, el  joven doctor sale y después de unos minutos trasladan el cuerpo del soldado, Candy se retira con su semblante entristecido por la pérdida de su amigo, caminando por el pasillo se topa con Daniel quien diariamente iba al Hospital, al verla no pudo evitar preocuparse por ella
-          Candy ¿Qué sucede linda? – pregunta con cariño
-          No es nada es solo que … - Candy no podía evitar que sus lagrimas asomaran al instante el joven la estrecha en sus brazos
-          ¿Qué pudo suceder para que llores de esta manera? – dice el joven
-          Un buen amigo falleció – dice separándose de Daniel
-          Cuanto lo siento – dice el joven – ¿qué puedo hacer para que te sientas mejor? – pregunta tomando su barbilla, había algo en ese joven que hacía sentir a Candy protegida
-          Gracias no te preocupes por mi – dice bajando su mirada
-          Qué te parece si mañana vamos a caminar por la tarde – le dice el joven
-          Está bien – dice esbozando una sonrisa
-          Así esta mejor, vengo por ti en la tarde – dice el joven y se retira hacia la oficina de Neville
Ni Candy ni Daniel se dieron cuenta que cerca de ahí se encontraba Terry quien observo toda la escena, estaba más que celoso por la manera en cómo le hablaba a Candy, como se había atrevido a abrazarla y acariciarla, definitivamente ese joven estaba invadiendo un terreno prohibido y el cual estaba dispuesto a defender a capa y espada – No sabes dónde te estás metiendo muchachito – murmuro para sí – mi Candy eres tan ingenua pero yo te voy a proteger – pensaba el ingles

La rubia se dirigía a recepción para  dejar la carta de Jim con la correspondencia para que fuera enviada a América, luego se encamina a los dormitorios, había sido una noche bastante larga llena de sin sabores, se sentía cansada pero sobre todo muy triste, descanso el resto de la mañana para ingresar al turno de en la tarde esperando que la salud del Duque mejorara durante el día.

En Escocia el Conde Rosell terminaba de hacer sus maletas para viajar a la mañana siguiente, su hija Margaret ya se había recuperado de su lesión recibía la visita de Richard quien además ir a ver a Margaret también iba para saber sobre el ataque que había sufrido su padre, el joven estaba tan molesto que deseaba salir corriendo a casa de Giraldi y enfrentarlo él solo, pero Rosell trataba de tranquilizarlo de la mejor manera –  Hay que ser cautelosos hijo, debemos actuar con prudencia ya que es un hombre peligroso, de que te serviría ir, no sacarías más que una buena paliza y la burla de ese hombre
-          No sé qué hacer me estoy volviendo loco aquí solo sin hacer nada, me siento inútil e impotente – dice el joven visiblemente enojado
-          Deberás hacerte cargo de la casa tu padre así te lo encomendó, eres el hombre de la casa ahora y por tu padre no te preocupes su hijo Terruce debe estar con el – asegura el hombre
-          Terruce – murmura – me alegra saber que se preocupo por mi padre
-          Hasta no volver te diré que haremos, por el momento no hagas ninguna locura hijo – le ordena el caballero
-          Se lo prometo Señor – dice el joven
-          Bien ahora quiero que vuelvas a tu casa y cuides de tus hermanos
-          Así se hará y no se preocupe por su esposa e hija yo veré por ellas en estos días
-          Te lo agradezco – dice acompañando hasta la puerta al joven
-          Mucha suerte, nos veremos en unos días – dice el joven estrechando su mano
-          Nos vemos Richard – dice el caballero mirando al joven hasta que sube al coche.
El Conde Rosell no podía evitar sentir algo de culpa por el atentado, sabía que iba dirigido a él y por esa causa su amigo ahora estaba herido. Su esposa lo miraba desde el corredor, sabía que su esposo estaba muy afligido por lo sucedido, pero también sabía que la guerra estaba declarada con el Conde Giraldi, subió al ático y busco de entre todo lo que había ahí se paro frente a un cuadro que estaba cubierto con una sábana blanca, la quito y vio la pintura que había debajo – mamá – susurró – hasta donde llegara ese hombre con su odio y rencor, como es posible que aun después de tu muerte y después de tanto tiempo este empeñado en hacernos daño, ¿qué es lo que busca? – se preguntaba mirando la bella imagen de la dama y que era tan parecida a Candy, el cuadro que llego a descansar en ese lugar precisamente para evitar la ira de ese hombre y que ahora más que nunca estaba decidido a hacerles daño.