Mayo
lleno de dolor
Varios
días pasaron y la rubia continuaba ayudando a Michael, para hacer los días de
los pequeños más amenos leía cuentos por las tardes hasta que se quedaban
algunos dormidos
-
Al ir caminando
por el campo de amapolas Dorothy no pudo más y cayó en un profundo sueño antes
de salir de él, el león corrió lo más rápido que pudo pero tampoco logro salir
y quedo a poca distancia de salir del campo
-
¿Y qué
paso con Dorothy? – preguntaban los niños
ansiosos
La
rubia sonreía al verlos tan involucrados en el cuento – El hombre de hojalata y el espantapájaros
llevaron a Dorothy fuera del campo de amapolas para que se recuperara y
llamaron a la reina de los ratones…….. – así
continuo con el cuento y desde el
umbral de la puerta Frank no podía evitar mirar a la rubia, sin duda alguna era
una mujer entregada a su trabajo en cuerpo y alma.
-
Candy y
sabes la canción del Arcoíris – pregunta una pequeña desde su cama
La
rubia se queda un momento pensando, no era una canción que había cantado antes
pero si la sabia – si, si la se – contesta algo sorprendida
-
Entonces
cántala – dice otra pequeña de ojos verdes como los de ella
-
Si,
vamos Candy cántala – decían todos los niños al unísono
-
Bien
lo intentaré, no soy la major cantante – le sonríe, luego se aclara un
poco su garganta comienza – Somewhere
over the rainbow,Way up high, And the dreams that you've dreamed of, Once in a
lullaby.Somewhere over the rainbow Bluebirds fly…. (En
algún lugar sobre el arco iris, subiendo más arriba y los sueños con los que soñaste
una vez en una canción de cuna. En algún lugar sobre el arco iris las aves
azules vuelan…)
Flammy
también observaba llegando a un lado de Frank – No debería mal acostumbrar tanto a esos niños –
dice en tono molesto
-
Dra.
Hamilton no veo nada de malo en lo que hace la Dra. White
-
Cuando
se vaya esos niños van a sufrir no lo entiende
-
Hacemos
lo que podemos y creo que un momento de felicidad vale mucho en medio de esta
situación – responde el rubio molesto
La
joven frunce la boca y se retira a sus labores
Mientras
en Escocia el Conde Rosell recibía una misiva por parte de la Cámara de Lores,
en su estudio con el Duque de Granchester platicaban sobre el asunto
-
Es
extraño que tengamos que viajar a Versalles, creí que todos los asuntos los
trataríamos en Londres – dice confundido
el Conde
-
Bien
puede ser porque es un tratado de paz e involucra a varios países – indica el Duque
-
Indudablemente
es muy extraño pero está firmado y sellado tenemos que ir
-
Así es
Edward todo porque este conflicto llegue a su fin – agrega con esperanza
-
Además
quizá pueda pasar a saludar a Daniel, para respirar tranquilo – dice el Conde
-
Si
mandare mi confirmación de inmediato, aunque con la enfermedad de la Duquesa no
sé si será conveniente viajar – agrega
el Duque
-
Entonces
deberías quedarte – replica el Conde
-
Lo
comente con ella esta mañana pero, prefiere que me vaya, no quiere que la vea
en ese estado – dice un tanto apesarado
-
Entiendo,
pero es tu esposa y tu obligación es quedarte a su lado
-
Tienes
razón tal vez sea mejor quedarme – guarda el papel en el bolso de su chaqueta –
entonces no voy a confirmar asistencia – dice finalmente
Ambos
se quedan el resto de la tarde tratando algunos otros asuntos y por la noche el
Conde le informa a su esposa sobre la situación
La
Condesa se encontraba leyendo una y otra vez la carta de Daniel, la abrazaba a
su pecho como si lo abrazara a él – la canción del Arcoíris – piensa para sí –
También se la cantaba a mi niña – dijo rodando una lagrima por su mejilla –
pronto cumplirás 20, mismos años que he soñado con volverte a abrazar – luego
seca sus mejillas humedecidas al momento que el Conde entraba a la habitación
-
Victoria
¿pasa algo? – pregunta preocupado
