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viernes, 15 de noviembre de 2019

CAPITULO 27


Un Angel entre escombros

En Escocia el Conde Rosell se preparaba para su viaje a Paris, esa misma tarde un tren que lo llevaría a Dover y luego a Calais, ya tenía más personas vigilando la casa eso le daba tranquilidad, un mozo lo acompañaba en su viaje además de tres lores de la cámara designados para revisar la condición de los miembros que estaban hospitalizados, irían bien protegidos les habían brindado todo el apoyo necesario.

En el castillo del Conde Giraldi recibía las noticias del ataque, enfadado se enteraba del fracaso de su plan.
-          ¿Pero cómo es posible, que no pueden hacer nada bien? – grita  enojado
-          Amo, había soldados franceses no nos percatamos y repelieron la agresión
-          Y dices que lograron atrapar a uno de los nuestros
-          Sí, pero no creo que hable, el solo recibió la paga y no supo de donde provenía
-          Quiero que lo busques y lo vigiles y en la primer oportunidad lo matas – le  dice enojado
-          Pero amo, es demasiado riesgoso – dice  el mozo nervioso
-          Lo harás o de mi cuenta corre que no vuelvas a ver a tu familia
-          No ellos no, hare lo que me dice – le  contesta con miedo
-          Bien entonces no regreses hasta que cumplas con tu encomienda
-          Hay algo mas – dice  temeroso
-          ¿Qué sucede?
-          El Conde Rosell, no viajo
-          Pero qué diantres, que no dijiste que confirmo – gruñe molesto
-          Si pero no supe que sucedió amo
-          Maldición, es que tengo que hacerlo yo todo – dice  dando un golpe a la mesa
-          Sé que el Duque de Granchester está entre los heridos
-          También ese se salvo, maldición – exclama  enojado
-          Tendremos que esperar y buscar otra oportunidad, no podremos actuar hasta que las cosas se tranquilicen
-          Hay otra cosa de la que me entere amo – dice  temeroso ante la actitud del Conde
-          ¿Qué más pasa? – pregunta  enfadado
-          El Conde Rosell, tiene pistas sobre el paradero de su hija, Laila Connor parece que está haciendo un buen trabajo
Sus ojos se oscurecen – Quiero  que investigues todo sobre esa mujer y en cuanto tengas la información, me la haces llegar, tú te encargaras de desaparecerla y deshacer cualquier forma posible que dé con la muchacha.
-          Como ordene no será difícil, la mucama de Rosell es buena amiga de mi hijo y por eso tengo esa información – dice  el empleado
-          Bien, creo que te estás ganando una recompensa, pero primero quiero ver resultados, también quiero que interceptes la correspondencia proveniente de América dirigida a Rosell me la hagas llegar a mí.
El mozo asiente con la cabeza – Si  no se le ofrece nada más me retiro
-          Vete ya, necesito estar solo, tengo mucho que pensar – dice  tomando asiento nuevamente.

El mozo se retira en medio de una sensación de miedo que le invadía los sentidos, sabía que el Conde Giraldi era un hombre cruel y no se detenía ante nada, por lo que busco la manera de encontrar a aquel hombre y desaparecerlo, de la misma manera que tendría que saber más sobre Laila, su paradero, sus avances, todo lo relacionado con la hija del Conde Rosell.

