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martes, 28 de julio de 2020

CAPITULO 30
El amor no muere

Algunos días pasaron y la salud de Paty mejoro, con los cuidados recibidos en el Orfanato pero en especial los cuidados de John Matheus pronto estaría re establecida, los niños aun permanecían en cuarentena aun faltaba una semana para que pudieran salir a disfrutar de los últimos días del verano, poco a poco todo iba tomando su curso. De la misma manera Laila Connor se recuperaba, estaba prácticamente fuera de peligro, guardaba recelosa la carta que llevaba consigo el día del incidente con Paty no confiaba en nadie más para ponerla en el correo, John terminaba de revisarla – Señorita Connor en una semana más podrá irse a su casa – le dice mientras hacía anotaciones en su bitácora.
- Eso es una buena noticia, me urge salir de este hospital – decía con un aire de desesperación
- Ya le dije que si usted quiere puedo poner esa carta en el correo, por mi no hay inconveniente
- No prefiero esperar – dijo secamente – pero si quisiera saber cómo sigue la joven que me trajo al hospital
  - Paty se llama – dijo sonriendo – ella está mejor con los días también será dada de alta
- Me alegra quisiera agradecerle personalmente – agrega la dama
- Por supuesto en cuanto ella esté en condiciones le diré de su parte – dice cerrando la bitácora – descanse – dice el joven despidiéndose de la joven
- Gracias doctor – susurra, luego mira a su alrededor aquel cuarto era tan sombrío, frio y sin vida, un suspiro ahogado salió de su pecho – como desearía volver a aquellos días en Escocia, con Frank, Sara y Terruce – sonríe cerrando sus ojos – con Frank que será de ti me pregunto si un día volveré a verte Frank Curtis
  En algún salón de baile de la ciudad de Chicago se encontraban dos jóvenes, la vida las había obligado a ofrecer sus servicios para el mejor postor, aunque los clientes habían disminuido aquellos días había algún que otro burgués dispuesto a pagar por los placeres de aquellas damas; Wendy y Shanon al menos así las conocían algunos de los hombres incluso los que se decían mas recatados y ejemplos para la sociedad.
- Hace varios meses que no viene John por estos lugares – comenta Wendy a su amiga
- Si, no se que le pudo pasar, tal vez el trabajo en el hospital ya no le da tiempo – dice asomándose por una ventana
 – ¿acaso lo extrañas? – pregunta divertida - Claro que no Shanon que cosas dices, es solo que se me ha hecho raro no verlo, sabes bien que no me metería con tus clientes – dice la dama en tono molesto
- Tranquila no lo dije para molestarte es solo una broma inocente – dice excusándose - ¿Qué tanto miras? – dice la dama pelirroja que estaba frente al tocador
- La gente que corre por la calle, todos llevan una mascarilla, hay muy pocos clientes estos días – susurra pensativa
– creo que iré con la modista – le dice a su amiga
- Pero Shanon ¿no vendrá el Sr. Mc Carney?, eso me dijiste esta mañana – dice la pelirroja poniéndose de pie
- Wendy podrías atenderlo tu – le dice contemplando los rizos pelirrojos que caían sobre sus hombros – solo mírate estas hermosa, el se sentirá complacido de que seas tú quien se encargue de el
- No lo recuerdas no nos metemos con los clientes de la otra – repite enfáticamente
- no tengo ánimos en este momento, por favor atiéndelo tú, además el siempre trae una joya como regalo, será tuya – dice la dama tratando de convencerla
- No me gusta nada la idea – dice dándole la espalda
- vamos linda hazlo por nuestra amistad
La joven entrecierra los ojos – está bien pero no quiero que tardes demasiado no quiero estar mucho tiempo con ese hombre