-
No nada
solo leía la carta de Daniel – dice con un aire de tristeza
-
Querida
el está bien, sabes hay una misiva para ir a Versalles – dice el Conde
sentándose a su lado
-
No
Edward por favor no vayas – le dice en
tono suplicante
-
Vamos
Victoria no tienes porque preocuparte iremos varios miembros, será un viaje
corto – le explica
-
Tengo
un mal presentimiento por favor no vayas – insiste – me dejaras sola a Margaret
y a mi – le dice angustiada
-
Querida
dejare gente para que cuiden la casa y de ustedes, serán unos días además
aprovechare para visitar a Daniel – agrega
-
Podría
ser pero no lo sé, algo me dice que no debes ir – replica
-
Tengo
mi confirmación y no voy a cambiar de opinión me entiendes – dice en
tono autoritario indicando fin de la conversación
-
Pero no
digas que no te lo advertí – dice finalmente la dama
Mientras
en el castillo del Conde Giraldi un mozo informaba sobre la invitación
entregada a todos los Lores
-
Amo
todo salió como lo planeamos – dice con suficiencia
-
Bien me
alegra, en cuanto tengas la confirmación de asistencia necesito que vengas a
avisar entiendes – le ordena
-
Como
usted mande amo – hace una reverencia y
se retira, en ese momento iba llegando su hijo el Conde Lissandro Giraldi
-
¿Y
ahora que estas planeando padre? – pregunta con curiosidad
-
Nada
malo, solo estoy preparando un retiro prospero para mi hijo
-
No
necesito tus favores, soy lo bastante capaz – replica molesto
-
No
tienes el suficiente carácter, es por eso que tu hijo es un bueno para nada
-
Como lo
sabes si ni siquiera vive contigo, el es un buen hijo, he hecho lo posible para
alejarlo de todo mal
-
Alejándolo
de mi, por supuesto – ríe irónico
-
Y que
querías que nos quedáramos a vivir contigo, tu vida está llena de secretos y de
sombras no iba a permitir que creciera en este ambiente
-
Por
favor, mi vida ha sido honorable pregunta a cualquiera y te lo confirmaran
-
Claro
sembrando el miedo a tus súbditos y tratando a la gente de la peor manera, tal
vez hasta hayas mandado matar a alguien – le dice mirándolo fijamente
-
Calma
Lissandro – le da una palmada en la
espalda – no soy un asesino – luego toma una fusta de cuero y se dispone a
retirarse no sin antes detenerse frente a su hijo – yo corrijo – y con la fusta recorre la cicatriz que lleva en su
mejilla izquierda, luego mira sus manos y sale de aquella sala.
-
Claro –
piensa para si – solo corriges padre – y se frota su mano izquierda con la yema de sus
dedos, pasando por las pequeñas cicatrices que forman bordes uniformes como
puntos, cicatrices que eran la muestra clara de los correctivos impuestos por
su padre cuando aún era un niño.
En
Francia la primer semana de Mayo Candy festejaba su cumpleaños, en una sala se
reunieron algunos compañeros y amigos para hacer pasar un momento ameno a la
rubia.
-
Candy
Felicidades – se acerca Michael y la
abraza cariñosamente
Luego
se acerca Frank y también la rodea con sus brazos – Felicidades, tu sabes lo
importante que eres para mi, hubiese deseado festejarte de otra manera pero
dadas las circunstancias – pone en su
mano un estuche y la atrae nuevamente
estremeciendo a la rubia
-
Gracias
Frank – corresponda ruborizada – de cualquier manera es un día feliz para mí-
mira la caja con curiosidad
-
Vamos
ábrela – le anima
Abre la
caja y encuentra un par de pendientes, eran unos diamantes en forma de gota –
pero Frank no debiste – dice sorprendida ante el detalle
-
No es
nada esto y más te mereces – le dice
mirándola a los ojos
-
Gracias
– dice finalmente
Luego
se acercan más compañeros a felicitar a la joven, Jonathan el soldado la alza
por los aires, el Teniente Neville se acerca y la felicita – sabes Candy tengo una hija de tu edad, me alegra
poderte abrazar me hace recordarla.