En Paris los primeros rayos del sol comenzaban a asomar, Candy ya estaba de pie antes de comenzar con su trabajo pasaría a ver al Duque y a su ahora amiga Flammy, al entrar en la habitación del Duque miro a Terry tumbado en un pequeño sillón, dormía aun por lo que aprovecho para platicar un poco con el Duque
-          Buenos días, ¿cómo amaneció el día de hoy? – pregunta la dama casi en un susurro inaudible, toma la bitácora y revisa las ultimas anotaciones – ha mejorado mucho y tengo toda la confianza en que pronto abrirá sus ojos – dice acercándose y tomando su mano – Sabe que su hijo desde que llego no se ha separado de aquí, es porque realmente lo ama y lo quiere ver sano – en ese momento el Duque oprimió ligeramente la mano de la rubia – Lo sé pero necesita decírselo en persona – decía la dama, levemente movía los dedos pero parecía que era un esfuerzo muy grande para el hombre por lo que no podía hacerlo por mucho tiempo – Ahora descanse, pero prométame que va a luchar – dice la dama retirándose de la cama, se giro y miro al inglés sumido en un sueño tan apacible parecía ser otra persona, sus largas pestañas caían sobre sus mejillas, su barba comenzaba a crecer y un mechón de su cabello estaba sobre su frente al mirarlo no pudo evitar que un suspiro escapara desde lo profundo de su corazón, camino a su lado y se hinco en sus tobillos para mirarlo más de cerca, al retirar el mechón de su cara el inglés abrió los ojos encontrándose con la mirada de la rubia, pero Candy se sonrojo al estar tan cerca de él que se puso en pie de inmediato.
-          No espera – le dice ingles tomándola de la mano
-          No quise despertarte – dice la rubia excusándose
-          No sentí cuando entraste, debí estar muy cansado
-          Si eso me temo – dice mirándolo con curiosidad – Terry no has salido de esta habitación desde que llegaste, me pregunto si tienes un lugar donde ir – dice la dama
El inglés se frota la barba esbozando una sonrisa – No Candy, llevo tres días aquí y solo me he bañado una sola vez, es algo complicado pero la casa que tenemos en Paris no está en condiciones de ser habitada,  hago lo que puedo – dice resignado
-          Te ofrecí mi ayuda porque no me habías dicho
-          Creo que te he visto bastante ocupada – dice recordando su cita con Daniel – no quisiera distraerte
Pero Candy ignoraba la situación – por Dios Terry si alguna vez fuimos amigos… - dice titubeante
-          Disculpa, claro que quiero que me ayudes – interrumpe el ingles
-          Bien pues entonces vamos, te darás un baño mientras yo hago la colada con tus ropas – dice tendiéndole la mano y el  tomándola inmediatamente
Así tomados de la mano caminaron por los pasillos del Hospital, había poca gente en los pasillos y por un momento olvidaron la agobiada vida que llevaban en ese lugar, tan pronto llegaron a los dormitorios la rubia le dio lo necesario a Terry para que se dirigiera a las regaderas mientras ella iba a la parte exterior para lavar sus ropas, algunos minutos pasaron y el inglés se conducía al dormitorio de Candy como ella le había dicho para terminar de vestirse y esperar a que ella llegara, terminaba de abotonar la camisa cuando la rubia llegaba, el verlo fresco, limpio y aun con su melena castaña húmeda hizo que su corazón se acelerara, sus miradas se cruzaron pero Candy rompió el hechizo de ese momento – Se siente mucho mejor ¿no?
-          Si mucho mejor – susurra
-          Debemos volver – dice de inmediato – antes de empezar mi turno debo visitar a una amiga – dice la dama
-          Tienes muchos amigos ¿no?, aquí en el Hospital – murmura algo serio
-          Pocos – repone sin entender
-          Me da gusto – dice caminando hacia la puerta – Candy ¿cuándo volverás a América? – pregunta
-          No lo sé, aun no nos han dicho nada – dice saliendo de la habitación – cuando esto termine tal vez
-          ¿Me lo dirás cuando lo sepas? – pregunta el ingles
-          Si claro – responde y continúan caminando hasta la habitación del Duque, Frank estaba revisándolo cuando la pareja entro, ambos se sorprendieron al verlo lo mismo que Frank
-          Buenos días Terry.. Candy – saluda el galeno
-          Buenos días Frank – saluda Terry – ¿Cómo encuentras a mi padre? – pregunta
-          Hola Frank – saluda la rubia tímidamente respondiendo el rubio con una sincera sonrisa
-          Mucho mejor, entre abrió los ojos y ha movido sus dedos, eso es más que mejor, lo mantendré en observación durante este día para ver los avances, cualquier cosa que observes avisa a la enfermera en turno – dice el rubio
-          Qué bien entonces se está recuperando – dice con esperanza
-          Así es amigo – dice el rubio dándole una palmada en la espalda
-          Bueno yo me tengo que retirar – dice la rubia – nos vemos luego
-          Candy espera – dice Frank – te acompaño – dice encaminándose a la puerta – nos vemos luego Terry
-          Si nos vemos – dice lanzando una mirada a la rubia, en el pasillo Frank aprovecho para hablar con Candy
-          Candy, quisiera hablar contigo, tengo muchas cosas que platicarte y algunas preguntas – dice el galeno
Candy temía verse descubierta con respecto a Terry pero no quería mantener mucho tiempo la misma situación – Por supuesto Frank
-          Vamos a mi consultorio ahí hablaremos sin contratiempos – indica el galeno
Al estar en el consultorio Frank pregunta sin rodeos - ¿Cómo es que conociste al Duque de Grandchester?