  - Tenlo por seguro, me voy antes que llegue – dice la morena tomando su pequeño bolso de mano y saliendo a la calle La joven pelirroja se quedo a solas un momento antes que tocaran a la puerta – Shanon siempre tan impulsiva – dijo sacudiendo la cabeza, el timbre afuera anunciaba la tan esperada visita, apenas abrió la puerta el hombre se introdujo de inmediato
- Vengo a ver a Shanon – dice mirando a la pelirroja – avísale que estoy aquí
- Sr. Mc Carney ella me pidió que lo atendiera pero si no le parece puede volver algún otro día – dice la joven algo nerviosa
El hombre la mira detenidamente y la escudriña deteniéndose en la parte alta de sus pechos – está bien tendrá que ser algo rápido ya que se supone que estoy en una junta de negocios – dice el hombre tosiendo un poco
- Bien entonces pasemos a la habitación – dice la joven indicándole el camino
- Bien, bien – dice nervioso el hombre y continuando con una ligera tos, algunos minutos pasaron antes que ambos salieran de la habitación, cuando el hombre terminaba de vestirse volvió a toser con más fuerza llevándose su pañuelo a la boca, un coagulo de sangre lo sorprendió, la joven pelirroja observo su reacción al verlo
- ¿Sucede algo? – pregunta la joven terminando de abrochar su vestido
El hombre guardo su pañuelo de inmediato – nada nada, es mejor irme recuerda que nunca nos hemos visto – dice tomando su abrigo y sombrero y saliendo de la misma manera que entro
La dama pelirroja no pudo siquiera sospechar lo que le sucedía, tomo la caja que estaba sobre la cama y la abrió, un hermoso collar de brillantes le daba la bienvenida, toco delicadamente la joya y la tomo entre sus manos para colocarla alrededor de su cuello – nada mal – dijo frente al espejo – valió la pena el sacrificio con ese viejo asqueroso – dijo consolándose y ahí se quedo mirándose al espejo.
Mientras, Shanon entraba al Hospital había demasiada gente esa mañana y en la recepción Sara alcanzo a distinguirla – Shanon que sorpresa ¿Qué te trae por aquí?
- Um.. buscaba a John – dice la joven mirando a todas partes
- El no esta fue a ver a un paciente, ¿sucedió algo? Yo puedo ayudarte – dijo la doctora amablemente
- No, no es un asunto personal, después vengo – dijo la joven girándose y retirándose del lugar – no sé que te pasa Shanon – se dijo al ir caminando por la calle – nunca te intereso John, fue solo porque a Wendy le llamo la atención y por eso yo … lo comencé a enredar – pensaba la joven – pero hace tanto tiempo que no pasa por el departamento que le habrá sucedido – así continuo pensando hasta llegar a su departamento donde encontró a Wendy usando felizmente aquel collar de brillantes. John había llegado al Orfanato a su ya acostumbrada visita para revisar a la joven maestra, ahí se encontraba sobre su cama con un poco de fiebre y tos, sentía su cuerpo dolorido y bajo sus ojos su piel se había teñido de un tono más oscuro, había perdido peso y su piel estaba muy pálida, sin embargo su ritmo cardiaco era normal, su garganta estaba sanando, pero más que nada su ánimo había vuelto, al terminar de revisarla sonrió complacido de verla mucho mejor – la buena noticia es que mejoras cada día, la mala que aun te faltan dos semanas para salir fuera de aquí
- Pero al menos puedo caminar un poco en la habitación – inquiere la joven
- Mejor mañana si acaso te mareas podrías caer y golpearte – dice el joven
- Pero entonces puedo bordar un poco, me desespero mucho de estar aquí mirando a las paredes – repone la maestra
- Podría ser, pero solo una o dos horas no mas – responde el joven
- Entonces quisiera leer algún libro, ya termine con el que me prestaste – dice la joven
- Señorita O’Brien no te das cuenta que estas aun convaleciente, debes reposar solo así mejorara tu salud – dice el joven firmemente y mirándola a los ojos Sonrojada no le quedo más que obedecer
– lo siento solo que me aburre estar aquí – dice la joven