-
Gracias
Teneinte – sonríe
Poco a
poco todos se van retirando a sus ocupaciones, Candy no se sorprendió de no ver
a Flammy en la fiesta, sabía que era difícil de ablandar su corazón pero haría
lo posible por hacer más llevadera su relación en el Hospital.
En
Nueva York también el inglés recordaba ese día especial se encontraba
nostálgico, estaba de visita en casa de su madre, ella percibía esa tristeza –
hijo sigues preocupado
-
Madre,
hoy es el cumpleaños de Candy
-
Ho
Terry, no sé qué decirte – le toma su
mano – ya festejaran cuando ella vuelva
-
Claro –
aprieta su boca en una línea
-
Veras
que todo estará bien hijo
-
Bien me
tengo que retirar, iré a ver a Robert y luego con Susana
-
¿Así
que son amigos ahora?
-
Que
ironías de la vida ¿no? – dice – sabes antes de irse a Francia Candy me pidió que la
cuidara, en su voz había algo de preocupación, sin embargo ha estado bien
-
Así es
Candy ¿no? – dice su madre sonriendo
-
Si así
es ella, madre me tengo que ir – se despide
-
Está
bien vendrás mañana
-
Si qué
te parece si comemos juntos
-
Excelente
hijo – luego lo acompaña hasta la puerta y ahí se despiden – nos vemos
-
Hasta
luego Eleonor
Mientras
en la casa de Susana su madre se preparaba para salir a hacer algunos asuntos
-
Susana,
iré a hacer unas compras, vuelvo en unas horas – le dice apresuradamente
-
Está
bien madre, ve y demora todo lo que quieras – le sonríe
-
Hija
sigues con eso, deberías descansar un poco – le
dice señalando la prenda que
estaba zurciendo
-
Terminare
pronto y te prometo descansar mamá – luego siente una extraña sensación-mama te había
dicho lo mucho que te quiero
-
Hija –
la Sra Marlow rodea el sofá y se sienta
a su lado – también te quiero, eres lo
mejor que me ha sucedido en mi vida – la abraza
La
joven corresponde a su abrazo – ahora vete antes que te retrases mas
-
Bien-
nos vemos en un rato
Al
abrir la puerta para salir Susana la interrumpe – mamá
-
Si dime
hija – la mira sosteniendo la puerta
-
Sabes
me apetecen frutillas ¿podrías conseguirme?
-
Claro
Susana – le sonríe y sale de la casa
Al
quedarse sola y sin entender aquella sensación continua con su costura, sin
embargo un entumecimiento en su brazo le impide continuar, se toma el brazo y
trata de masajearlo un poco, luego un dolor en el pecho la hace sofocarse,
trata de tranquilizarse pero el dolor se le clava en el pecho, se siente mareada
y el dolor le nubla la vista, trata de pedir ayuda pero su voz no responde –
por Dios que me está pasando – piensa –
me duele demasiado, siento adormecida la
boca, me tiembla, mamá regresa por favor – suplicaba, en un intento por incorporarse cayo al lado
del sofá, poco a poco aquel dolor le partía el pecho, ahí boca abajo y sin
fuerzas estaba Susana, sintiendo aquel dolor que poco a poco le nublo la razón,
una frialdad recorría su cuerpo, luego su corazón dejo de latir, una gota de
saliva caía por la comisura de su labio, ahí estaba el cuerpo sin vida de
Susana tendido en la pequeña sala de su casa.
Mientras
su madre caminaba apresuradamente hacia la casa cuando recordó que Susana le había
pedido frutilla – Susana – piensa – como me pides frutilla, como aquel invierno – luego
un mal presentimiento invadió sus
sentidos – frutilla, ho no Susana – y corre lo mas que puede, torpemente abre la
puerta – Susanaaaa!!! – grita, todo está en completa silencio – Susanaaa!!! –
vuelve a gritar, luego camina y mira al
piso a un lado del sofá, ahí estaba el cuerpo tendido de su hija – No Susana, no hija por favor – corre y se arrodilla poniendo su cabeza en su regazo
– hija contesta, por favor – lloraba inconsolablemente, repitiendo el nombre de su
hija, la abrazaba, y le tomaba el rostro.