-          Yo pues… fue en el tiroteo, cuando lo llevaban en la camilla Daniel menciono que él era el Duque de Grandchester – Candy mintió para no lastimar al rubio
-          Entiendo – dice pensativo – llevas una buena relación con el chico ¿no es así?
-          Pues sí, es buen amigo, dice que le recuerdo a su hermana y me ha platicado muchas cosas de su vida – repone la dama
-          Lo entiendo es muy fácil confiar en ti – dice mirándola fijamente
-          Bien pues me retiro, debo prepararme iré a la diligencia – dice la dama poniéndose de pie
-          Tengan cuidado – dice confundido – no andes sola por favor – dice suplicante
-          Claro que si no te preocupes, nos veremos por la tarde – dice la dama despidiéndose
-          Si nos vemos – se despide el galeno quedándose solo y pensativo en su consultorio, no estaba muy convencido con la respuesta de la rubia pero tampoco quería agobiarla con sus interrogatorios.
En la recepción del Hospital un elegante caballero preguntaba por el Duque de Grandchester a la enfermera encargada – ¿Es usted familiar? – pregunta la enfermera
-          No, yo soy un viejo amigo – repone el caballero
-          Mire señor por lo delicado de la situación con el Duque será necesario que de aviso al Teniente Neville antes de que reciba cualquier visita – indica la dama
-          Si si entiendo – titubea el caballero
-          Si me permite espere aquí yo ire con el Teniente – indica la dama, retirándose de inmediato
Algunos minutos pasaron cuando venía de regreso la enfermera acompañada del Teniente
-          ¿Conde Rosell? – pregunta Neville
-          A sus ordenes – dice el caballero poniéndose de pie
-          Lo estaba esperando – indica el Teniente – necesitamos hablar sobre el ataque, es una situación muy delicada
-          Claro por eso mismo he venido – concede el caballero
-          Si me acompaña por favor – le dice caminando por el pasillo, en ese momento Daniel llegaba al Hospital y alcanzo a ver a su padre, apresuro su paso logrando llegar hasta él, el Conde al verlo no pudo evitar abrazarlo con cariño – Daniel hijo que felicidad volver a verte – indica el caballero
-          Papá como los extrañe – repone el joven
-          Si gusta me puede alcanzar en mi oficina – interrumpe Neville
-          Ho perdón Teniente, no me di cuenta – se excusa el caballero
-          Daniel lleva a tu padre a mi oficina cuando terminen – indica el Teniente
-          Si Señor – contesta con voz firme, luego vuelve su atención a su padre – ¿como esta mamá y Margaret? – pregunta emocionado
-          Hijo ellas están bien me pregunto cómo están las cosas aquí – inquiere su padre
-          Padre, tengo que presentarte a alguien, es fantástica y cuando la veas entenderás muchas cosas – dice el joven emocionado
-          Por lo que entiendo es una chica – dice con seriedad – Daniel no es el momento de amoríos, las cosas están muy complicadas en Escocia y aquí, no quiero que te distraigas con boberías – dice su padre molesto