- Mañana traeré otro libro – dice el joven sentándose en una silla a lado de la cama
- Te lo agradezco – dice la joven
- Tu abuela es una buena persona, aunque nos conocimos bajo estas circunstancias me parece una mujer de admirar
- Lo es, no te niego que a veces me ha avergonzado pero agradezco cada momento que he pasado con ella – dice la joven
  - ¿Te ha avergonzado? – pregunta con curiosidad
La joven maestra sonríe – una vez entro en el Colegio en Londres y asistió a clases y en otra ocasión estuvo trabajando aquí en Chicago como albañil – dice un poco avergonzado John se sorprende al escucharla
 – wow eso ha hecho, me quedo sin palabras – dijo aun sorprendido
- Eso ha hecho mi linda abuela – dice la joven
- Todo un personaje ¿no? – dice sonriendo, luego la mira – desearía quedarme un momento más, pero sabiendo que estas en tan buenas manos me voy tranquilo
  - Gracias por todo John – dice emocionada – lo que has hecho por nosotros es algo que no podríamos pagarte
  - Solo hago mi trabajo y además son mis amigos – dice el joven poniéndose de pie
- Bien entonces espero mi libro mañana – dice la maestra
- Sin falta, nos vemos mañana – se despide el joven y sale de la habitación, afuera se despide de las damas que estaban reunidas en la cocina y tan pronto se aleja la abuela Martha corre a lado de su nieta
  - Es un joven muy amable se ha tomado muchas atenciones no lo crees Paty – pregunta con su singular picardía
- Lo es abuela – dice poniendo los ojos en blanco – así es con todos
- Bueno yo veo otra cosa pero lo que digas está bien – luego sonríe – mas no quiere decir que lo que pienses sea lo mismo a lo que dices
- Abuela no imagines cosas, ahora voy a dormir un poco – dice la joven cerrando los ojos e ignorando cualquier comentario sobre John, sin embargo ella sabía bien lo que sucedía, aquel día entre su delirio no había soñado lo que creyó escuchar, ahora estaba más convencida que era real, que las palabras de John fueron reales cuando dijo que la amaba, estaba dispuesta a recuperarse y tal vez darse una oportunidad con el joven doctor.
En Francia el Duque también mejoraba notoriamente, había empezado a caminar un poco y solo en la habitación, Terry le ayudaba en todo lo que el Duque hacia y el agradecía el gesto que su primogénito tenia hacia él, sabía que las cosas entre ellos marchaban mejor de lo que podía siquiera pedir – Es mejor que te sientes papá – le indica el inglés después de que camino más que otros días
- Me siento bastante bien Terruce, no quiero volver a esa cama – replica como niño chiquito
- Pues debes hacerlo o no permitiré que hables con Neville – dice el joven mirándolo retadoramente
- Sabes bien como controlarme no – refunfuña
- Así está mejor – dice complacido al ver que volvía resignado a la cama
- ¿Cuándo es que vendrá? – pregunta
- Esta tarde, parece que hay avances con la investigación
- Me alegra aunque sabemos bien de donde vino el ataque, hijo – dice con seriedad – no quisiera que te metas en este asunto, deja que la policía se encargue de Giraldi, por favor – dice el hombre pensativo
- No me pidas eso porque no voy a obedecerte – repone el inglés con determinación
- Es un hombre peligroso, debemos dejar todo en manos de la policía ellos se encargaran – pide nuevamente
Terry sabía que su padre no cambiaria de opinión pero tampoco el, sin embargo no quería agobiarlo con preocupaciones – está bien padre se hará como digas – dijo finalmente frente a la ventana que daba hacia el jardín, justo cuando la rubia pasaba hacia los dormitorios, nuevamente miles de pensamientos azotaban su cabeza hundió su mano en el bolsillo de su pantalón sacando el pañuelo que ella le había dado – se hará como digas – volvió a repetir pero esta vez el duque ya se encontraba descansando en la cama.
 