El inglés llegaba a la casa de Susana cuando antes de entrar escucha el
llanto de su madre, un dolor se clavo en el pecho al sospechar lo que estaría
sucediendo, entra apresuradamente al ver la puerta abierta para descubrir lo
que tanto temía, miro asustado aquella escena, una madre llorando la pérdida de
su hija – No Susana – repetía – Por Dios no puede ser – repetía una y otra vez, la mujer al verlo – Terruce dígame que está dormida por favor – le decía entre sollozos – está dormida pronto despertara – decía en un estado de ausencia – debo traer su frutilla ella me pidió que le trajera
– repetía con la mirada vacía y llorando
desconsoladamente.
-
Señora – el inglés le toma el brazo, y niega con la cabeza
-
No no me diga eso Terruce
-
Iré por
ayuda Sra.Marlow – le dice al ingles
Sale a
toda velocidad en su coche hasta el Hospital, en recepción estaba Sara, llega
corriendo hacia ella – Sara tu papá ¿dónde
está? – pregunta desesperado
-
¿Qué
pasa Terry? estas muy alterado – dice la
joven preocupada
-
Es
Susana esta tendida en su casa no se mueve – casi grita
-
En
seguida lo busco – Sara sale a buscar a
su padre quien de forma casi inmediata viene corriendo con su pequeño maletín
-
Vamos
Terry – le dice el Doctor al verlo
Al
llegar a la casa, colocan a la joven en el sofá, luego la revisa pero ya nada
se podía hacer, el gesto del Doctor Curtis confirmaba lo que todos temían, Jack
venia llegando cuando vio la casa de
Susana llena de personas - ¿Paso algo? – preguntó a un vecino
-
Al
parecer la señorita Marlow murió
-
¿Cómo? -
pregunta incrédulo - ¿muerta?
-
Si como
lo oye, pobre tan joven – se lamenta
Entra y
escucha el llanto de la Sra Marlow, Terry estaba en otra parte de la sala en
silencio, con su mirada perdida, cuando el Dr. Curtis se acerca – Terry lo siento mucho, ella murió hará unas 3 horas
El inglés lo mira desconcertado - ¿cómo pudo pasar doctor?
-
A veces
los paros cardiacos pasan sin previo aviso, en ocasiones se presentan algunas
molestias, dolor en el pecho, sofoca miento, adormecimiento del brazo izquierdo
-
Ella me
dijo que sentía entumido el brazo, pero prometió avisarme si volvía a sentirse
mal – dijo sin entender
La Sra.
Marlow escuchaba y envuelta en su dolor – fue su culpa Terruce!!! – le grita – debió avisar al doctor, debió decirme a mí
-
Señora
es que no volvió a decirme nada, supuse que estaba bien
Jack
estaba atento a aquella platica – Señora
Susana tuvo una recaída en la posada ella no quiso que le avisáramos
-
¿Pero
que dice porque no me avisaron? – le grita
-
Señora
Marlow – le dice el galeno – ella no quería darle preocupaciones ni molestias, fue ella quien así lo decidió
-
No, no
puede ser – lloraba, luego miro al inglés – tal vez si se hubiera casado con ella seguiría
viva – le grita envuelta en llanto
El
inglés estaba aturdido, de alguna manera se sentía culpable, y las palabras de
la Sra. Marlow retumbaban en su cabeza – si fue mi culpa – se decía – debí estar más atento, debí llevarla a revisión –
se pasaba las manos por el cabello sin
entender lo que el destino estaba haciéndole en ese momento.