-          Pero papá no se trata de eso, cuando la conozcas sabrás de lo que te hablo, después de ver a Neville te llevare con ella
-          Por Dios Daniel, no sabes el lio que ha sido llegar hasta aquí – repone molesto – deje vigilancia en casa, ese ataque no era contra Grandchester sino contra mí, no te das cuenta que esto es más grave de lo imaginado, tu madre está muy nerviosa de solo imaginar que estuviste tan cerca del ataque y aun mas que estas aquí  expuesto – continua diciendo
-          ¿Contra ti? – pregunta confundido – pero quien podría atentar contra tu vida
-          Giraldi – dice con su voz llena de miedo – siempre ha sido así, no tengo muchas pruebas pero ese hombre hará lo imposible para acabar conmigo – indica su padre
-          Maldición, ese maldito esta allá algunas veces lo vi pasar frente a la casa, miraba al interior, pero cuando se daba cuenta que yo lo veía se iba de inmediato – dice el joven
-          Porque no me lo dijiste entonces – pregunta desesperado
-          No creí que fuera hacer algo contra nosotros – repone el joven
-          Bien pues ya sabes de qué trata todo esto, mañana mismo regresaremos solo vine porque el Duque es buen amigo mío y sé que por mi culpa esta así – repone el caballero
-          Bien vayamos con Neville seguramente tendrán mucho de qué hablar – dice caminando por el pasillo – ha y… - Daniel dudaba en decirle lo de la diligencia pero no tenia opciones
-          Y que Daniel – pregunta su padre
-          En unas horas iré acompañando a un grupo de doctores en una diligencia camino a Somme para buscar sobrevivientes – indica el joven
-          De ninguna manera – ordena el caballero
-          Pero papá me ofrecí y quiero hacerlo, soy un hombre de palabra – dice el joven
-          Estoy poniéndote al tanto de la situación y tú te encaprichas con tus alardes de valentía – dice molesto el caballero
-          No son alardes es mi trabajo, viene a ayudar a salvar vidas, es lo único que te pido, que esperes volveremos por la tarde
-          Está bien – dice resignado llegando a la oficina de Neville, Rosell entra mientras que Daniel se dirige a preparase para salir, mientras caminaba por el pasillo pensaba sobre la situación que su padre le había contado sobre Giraldi conocía bien la reputación de ese hombre y se estremecía solo de pensar que ese hombre era capaz de matar a su padre, entonces desistió de la idea de llevar a Candy con ellos, no era el momento era mucho más seguro que nadie la relacionara con ellos, pues no sabía que reacción tendría la dama por lo que podría quedar expuesta a merced de Giraldi.

Tras poco más de una hora estuvieron encerrados hablando del asunto, Rosell expuso la situación con Giraldi y el teniente se convenció de que el ataque no iba en contra del Duque, sin embargo tenía que reunir pruebas para inculpar a Giraldi, pero el único hombre que habían detenido no les daba mucha información, finalmente Rosell salió de la oficina para dirigirse a ver a su amigo.