Tan pronto llego la tarde Terry y su padre se encontraban listos para recibir la visita de Neville, las noticias no eran muy alentadoras pero aun así sabían bien de lo que se trataba
- Sr. Granchester – saluda el Teniente de manera tosca al inglés – Duque ¿cómo se siente? – dice de manera amable
- Mucho mejor, depende de sus noticias como me sienta después – contesta el caballero con su acostumbrada elegancia
- Iremos al grano – dice mirando a Jonathan quien lo acompañaba siempre – el hombre que estaba detenido dijo muy poco antes de…. – el Teniente trago saliva – antes de que lo mataran – dice secamente
- ¿Pero cómo pudo pasar tal cosa? – grita molesto Terry
- Tranquilícese por favor no llegaremos a nada con esa actitud – repone molesto
- Pero como me pide eso está diciendo que asesinaron al único testigo del ataque – dice aun molesto
- Hijo por favor – dice el Duque lanzando una mirada fulminante – dice usted que lograron sacarle algo no es así – inquiere el caballero
- Así es, nos dio una descripción de esa persona e hicimos un retrato hablado del sujeto – dice el  sargento Jonathan tendiéndoles una hoja Ambos la miran con curiosidad, aquel hombre era ni más ni menos que un mozo de Giraldi, sin embargo el hombre había sido enviado fuera de la ciudad por obvias razones
 – creo haberlo visto en Escocia – murmura en Duque
 - ¿Estás seguro? – pregunta el ingles
 - Si seguro, este hombre trabaja con Giraldi – asegura el Duque
- Ya enviamos a nuestros hombres para indagar mas sobre él, hemos pedido que sean discretos – asegura el Teniente 
- Bueno al menos hay algo – dice resignado
 - Ese maldito, pagara caro – agrega el ingles 
- Joven le pido que se mantenga al margen 
 - Así lo hare no se preocupe – dice mirándolo fijamente
- Bien pues nos retiramos, ha sido de mucha ayuda Duque de Grandchester – dice el Teniente saliendo de la habitación
 El inglés camino a la puerta para cerrarla – si me lo preguntas dudo mucho que lo detengan – dice mirando a su padre 
- No nos queda más que esperar – dice el caballero resignado 
- Si claro – dice sin más, tratando de sonar convincente, sus planes eran muy diferentes.
  En otra parte de Europa, en la bella Escocia un joven se encontraba pensativo sentado en la terraza del bello jardín que engalanaba el lugar, desde que había llegado con su padre de nuevo a su hogar había estado bastante diferente, ausente la mayoría de las veces, pensativo, ni siquiera tenía el ánimo de molestar a su hermana menor y ella también había observado ese mismo comportamiento por lo que hacia cualquier cosa para llamar su atención, mientras regaba las flores no pudo evitar lanzar con sus manos toda la que pudo al rostro del joven soltando una fuerte carcajada – Pero que haces Margaret – se puso de pie inmediatamente
 - Vamos hermanito ven y alcánzame – dice la joven corriendo por el jardín
 - Ahora veras – dice el joven tomando una cubeta llena de suficiente agua para echarla encima de la joven, corría tan rápido que pronto le dio alcance y termino empapada de su vestido
 - Esta helada Daniel – gritaba la joven entre risas
 - Lo sé Margaret – dice sonriendo, por unos minutos más continúan con la guerra de agua hasta que no pueden mas y terminan tirados sobre el pasto uno a lado de otro – eres una imprudente – dice el joven
 - Y tu un aburrido, desde que llegaste pareces otro – dice la joven sentándose a su lado Daniel también se incorpora
– sucedieron muchas cosas allá – dice con nostalgia 
- ¿Tan horrible es la guerra? – pregunta la dama 
- Si lo es, aun mas de lo que puedas imaginar, pero no solo eso – dijo pensativo, dudo en hablar no podía revelar su tan preciado secreto 
- Así que es verdad – dice con sorpresa empujándolo hacia atrás 
- ¿De qué estás hablando? – pregunta con curiosidad
- Es una mujer, lo dijo mi padre y no podía creerlo pero ahora ya lo entiendo es la mujer que conociste en Francia ¿verdad? – dice sonriendo
 - No es lo que piensas, mi padre no tienes idea de lo que pasa – trata de explicar
 - Ho no hay nada que explicar Daniel, mi madre no lo creía tampoco pero wow es tan maravilloso – dice llena de alegría 
- Por favor Margaret – dice tomándole las manos – no es lo que piensan, mi interés en esa mujer es de otro tipo – dice mirándola a los ojos Margaret se confunde
 – no lo entiendo si no es ese interés entonces ¿cuál podría ser? – inquiere la joven
 - Cuando la conozcas lo entenderás, pero entonces tendrás que prometerme guardar un secreto – dice el joven
 - ¿Cuál secreto? – pregunta intrigada 
-  En su momento lo sabrás, aun no llega el momento – dice el joven con seriedad
 - Daniel me da miedo como lo dices – dice la joven desconcertada
 - No hay nada que temer, ¿confías en mí?
 - Claro que si – responde con seguridad 
- Entonces espera – dice el joven poniéndose de pie – iré a mudarme de ropas, será mejor que hagas lo mismo si no quieres enfermar
 - Claro ¿me ayudas? – dice la joven tendiéndole la mando, ambos entran a la Villa para cambiar sus ropas y aunque Margaret tenia ahora mas curiosidad que dudas confiaba en lo que Daniel le decía.