Por un
momento no pudo mas con todo lo que sucedía, sentía remordimiento y culpa, tomo
su coche y manejo a toda velocidad hasta su departamento, se interno en el
parque que estaba frente al edificio y comenzó de nuevo a lamentarse – Susana
fue mi culpa – decía con desesperación – ahora que le diré a Candy, como voy a
decir que no preste atención en la salud de Susana – se decía apesarado – como
voy enfrentar esto – alzaba su mirada al cielo sin entender, por un rato mas
estuvo en ese lugar, hasta sentirse un poco más tranquilo, luego se retiro a su
departamento envuelto en una nube de desesperación y culpa.
Más
allá al otro lado del mar en Escocia se vivía una situación muy similar, la
Duquesa había empeorado, el cáncer en su intestino se había extendido dañando
otros órganos de tal manera que sus días estaban contados. Ese mismo día había
pedido hablar con el Duque a solas en un intento por tranquilizar su conciencia,
el Duque al entrar se sorprendió de ver como estaba demacrada, tan delgada y su
piel amarilla, su voz débil le invitaba a tomar asiento en la silla que estaba
cerca de la cama.
-
Y bien
querida querías hablar conmigo a solas – le dice al tomar asiento
-
Sí es
momento de pedir perdón y arrepentirse ¿no? – dice con sus ojos vidriosos
-
No
digas eso, no debes alterarte – le dice reconfortándola
-
Necesito
hacerlo, sabes por mucho tiempo, cuando se anuncio nuestro compromiso no me
importo mucho si estabas o no enamorado de mi, el hecho de casarme con el Duque
de Grandchester era suficiente para mí y mi familia – dice la Duquesa
El
Duque suspira ahogando sus palabras – conocía a Eleonor y desde que la conocí
la aborrecí con mi alma – continuaba
hablando la dama – solo el peso de su nombre hizo que nuestro matrimonio
fuera un completo fracaso, ella tenía todo lo que yo quería de ti, aun si vivía
en tu casa y ella al otro lado del mar, ella siempre tuvo tu amor – lo mira
rodando cristalinas lagrimas por sus mejillas
El
Duque no sostuvo su mirada – Todo eso es parte del pasado – le dice – he estado
aquí siempre a tu lado
-
Pero
siempre amándola a ella, ella te dio a tu primer hijo aunque ilegitimo es tu
hijo y se lo mucho que lo quieres, yo misma robe algunas cartas que llegaban a
la casa con tal que no tuvieran contacto pero todo fue en vano, claro que me
arrepiento – le dice al sentir la mirada sorprendida del Duque – también a él
quisiera pedirle perdón pero dudo que quiera verme, siempre fue rebelde pero
creo que él lo único que quería era llamar tu atención, te pedía a gritos un
poco de amor, pero tu cegado por el poder lo ignorabas – continuaba diciéndole
-
Terruce
siempre fue así, reconozco que no fui el mejor padre pero no le impedí seguir
con su camino, eso es un punto a favor creo yo – le dice
-
Richard,
prométeme que vas a arreglar tus diferencias con Terruce y que vas a pedirle
perdón en mi nombre, también quiero escribir una carta – dice indicándole el
cajón del buro a su lado – alcánzame papel y pluma por favor – le pide
-
Estas
muy débil querida no deberías fatigarte
-
Es mi
última voluntad o me las vas negar – le dice retadoramente
-
Está
bien – luego saca una hoja y un bolígrafo
y se los tiende
-
Bien
seré más que breve, no hay mucho que decir – luego comienza a escribir unas
breves líneas, toma la hoja y la dobla por la mitad – ten – se la entrega –
dásela cuando lo veas
-
Está
bien, ¿deseas alguna otra cosa? – le pregunta
-
Quiero
hablar con mis hijos, no quisiera que se quedaran con la mala impresión sobre
Terruce y Eleonor, durante muchos años los envenené diciéndoles cosas sobre
ellos y quiero enmendar mis malas acciones
-
Bien
los mandare traer – el Duque asiente y sale en busca de sus hijos, tras algunos
minutos entra en el dormitorio acompañado de sus tres hijos, todos con su
semblante de preocupación, rodean la cama Katherine la más pequeña se sienta a
su lado, Jeremy y Richard a su lado frente a su padre.