Al llegar al cuarto toca una vez y abre la puerta – Buenos  días – saluda  el caballero amablemente – soy el Conde Rosell – se  presenta – Richard  es amigo mío
-          Adelante – le  dice el inglés – yo  soy su hijo mayor Terruce Granchester
Al mirarlo siente una extraña sensación, aquel caballero era rubio y con algunas pecas en sus mejillas -  ¿Qué han dicho los doctores? – pregunta  sacándolo de sus pensamientos
-          Ha mejorado, desde que llegue está dormido, entre abrió los ojos esta mañana y ha movido los dedos, no sé cuanto más siga así
-          Richard amigo, pero ¿qué te ha sucedido? – dice  apesarado y acercándose a la cama
-          Iré afuera, necesito ver a una persona – dice  el inglés saliendo de la habitación para dejar a los dos hombres solos
-          Adelante aquí me quedare con el – le  responde el caballero
Al salir Terry se topa con la rubia que venía a poner medicamento a  su padre, al mirarla vuelve a sentir esa extraña sensación al recordar al Conde – Candy – le  dice con sorpresa – iré  a buscar al Teniente Neville, dentro esta un buen amigo de mi padre – en  eso venia una enfermera alcanzando a la rubia
-          Candy, es necesario que vayas con el Dr. Curtis necesita ver un asunto contigo – dice  la enfermera
-          Iba a poner este medicamento al Duque – dice  mientras Terry se queda serio al saberla cerca de Frank
-          Yo me encargo – le  dice la enfermera
-          Bien pues te acompaño – le dice al inglés – me  queda de paso

El inglés asiente y camina junto a la rubia, llegan a la oficina de Neville y ambos se despiden – bien  hemos llegado a la oficina del Teniente Neville – dice  mientras abre la puerta, dentro estaba Jonathan y el teniente que al ver a la rubia no dudan en saludarla cariñosamente, situación que molesto aun mas al inglés.
Candy – se  pone de pie Jonathan – que  gusto verte linda – saluda
-          Hola Candy – saluda  el Teniente – Sr. Granchester, que bueno que está aquí, necesito hablar con usted
-          Hola me da gusto verlos – saluda la rubia – los dejo, con permiso – la  rubia sale de la oficina y va en busca de Frank quien le daría algunas instrucciones antes de salir a la diligencia
El Teniente invita al inglés a sentarse – Sr. Granchester, lo que tengo que tratar con usted es un asunto muy delicado – dice  sin rodeos
-          Lo escucho, quiero saber cualquier cosa relacionada con el ataque
-          Bien – aprieta los labios – el  ataque fue una emboscada para matar al Conde Rosell, aprovechando la Guerra pensaron que sería fácil sin embargo no contaban con que un grupo militar estuviera cerca.
-          Pero Rosell está aquí lo acabo de dejar con mi padre – dice confundido
-          Así es el vino a hablar conmigo antes de ver a su padre – repone el Teniente
-          Y saben ¿quién fue el autor de todo? – pregunta molesto
-          Parece ser que un tal Conde Giraldi, pero no hay pruebas que lo inculpen – dice encogiéndose de hombros
-          Pero como puede ser posible, debió haber dejado algo o alguien puede saber
-          Capturaron a un hombre pero solo recibió la orden y la paga por el trabajo
-          Maldición – expresa  malhumorado
-          Haremos todo lo posible por esclarecer el ataque pero debe tener cuidado, cuando vuelvan a Londres sería mejor que se oculten
-          Pero ¿Por qué?
-          Si el ataque era también contra su padre tal vez intenten nuevamente atacarlo, entiende
El inglés se angustia ante la noticia y temeroso asiente – Esta  bien, si es todo entonces me retiro
-          Adelante – dice  el Teniente y se retira de la oficina
Al llegar a la habitación de su padre el Conde Rosell  platicaba con el Duque dándole ánimos para que pronto se recuperara, el inglés se reconforto al ver que había gente que lo apreciaba – Pienso  que si nos escucha – dice  el Conde al verlo
-          Claro en alguna parte de su cerebro nos escucha
-          Sabes – le  dice – siempre me platicaba sobre ti, está orgulloso por los logros que has tenido en América
-          De verdad, pues desde que partí a América jamás volví a Londres
-          A veces los padres actuamos erradamente al tratar de cuidar a los hijos, pero según supe, alguien le abrió los ojos y entendió que no era teniéndote con él a la fuerza como se ganaría tu cariño
-          Vaya alguien más pudo hacerlo entender, pero a su propio hijo simplemente lo ignoro – dijo  irónicamente
-          Terruce, no juzgues a tu padre, estoy seguro que ha hecho lo que ha podido por tu bienestar
-          Bien pues, solo espero su recuperación – dice  secamente
-          Claro que si, pronto, espero que pronto – dice  pensativo
-          ¿Tiene donde quedarse? – pregunta