 Cerca de ahí un elegante caballero iba en su carruaje, el escudo en las puertas no era el más apreciado por los habitantes de Escocia, pero a él no le importaba lo que la gente opinara, llevaba consigo un hermoso ramo de orquídeas rosas y un elegante estuche, el carruaje se estaciono frente una hermosa Villa, un bello jardín le daba la Bienvenida y los grandes pilares se alzaban hasta el segundo nivel de la gran casa, aun nervioso y con sus manos enfundadas en los negros guantes que cubrían sus manos podía sentir lo helado de sus dedos, llamo una vez a la puerta, adentro el ama de llaves se sorprendió al ver a través del vidrio la figura que llamaba a la puerta – Duquesa es el – dice sorprendida  
- ¿Quién es el Lia? – pregunta la dama acercándose a la puerta
 - Por Dios Duquesa deshágase de ese delantal, arregle su cabello y un poco de color no le vendría mal a sus mejillas – dice la mujer acercándose a la dama y desatándole el delantal y pellizcando levemente las mejillas de su ama
 - Pero Lia que te sucede – dice extrañada ante la reacción de su sirvienta 
- Es el no lo entiende, el que nunca debió dejar usted – dice enfáticamente
 - Ho – dice la dama poniendo la mano en su boca mientras camina hacia la sala de estar, se acomoda y escucha abrir la puerta 
- Buenas tardes Lia – saluda el caballero – Se encuentra la Duquesa
 - Claro, hace mucho que no nos visitaba – dice la mujer dándole el pase
 - No me había tomado el tiempo – dice el caballero entrando a la lujosa propiedad 
- Duquesa – entra en la sala – la busca el Conde Lissandro – dice mientras el caballero caminaba tras la empleada 
- Ho Lissandro – saluda la dama con aparente sorpresa – adelante 
 El caballero camina y ofrece las flores – son para ti – dice poniéndolas en su mano 
- Son tan hermosas, Orquídeas son mi debilidad – dice aspirando el aroma, luego vuelve su atención a la empleada 
– Lia puedes ponerlas en agua por favor 
- Enseguida – dice apresurada tomando las flores para buscar un florero 
- También te traje trufas espero que te sigan gustando – dice el caballero dándole el estuche
 La dama sonríe – aun lo recuerdas, siguen siendo mi debilidad – dice la dama – toma asiento – ofrece - ¿Qué te trae por aquí, hace tanto tiempo que no vienes?
 - Bueno me tengo que armar de valor para venir a verte – dice el caballero
 - Lissandro – susurra ella - ¿Como está Jean Paul?
 - El está bien, sigue con su afán de estudiar arquitectura y entre sus locuras tiene un sinfín de diseños de jardines – dice con curiosidad
 - ¿Jardines? – pregunta sorprendida – es algo tan curioso, pero un buen chico 
- Claro que lo es, por algo lo saque de casa de mi padre no quería que su alma se contaminara 
- Hiciste bien – dice la dama con nostalgia – no puedo hablar amablemente de el – se encoge de hombros 
- Siempre será mi padre, pero tampoco tengo buenos recuerdos de el – dice con tristeza 
- Al menos tienes el consuelo de tu hijo y bueno tu sobrina – dice con una mueca 
- ¿Por qué nunca tuviste hijos? – pregunta mirándola a los ojos 
- Bueno ese es un asunto muy personal – dice la dama sonrojada – al parecer Alfred era estéril – dice la dama apenada 
- Lo siento – dice el caballero – Esther nunca deje de amarte – dice mirándola a los ojos
 - Lissandro – murmura apenada – que caso tiene hablar ahora después de tanto tiempo, los dos hicimos nuestras vidas 
- Tienes razón en algo – dice el tomando aire – ha pasado el tiempo, pero ni el mismo tiempo logro que mi amor por ti acabara, ni mi padre, ni nadie
 La dama dirige su mirada al jardín tratando de evitar contacto visual con el caballero que la miraba fijamente – por Dios es muy doloroso para mí – dice la dama tratando de contener las lagrimas que asomaban a sus ojos 
- Lo siento no quise incomodarte – se excusa el caballero – cuéntame mejor ¿cómo se encuentra Dixon?, la has visitado últimamente, escuche que ya era abuela 
- Ho si – dice distrayéndose del tema – nació en Marzo una hermosa niña Lucille mi sobrina está feliz, lamentablemente no han podido viajar, pero en cuanto termine la Guerra Dixon ira para conocer a su nieta 