-
Hijos –
les dice – quiero pedirles que cuando yo ya no esté, obedecerán a su padre en
todo lo que les ordene, que no lo dejaran solo – dice mirándolos con cariño
-
Mamá,
te pondrás bien – dice Richard
-
Sabemos
que no hijos – les dice – mi final está muy cerca por lo que también quiero
hacerles una petición especial
-
Claro
que si, de que se trata – dice Jeremy acercándose a tomar su mano
-
Como
ustedes saben tienen un hermano mayor – los mira expectantes – Terruce
-
Si lo
sabemos – dice Richard con voz seria – que tiene que ver él en todo esto
-
Yo
cometí el gran error de siempre hablar mal de él con tal que no lo llegaran a
ver como su hermano, sin embargo el lleva la misma sangre que ustedes y nunca
lo traté de la mejor manera – tose un poco – pero estoy segura que él a ustedes
los quiere
-
Mamá no
deberías continuar te estás fatigando demasiado – dice Richard
-
Necesito
que me prometan que lo van a querer, que van a aceptarlo, el es un buen chico,
al igual que su madre, ellos no tienen nada de culpa en lo que haya sucedido
entre su padre y yo – dice con cierta vergüenza – en todo caso yo fui quien
sembró toda mi amargura en mi camino
-
Querida
no sigas – dice el Duque en una necesidad de protegerla
-
Quiero
que me hagan esa promesa hijos – les dice finalmente
-
Claro
que si mamá, no tienes porque preocuparte – dice Jeremy quien no tenía más de
14 años
-
Bien
entonces pueden retirarse mamá quiere descansar – les dice, todos asienten y se
retiran dejando solo al Duque en la habitación
-
Será
mejor que duermas un poco – le indica
-
Claro
ahora me siento mucho más tranquila, solo quiero dormir, dormir mucho – le dice
sabiendo que su final estaba ya muy cerca
-
Estaré
al pendiente – le dice al tiempo que salía de la habitación
-
Gracias
Richard – dice la Duquesa
-
No te
fatigues mas y duerme – le dice desde la puerta, luego la cierra tras de sí.
En el
estudio el Duque, se sirve un trago de Whisky, pensaba en todo lo que había
sucedido minutos antes, el arrepentimiento de la Duquesa lo había conmovido,
pero aún más la carta que decidió escribirle a Terruce, la saco y la puso en un
sobre, la cerro y la guardo en el cajón de su escritorio, luego a su mente vino
la imagen de Eleonor, cuánta razón tenía
su esposa en decir que siempre había tenido su amor y así era, su corazón solo
se estremecía y latía con más fuerza cuando la recordaba, acaso la vida le
podría dar una oportunidad para recompensar a esa dama por tanto dolor que le
había causado, sacudía la cabeza al darse cuenta a donde habían llegado sus
pensamientos – que te pasa Richard, tu esposa está en su lecho de muerte y tu
estas pensando en ella – se sirvió otro vaso de Whisky y se lo bebe de un
sorbo, luego se dispone a trabajar un poco antes de la cena.