-          Ho si sí, no te preocupes – dice  amablemente – bueno  yo me retiro, mañana vendré a despedirme, solo quería saber que estaba bien
-          Claro, aquí estaré

El caballero se despide y sale de la habitación, camina por los pasillos y entre las enfermeras ve a una rubia cuyos grandes ojos verdes le parecieron más que conocidos, apresuro mas su paso para verla más de cerca, sin embargo aquella joven se perdió entre las enfermeras, por más que la busco no pudo encontrarla y pensó que todo había sido producto de su imaginación, a lo lejos alcanzo a ver a Daniel quien estaba en la recepción ya preparado – En cuanto vuelvan quiero que vengas a la casa donde nos estamos quedando, mañana mismo volveremos a Escocia – ordena su padre
-          Claro que si papá – repone el joven
-          Bien entonces me voy, tengo que ver asuntos con los miembros de la cámara que han venido conmigo
-          Nos vemos por la tarde – se despide el joven

Poco a poco las enfermeras y doctores se fueron reuniendo y subiendo a los camiones, Daniel le indico a Candy que lo acompañara en la cabina, así emprendieron su travesía hacia Somme en un pueblo cercano que había sido atacado y no había llegado ningún camión en busca de sobrevivientes, el traslado duro unas 2 horas y rápidamente los voluntarios bajaron y comenzaron su búsqueda, llevando consigo camillas y maletines con medicamentos para atender a los heridos, tras varias horas comenzaron a reunir a algunas personas, los fueron acomodando en los camiones, faltaban menos de una hora para dar el toque de queda, Candy se había alejado de su grupo, entro en un callejón todo estaba en silencio, pero tenía un presentimiento algo que le invitaba a seguir adelante, había una construcción derrumbada lo que pudo haber sido un salón de baile, la puerta estaba tirada entro y todo aquello estaba en ruinas, el techo se habia venido abajo destruyendo todo a su paso, camino un poco mas hasta salir a un patio, había una buadrilla, bajo unos escalones y se encontró sobre un piso de madera, sin duda alguna más abajo había una construcción por lo que su instinto la hizo buscar de entre los escombros una entrada hacia algún lugar, mientras los minutos transcurrían y en punto de reunión todos los doctores y enfermeras se empezaban a reunir para regresar, Daniel está comenzando a desesperarse al no ver a Candy, pero la rubia continuaba con su búsqueda por fin vio hacia un extremo del lugar y encontró una especie de mueble que tapaba algo, lo hizo a un lado y se encontró con una escalera que bajaba, sin dudarlo bajo aprisa y se encontró en una habitación el olor que percibía era a humedad combinado con algo podrido, no era un olor agradable, alcanzo a escuchar un murmullo y aunque el miedo la invadía siguió adelante, había una puerta frente a ella y tomo la manija para abrirla poco a poco la abrió y al verlo que había dentro sus ojos se abrieron como platos, no podía siquiera creer lo que sus ojos veían, un soldado alemán estaba al frente de un grupo de personas, estaba protegiéndolos tenía sus manos extendidas comenzó a decir algo que la dama no entendía.
-          Was uns nicht umbringt, bitte (no nos mate, porfavor)
-          Tranquilos – decia la dama aun sorprendida – he venido a ayudar – decia mostrando su maletin
-          ¿Sie sind Dr.? (¿usted es doctora?)
-          No tengo armas solo quiero ayudar – decía la joven y el soldado bajo la guardia, no entendía a la joven pero sabía que no los iba a lastimar – necesito revisar a estas personas – decía mirando a las personas
-          Verletzt habe getan, was ich konnte, für sie ( Estan heridos hice lo que pude por ellos)
-          Señor no le entiendo nada, pero creo que sabe que estoy aquí para ayudar -  decía la joven caminando hacia los enfermos y comenzando a revisarlos
-          Dieu merci, ils sont venus( Gracias a Dios han llegado) – decía en francés una mujer a quien empezó a revisar la rubia
-          Tranquila Señora, no entiendo muy bien lo que dice pero ha mencionado a Dios verdad – decía la enfermera – pronto estarán en el Hospital – murmuraba,
Largos minutos transcurrieron y Candy continuaba atendiendo a los heridos, el soldado Alemán le decía la condición de cada uno, pero la rubia no entendía nada de lo que él decía, sin embargo sabia que aquel hombre había hecho una gran labor, en el punto de encuentro todos habían abordado los camiones, Daniel se resistía a partir pero los demás soldados sabían que las reglas tenían que respetarse y una de ellas era partir antes del toque de queda, también sabían que cualquier Doctor o Enfermera que no llegara al punto de encuentro a tiempo tenía que buscar refugio para pasar la noche.