- Qué bien eso me da gusto al menos buenas noticias dentro de todo
 - ¿Y cómo esta Fanny? siempre fue una chica algo…. Bueno alegre – dice finalmente
 - Si ella es así, me ha traído algunos dolores de cabeza pero solo me tiene a mí, ella y mi hijo casi no se llevan bien, aun si van a los mismos eventos sociales, el casi no la tolera – dice algo mortificado
 - Pues la puedo entender, nunca tuvo a su madre para contar sus secretos, además el verla morir de esa forma tan trágica debió ser un trauma para ella – dice pensativa 
- Si a veces pienso que ella culpa a mi hijo por la muerte de su madre – dice pensativo – todo fue confuso 
- Porque lo iba a culpar, ambos estaban en el jardín cuando sucedió, además también murió tu esposa – agrega
 - Si pero siento que Fanny tiene ese sentimiento, a veces dice cosas sin sentido, como si le reprochara a Jean Paul e incluso a mi – dice el caballero – ahora se le ha metido a la cabeza ir a vivir con mi padre
 - Me pregunto si el aceptara eso – dice la dama – no es su nieta de sangre 
- Lo sé, pero no sé porque mi padre siempre la ha visto como su nieta, eso es algo que también me intriga de mi padre, dentro de toda su maldad tiene un gesto de amabilidad con Fanny 
- Es un hombre muy enigmático – concede la dama – difícil de entender 
- Lo es, ni yo mismo lo entiendo – luego mira su reloj – me tengo que retirar, fue un placer haber conversado un poco contigo – dice el caballero poniéndose de pie
 - Puedes venir cuantas veces lo desees – dice la dama – lo mismo para Jean Paul, el sabe bien que disfruto mucho su compañía pero sobre todo de su música, hace tiempo no me visita – agrega la dama
 - Se lo diré de tu parte, seguramente vendrá los próximos días – asegura el caballero caminando hacia la estancia 
- Gracias por la visita Lissandro – dice la dama mirándolo con cariño 
- Gracias a ti por aceptarla – dice besando profundamente su mano El Conde sale de la propiedad envuelto en un mundo de sentimientos, pero el más fuerte de todos el amor, el mismo amor que sintió hace tanto tiempo por la Duquesa O’Connel, nunca se perdono haberla dejado por complacer a su padre, pero la vida tal vez le daba una nueva oportunidad. De la misma manera aquella dama aun no se retiraba de la ventana desde donde veía retirarse el carruaje, el ama de llaves no tardo en llegar para enterarse de los pormenores de la visita
 - Y bien – pregunta al entrar en la sala de estar 
- Y bien ¿qué? – pregunta la dama mirándola de reojo 
- Esther no me harás quedarme con esta curiosidad – dice la mujer – ¿qué platicaron, en que quedaron? 
- Lia, eres demasiado curiosa sabes – dice la dama tomando asiento – pero te contare porque eres mi gran amiga – dice sonriendo – toma asiento 
- Esther – dice con emoción – ese hombre te ama aun después de tanto tiempo, no debieron rendirse tan fácilmente 
- Que querías que hiciéramos no tenía más que 18 años entonces, éramos tan jóvenes que no podíamos enfrentarnos a un hombre como su padre
 - A veces pienso que ese hombre no es su padre – dice la mujer pensativa 
- No digas esas cosas, siempre le dio todo a Lissandro – dijo pensativa – sin embargo lo trataba tan duramente, yo entiendo todo lo que sucedió, no había otra opción 
 - Y ya ves como termino todo, su esposa en una muerte tan trágica junto con su cuñada, a veces creo que algo tuvo que ver el Conde Giraldi con la muerte de esas mujeres y tampoco me saco de la cabeza que también la muerte de su esposa estuvo muy misteriosa 
- Lia no digas cosas de las que no puedes estar segura – le replica la dama 
- Lo siento, sé que no debo hablar pero nadie me impide pensar, por eso me ando con cuidado ese hombre es peligroso – dice con miedo 
- Mira – dice tomando las trufas – comamos para que se nos baje la emoción – dice la dama 
- Si gracias Esther – dice la mujer aceptando de inmediato Así pasaron la tarde disfrutando de su mutua compañía como ya era costumbre, las cosas en Escocia seguirían tan normales por un tiempo más. 