Poco
antes de la cena la mucama llevaba los alimentos a la habitación de la Duquesa,
al entrar la encuentra tendida en la cama, aparentemente dormida, pero al
tratar de despertarla para ofrecerle sus alimentos se da cuenta que no responde
y por mas intentos que hizo por despertarla no pudo, salió corriendo hacia el
estudio para avisar al Duque quien de inmediato corrió a lado de la Duquesa –
Ve y busca al doctor – le ordena a la mucama, acto seguido la joven obedece. El
Duque se quedo a solas con su esposa quien yacía en su cama sin vida,
demacrada, con una sombra obscura alrededor de sus ojos y con la piel casi
pegada a los huesos tan delgada que no
quedaba algún rastro del dama llena de vida que conoció hacia ya más de 17
años, espero hasta que llegara el doctor, sus hijos entraron a la habitación, el
ruido de la mucama corriendo por la casa les advirtió que algo estaba
sucediendo, lo inevitable había sucedido, Katherine lloraba en el lecho de su
madre – mamita – decía la pequeña, Richard el mayor se mordía los labios para
enjugar su llanto, miraba a Jeremy como tomaba la mano de su madre y le
hablaba, su padre solo los miraba, los dos Richard mantenían su postura, debían
ser valientes y fuertes – Papá – dice acercándose a él – hay que sacarlos de la
habitación dice mirando a sus hermanos, el Duque asiente con la cabeza – hijos,
porque no acompañan a su hermano al estudio, yo me quedare aquí con su madre
hasta que llegue el doctor – los jóvenes aunque se resisten finalmente salen de
la habitación, Richard mantenía la cordura, tenía un carácter muy parecido al
de Terry, no mostraba debilidad pero también sentía una gran tristeza, sabía
bien quien lo conocía tal cual y con quién podía desahogar su dolor, pero por
el momento tenía que estar al lado de sus hermanos.
La
noche transcurrió lenta y dolorosamente para la familia Grandchester, poco a poco
los hijos del Duque se retiraron a descansar un poco, el Duque paso casi toda
la noche en vela, entre el traslado del cuerpo de su esposa, dar parte a las
autoridades no le dio tiempo de descansar y dormir un poco antes del amanecer.
Al
brillar los primeros rayos del sol Richard el mayor ya se había puesto de pie,
vestía un traje en color negro, un broche con el escudo de armas de la familia
Grandchester, antes de tomar el desayuno salió de la casa, caminaba a toda
prisa, con zancadas largas pero firmes, aquel joven tenía ojos azules como los
de Terry, cabello castaño claro, bastante buen mozo, había heredado la
elegancia de su padre, pronto llego a una hermosa villa, una joven de cabello
rubio y ojos verdes corrió rápidamente a la puerta justo antes de que el
pudiese tocar, al verla el único impulso del joven fue abrazar a aquella dama –
Richard – decía en su oído – nos avisaron esta mañana cuanto lo siento – le
decía con voz dulce
-
Margaret
– dice al separarse de ella – gracias por estar aquí – toma sus manos y deposita un beso en cada una
-
Pasa,
mamá y papá están adentro – dice invitándolo a entrar
-
No
quiero ver a nadie – luego la mira a los ojos – solo hay una persona a quien
quería ver
-
¿Quieres
caminar un poco? – le pregunta
-
Si es
mejor – asiente
-
Le avisare
a mis padres en un momento vuelvo, seguro que no quieres entrar – pregunta y el
niega con la cabeza, un minuto después caminaban disfrutando de los primeros
rayos del sol
-
Ahora
que murió mi madre van a cambiar tantas cosas, ignoraba muchas otras que nos
revelo antes de morir – dice el joven algo confundido
-
Porque
van a cambiar, ¿qué es lo que paso? – pregunta la joven
-
Se
trata de mi hermano Terruce, por mucho tiempo sentí rencor y a la vez
curiosidad por conocerlo mas, ahora me di cuenta que viví todo el tiempo
engañado y el no fue más que otra víctima del gran error que cometieron mis
padres al casarse
-
Entonces
piensas conocerlo – pregunta
-
Si, de
pronto mis fantasmas desaparecieron, no sé que sentir con respecto a mi madre,
me alegra saber que enmendó un poco sus errores, se fue en paz y solo Dios la
juzgará lo mismo que a mi padre – dice con gran decepción
-
Me da
gusto saber que estas dispuesto a conocerlo – le dice con una pequeña sonrisa
-
Tal vez
me dedicaré más a trabajar al lado de mi padre, pronto cumpliré 18 y quiero