-          Tenemos que irnos – le dice un soldado – no podemos poner en riesgo la vida de estas personas por una Doctora
-          Pero es que no la puedo dejar aquí – dice desesperado
-          Sargento, le recuerdo las ordenes, debemos apegarnos solo así llegaremos a tiempo y a salvo – repone el soldado
-          Está bien vámonos – dice resignado
Todos los camiones se ponen en marcha, poco antes de ocultarse el sol habían llegado al Hospital, rápidamente bajaron a los heridos, Daniel tenía que ir a dar el informe sobre la misión pero antes de llegar con Neville Frnak lo aborda.
-          ¿Dónde está Candy? no la vi bajar de los camiones, acaso llego tan cansada que se fue a su habitación – pregunta
-          Frank – lo mira reflejando miedo en sus ojos – ella… ella no llego – dice apesarado
-          ¿Cómo? – pregunta desesperado – pero es que no la esperaron como es que no llego, se supone que iban en grupos como pudo haberse separado
-          No lo sé, íbamos en un grupo de pronto no la vimos mas, creí que había regresado ella sola sin embargo cuando nos reunimos no estaba y la esperamos lo mas que pudimos y no llego – dice el joven angustiado
-          No puede ser, no Candy – murmuraba Frank, Terry miro a lo lejos a ambos jóvenes, sabía que algo sucedía, tenía un mal presentimiento pero no sabía si se trataba sobre su padre o alguien más, al acercarse escucho con claridad lo que pasaba
-          Era necesario volver, no podíamos poner en riesgo la vida de los heridos y del personal – dijo Daniel
-          ¿Qué está pasando? – inquiere el ingles
Frank lo mira con sus ojos ensombrecidos – Es Candy, no volvió de la misión – dice el joven
-          ¿Qué estás diciendo?, ¿Dónde está ella? – grita desesperado
En el pasillo comenzaban a llamar la atención del personal – En Somme – responde Daniel – en alguna parte del pueblo
Terry sintió una punzada en su pecho – Maldición – dice desesperado – si algo le pasa me encargare de que te arrepientas de haber nacido – dice tomando a Daniel de la chaqueta
-          Cálmate Terry – dice Frank separándolos – no es culpa del Sargento, el solo hizo lo que el reglamento dice
-          Que me calme, podría estar en peligro sin un lugar donde pasar la noche, no pienso quedarme aquí lamentándome – dice el inglés caminando de prisa dando largas zancadas
-          Que vas a hacer Terry – pregunta el galeno
-          Iré a buscarla – dice de manera burda dejándolos atrás e ignorando los argumentos que ambos jóvenes le daban para impedir que hiciera esa locura
-          Terruce es peligroso no puedes salir solo en medio de la noche – decía Daniel
-          Cállate muchachito, por tu culpa ella está allá de seguro tú la enredaste para que fuera – grita molesto
-          Por Dios Terry deja de decir tonterías – repone Frank – no hagas nada impulsivamente
-          Voy a ir Frank nada me detendrá – dice con seriedad
-          Entonces ten cuidado – dice resignado – trata de no hacerte ver, cualquier movimiento dispararan – indica el joven
-          Lo sé y lo entiendo – dice poniéndose la capa – la traeré de regreso – dice mirando a la oscuridad de la noche
-          Mucha suerte y que Dios te acompañe – dice el joven, mirándolo salir del Hospital y perdiéndose entre las sombras.