 Los días pasaron rápidamente Paty se recuperaba favorablemente, lo mismo que el Duque de Grandchester, había mejorado de manera sorprendente de tal manera que ya podía caminar libremente su herida había sanado bastante por lo hizo arreglos para volver a Escocia en un par de días, deseaba ver a sus hijos nuevamente y sentirse en su casa para terminar de recuperarse, ese día daba vueltas en su habitación en un arranque de desesperación y Terry como fiel guardián no se separaba de su lado más que nada para evitar que saliera y pudiera toparse con la rubia 
 - Padre me estas volviendo loco pasas de un lado a otro ya estoy mareándome – murmura dejando el periódico que hojeaba a un lado
 - Ya quiero irme de aquí, estoy desesperado cuando menos podrías acompañarme a los jardines un momento 
- Lo hare en cuanto venga Frnak para que nos diga que día te dan de alta – dice el ingles
 - Muy bien entonces esperare un momento, me asomare por la ventana al menos me distraerá un poco – dice el caballero mirando al exterior, en ese momento una enfermera rubia salía con un paciente a los jardines, se sorprendió tanto al verla era tan parecida a alguien que él conoció unos años atrás, pero en ese momento Frank llegaba con muy buenas noticias
 - Buenos días Sr. Grandchester, Terry – saluda amablemente – tengo aquí un informe sobre su salud – agrega con una amplia sonrisa 
- ¿Y bien? – pregunta el inglés ansioso 
- Tengo buenas noticias para ambos – dice sonriendo – lo daré de alta el próximo Jueves, pero necesito que me aseguren que estará bajo reposo absoluto – dice con seriedad 
- Claro que si yo me encargare de eso – asegura el ingles
 - Entonces preparare toda la documentación para su salida Duque – agrega el rubio 
- Gracias hijo, espero que puedas visitarnos en Escocia antes que regreses a América – agrega el Duque
 - Por supuesto, no podría dejar de visitar a mi abuelo y mis tías, por allá estaré tan pronto como pueda – dice el joven 
 - Gracias por todo lo que has hecho Frank – dice el inglés estrechando su mano Apenas salió de la habitación el rubio, el Duque de Grandchester volvió a la ventana en busca de la dama que había visto hacia un momento, frunció el ceño y regreso a la cama 
 - ¿Pasa algo? – pregunta el ingles 
- Nada, nada creí ver a alguien – dice recostándose
 - Iré a comer algo – dice el inglés poniéndose de pie 
- Si anda ve – dice el Duque sumiéndose en sus pensamientos.
Al día siguiente las cosas marchaban tan normales como de costumbre, Terry y su padre se preparaban para marcharse, tras llenar el papeleo necesario nada mas les restaba esperar, esos días el inglés había evitado ver a Candy, pero la necesidad de verla crecía involuntariamente, esa noche la rubia estaba de guardia, estaba en su escritorio llenando expedientes, mientras que Terry se encontraba ansioso en la habitación junto a su padre, el Duque dormía profundamente por lo que aprovecho para salir al pasillo para despejar su mente, dando vueltas por el Hospital camino hasta encontrarse frente al consultorio donde se encontraba Candy, por un momento permaneció inmóvil mirándola, era un deleite para sus ojos, pero Frank también aprovechaba los momentos que podía estar a solas con Candy, pero fue breve aquel encuentro algunas palabras y unas carpetas que el galeno le entregaba a la rubia, tan pronto se quedo sola Terry entro al consultorio cerrando tras si asegurando la puerta, evidentemente Candy se sorprendió al verlo - Terry, ¿qué haces aquí?, es el Duque ¿está bien? – pregunta poniéndose de pie
 - No, el duerme – contesta secamente mirándola con sus ojos penetrantes 
- Terry no me gusta tu mirada – dice nerviosa 
- Mañana nos iremos – dice caminando al escritorio 
- Si lo sé – dice bajando la mirada 
- Pero antes de irme quería despedirme de ti – dice rodeando el escritorio hasta donde estaba Candy – a solas – agrega 
- Pero Terry – susurra casi entre dientes, su nerviosismo no la dejaba hablar 
- Acaso pensabas que me iría sin despedirme pecosa – dice acercándose peligrosamente a la rubia 
- No yo no… lo que pasa es que yo… - evidentemente la rubia no lograba decir alguna frase congruente
 - ¿Qué pasa? – dice tomando su barbilla y encontrándose con su mirada y en ese momento el mundo eran solo ellos dos, así poco a poco fue acortando la distancia, labio con labio y respiración con respiración se fundieron en uno solo, la rodeo con sus brazos y comenzó a besarla ahora con más ímpetu, recorriendo lo largo de su espalda pero sus manos tenían vida propia y fueron bajando mas allá de la cintura, acorralándola en la pared, nada le importo al inglés, desde el día en el lago Terry miraba a Candy de una manera tan diferente, era una mujer hermosa y como tal la deseaba, la rubia libraba una lucha interna pero el amor que sentía por él era mucho más fuerte que cualquier sentimiento de culpa se dejo llevar por los besos y en un momento de arrebato carnal la cargo para sentarla en una mesita pegada a la pared, los dos tenían sed de besos y caricias, de amor y ternura, descaradamente el inglés se atrevió a levantar el dobladillo del blanco uniforme para sentir la suavidad de la piel de sus piernas, sus manos desesperadas subían por sus muslos ……………..Continuara