forjar un patrimonio para cuando me case – dice mirándola fijamente
La
joven siente un remolino en su interior – ha pues eso está muy bien de tu
parte, Daniel también trabajara con mi padre cuando vuelva – agrega
-
Y como
está el, ya recibieron noticias de el
-
Si el
está muy bien, creo que le hacía falta algo de disciplina – sonríe
-
Margaret
– se para y toma a la joven del brazo
-
¿Qué
pasa? – pregunta intrigada
-
Yo no
quiero vivir la vida como mi padre, casado por obligación y no por amor – dice
mirándola con voz aterciopelada
-
Veras
que no, el Duque tuvo sus motivos, pero para ti las cosas serán diferentes –
dice tratando de reconfortarlo
-
El
asunto es – dice mirando cada centímetro de su rostro – que la mujer con quien
desearía formar una familia es justo la misma dama que se refleja en mis ojos
Margaret
estaba más que nerviosa, su manos heladas evidenciaban su nerviosismo – Richard
no sé qué decirte – dice bajando su mirada
-
Solo
dime si tengo alguna esperanza, no quiero ser tu amigo toda la vida y estar
esperando algo que nunca sucederá – dice mirándola con gran ternura
-
Si –
dice en un susurro – si quiero ser un día tu esposa – dice ruborizada
El
joven sin pensarlo la abraza y la alza por el piso – Entonces pediré tu mano
después de los funerales de mi madre – dice más tranquilo
-
Está
bien, yo hablare con mis papas para que estén enterados
-
Bueno
tengo que regresar, no sé porque tuve este impulso, pero sentí una extraña
necesidad de decírtelo, de refugiarme a tu lado, después de todo en casa soy el
hijo mayor, debo mantener la cordura
-
Siempre
estaré contigo a tu lado – dice dulcemente la joven – quieres que te acompañe
-
No, mas
tarde, quiero estar con mis hermanos esta mañana
-
Claro –
ella asiente, luego el deposita un beso en la mano y se despide, dejándola
envuelta en una extraña sensación de emoción y curiosidad por sus arrebatos.
Richard regreso a la Villa, algunas personas habían llegado atraídos por la
noticia que pronto corrió por cada rincón de Escocia, aquel joven tenía un
carácter más que parecido al de Terry, era algo impulsivo aunque mucho más
tranquilo, tal vez porque a él la vida no lo había tratado tan mal, la relación
con su madre no era tan cariñosa como hubiese querido, pero eso no le impedía
que sufriera por su muerte, sentía compasión por su padre, al verlo ahí en el
estudio pensativo entendió que las cosas deben hacerse por amor y no por
obligación, trataría por su parte de estar a su lado y además estaba dispuesto
a convivir con su hermano mayor.
Tanto el Duque como Terry estaban viviendo situaciones muy similares, ambos
habían sido estrujados por la vida de una manera tan violenta, cada uno cargaba
con un gran peso, el Duque tendría ahora que buscar a su hijo, pedirle perdón
en nombre de su esposa y tal vez si la vida le daba la oportunidad reconquistar
a la mujer que aun seguía amando. Pero para Terry la vida seria aun mas
difícil, sus remordimientos y culpas lo atormentaban, los reproches de la Sra.
Marlow le hacían ver que él era el culpable de la muerte de su hija, sin
embargo a su lado tenía a su gran amiga y madre Eleonor Becker para ayudarlo
cualquiera que fuera su situación.
En otra parte de Francia en el Hospital Saint – Louis Candy terminaba sus labores,
de pronto sintió una angustia en su pecho, como si algo le preocupara, no
entendía lo que pasaba, se retiro a su dormitorio que compartía con una
enfermera inglesa, esa noche le tocaba guardia por lo que agradeció poder estar
sola en la habitación, al recostarse aquella angustia no desaparecía – Pero que
es lo que sucede – se preguntaba la rubia – Señor protege a todos mis seres
queridos, cuida de ellos y en especial de Terry – pidió en un intento
desesperado de aliviar su preocupación, luego empezó a tararear esa conocida
melodía que también extrañamente tenía mucho más presente en esos días. Muy
cerca de ahí en un campamento militar un joven rubio miraba las estrellas a
través de una rendija que había en el techo de la gran carpa, un extraño presentimiento
le hizo estremecer su piel – es tan extraño todo esto – pensaba – siento que
algo va a suceder – sacude su cabeza y comienza a tararear una conocida
canción.