Mientras Candy terminaba de atender a los heridos, no tenía muchos medicamentos pero aquel soldado tenia algunos que le fueron de mucha utilidad, entre los dos ayudaron a esas personas, sin embargo había algunos casos delicados, heridas profundas que tenían que ser atendidas de inmediato antes de que se infectaran,  la noche había caído y la rubia sabía que sus compañeros ya se habían marchado por lo que tenía que esperar al día siguiente para encontrarlos en el mismo lugar. El soldado le señalo un lugar a la rubia, pasando por entre escombros salieron a una patio contiguo, luego entraron por una puerta de lo que había sido un restaurant, la llevo hasta la cocina y aunque estaba derrumbado buena parte el almacén de alimentos y aunque algunos estaban en mal estado había algunas latas que se podían aprovechar, tomaron algunos frascos, latas y un poco de pan duro y lo llevaron para dar de comer a los enfermos, así transcurrían las horas sin que la rubia se percatara de la hora que era, poco a poco todos se fueron durmiendo, el soldado Alemán fue hacia un extremo de la habitación donde había una rendija que daba a la calle, había hecho una escalinata para llegar a ese lugar, desde ahí con su rifle vigilaba el sueño de sus pacientes. Candy no pudo evitar sentir admiración por ese hombre que sin conocer a esas personas y pudiendo haber sido agredido por ellos al saber que era un soldado Alemán seguía cuidándolos y buscando la manera de que estuvieran mejor.
En alguna parte y en medio de la noche un caballero se deslizaba por entre las sombras, caminaba sigilosamente y sin tregua, cada vez más cerca de su objetivo, llevaba más de dos horas caminando y seguía con el mismo ritmo que había comenzado, su pasos eran largos y firmes sus ojos parecían penetrar entre la oscuridad, no se podía detener, poco a poco comenzó a ver algunas construcciones, había llegado al lugar, ahora tenía que buscar a la rubia pero como hacerlo si todo parecía ser igual, escombros en todas partes, llego al callejón que le habían mencionado donde ya no supieron mas de ella y comenzó a caminar, sus sentidos se agudizaron cualquier ruido para él era importante, camino algunos metros mas pero no había nada que le indicara un camino, continuo moviéndose. Dentro de su refugio el soldado vigilaba, a lo lejos observo un hombre que caminaba despacio, su larga capa le dio desconfianza cargo su rifle lo que alerto a la rubia.
-          ¿Sucede algo? – pregunto la rubia
-           Shh nicht verpassen Lärm (Shh no haga ruido señorita) – decia el aleman
-          Ho Dios ayúdanos por favor – oraba la dama

El inglés se acercaba mas al lugar donde se encontraban y el soldado enfocaba su objetivo, pero un golpe en el hombro había hecho que su puntería fallara por lo que al disparar rozo al inglés, sin embargo lo hizo caer al suelo, pensando que había acertado el Alemán se apresuro a bajar para salir a ver al hombre herido, pero Candy sentía una angustia inexplicable, respiraba alterada el sonido de la detonación la estrujo sintiendo una punzada en su pecho – Espere por favor – suplicaba al soldado – yo iré si esta herida esa persona yo la traeré
-          Warten Sie hier, Fräulein (espere aqui señorita) – decia el soldado
-          No no – decía la dama –  yo iré
Mientras afuera el inglés se recuperaba, aquello había sido un rozón que lo desequilibro, miro hacia el lugar de donde había venido la detonación y camino cuidadosamente escondiéndose detrás de  cualquier objeto que lo ocultara, adentro Candy trataba de detener al soldado, no sabía porque de pronto tenía esa necesidad de ser ella quien saliera a ver al herido, se adelanto al soldado quien entendió lo que pasaba bajo su arma y dejo que la rubia fuera mientras el volvía a tomar su lugar para vigilar, Candy llego hasta la puerta por donde había entrado y al abrirla frente a ella la figura de un hombre la dejo sin habla.