lunes, 30 de marzo de 2020

CAPITULO 29


Una enfermedad silenciosa

Sentada en una mesa de la improvisada cafetería que servía de receso para los doctores la rubia leía la carta de Daniel, unas cuantas líneas que el joven le dedicaba para despedirse y agradecer su ahora amistad ….

“ Debo disculparme por la manera de despedirme, pero mi padre no podía esperar más días para volver, también quiero disculparme por no haber ido en tu búsqueda, ese chico es mucho más valiente que yo, seguro que te trajo a salvo, sabes; algo me dice que nos volveremos a ver; hasta entonces guardare en mi mente tu recuerdo.

Nunca desistas de tus metas, eres muy valiente y toda una guerrera obtendrás cuanto te propongas y si me lo permites como amigo estaré para apoyarte.

Candy solo te pido que te cuides y que como hasta ahora hagas todo lo que se te pide esta guerra pronto terminara.

Me despido, ahora mismo mi padre me está pidiendo que apague la luz de la habitación, recibe todo el cariño de este amigo.”

Daniel Rosell

 

En la puerta Terry fácilmente la localizo, lucia más tranquilo su brazo descansaba en una venda que ayudaba para no lastimar su hombro, se acerco hasta su mesa y saludo amablemente a la rubia – Buenos días Candy – luego miro con curiosidad el papel que doblaba poniéndolo dentro de un sobre – ¿Carta de América? – inquirió

  • No; es una carta que dejo Daniel para despedirse – indica la rubia
    Al escuchar no evito fruncir su boca y entrecerrar los ojos – de ese muchachito – dijo  con desdén
  • No se llevaron muy bien verdad – dijo poniendo el sobre en su bolso
  • Por desgracia no, no perdía oportunidad para acosarte – dijo con sequedad
  • Te equivocas respecto a él, jamás me insinúo nada de eso que tú piensas, además… - Candy  hizo una leve pausa – no tienes por qué reclamar
  • No es un reclamo, solo señalo algo que al parecer no notaste – concede el ingles
  • Pues no deberías reaccionar así, tu y yo solo somos amigos ¿no es así? – pregunta la rubia nerviosa
  • Si solo amigos – dice desilusionado – pero no puedo evitar sentirme así
  • No deberías – dice apenada – Terry no me has dicho nada sobre Susana – dice la dama
    Terry se sorprendió al escucharla – no hay nada que decir – dijo secamente y poniéndose de pie – nos vemos después Candy – dice alejándose y dejando a la rubia mas confundida, Terry sabía que era mejor mantener a Candy al margen de la situación, con la inesperada muerte de Susana su vida cambio, pero con el ataque al Duque su único interés ahora era buscar al culpable y hacerlo pagar.
     
    Frank se encontraba pensativo, la noticia sobre Candy lo tenía preocupado,  solo de saber que el Conde Rosell había sido objeto de un ataque le erizaba la piel, como podría el enviarla a Escocia y dejarla sola, Daniel no podría cargar con toda la responsabilidad de cuidar de ella, Frank contemplaba la posibilidad de pasar algún tiempo a su lado, pero entonces no tendría caso llevarla como enfermera de su tía Esther, además su trabajo no le permitiría tomar vacaciones, por mucho que le daba vueltas al asunto no tenía muchas opciones más que confiar en Daniel. Otro asunto que ocupaba sus pensamientos era la posibilidad de que Terry estuviera interesado en Candy, su reacción al saber que ella no había vuelto al Hospital y haber puesto su vida en riesgo al correr tras ella le daba indicios que entre ellos había algo más que una simple amistad, lo cual no le agradaba nada ya que Terry era un amigo de infancia y tampoco estaba dispuesto a renunciar a Candy así como así, quería una oportunidad con ella, sabía que no le era indiferente. Dejo de lado sus pensamientos y salió del consultorio a proseguir con sus actividades, al salir observo a Terry caminando por el pasillo a lo cual apresuro su paso para alcanzarlo – Terry – grito por el pasillo, al escucharlo el inglés se detuvo
  • Hola Frank, ¿Sucedió algo con mi padre? – pregunto al instante
  • Nada de eso, su evolución ha sido muy favorable, en quince días es posible que lo demos de alta – indica el galeno
  • Eso me da gusto, el quiere marcharse de inmediato – repone
  • Terry no hemos platicado mucho desde que llegaste – dice el rubio tratando de indagar algo - ¿Cómo sigue Susana? ¿Siguió con la rehabilitación?
    El inglés se sorprendió ante su pregunta, ahora todo mundo se interesaba por Susana, como mentirle a Frank de alguna manera se enteraría por Sara, decidió ocultarle la verdad – Ella está bien ahora – contesto sin mas
  • Me alegro – dijo pensativo – también quiero agradecer por haber ido en busca de Candy, fue valiente de tu parte aunque ella sabía qué hacer en un caso así – agrega
  • Lo sé – contesta sabiendo  el rumbo que llevaba la conversación – no confié mucho en Daniel y solo lo hice por la amistad que hay entre los tres – dice finalmente
  • Por un momento pensé que habría algo mas – dice el rubio – por la manera en como saliste a buscarla
  • Ya te lo dije – contesta secamente – por amistad
  • Entiendo – murmura nervioso aun – y ¿cómo te sientes tu? – dice mirando su vendaje
  • Mucho mejor ese alemán tenía mala puntería – sonríe tratando de aligerar el ambiente
    Frank sonríe – me alegra que solo haya sido un rosón, en un par de días estarás como nuevo – indica
  • Parece que todo vuelve a la normalidad – repone el ingles
  • Al parecer si – dice mientras se paran frente al cuarto del Duque – nos vemos después – dice el rubio
  • Hasta luego Frank – se despide Terry y entra al cuarto, su padre estaba despierto y algo inquieto – creí que dormías – dice al verlo
  • Hace un momento desperté – indica – Terruce necesito hablar contigo antes de regresar a Escocia – dice titubeante
  • Claro ¿es sobre el ataque? – inquiere
  • Si, relacionado a eso – indica – iremos a una casa que está cerca de la Villa, nadie sabe que la compre y será un buen escondite
  • No me gusta nada eso de escondernos al llegar a Escocia, pero tal vez en ese tiempo pueda indagar y planear algo – dice tomando asiento en el viejo sofá
  • Puedo preguntar cómo va tu relación con la actriz – dice el Duque mirándolo fijamente
    Terry no terminaba de entender que le sucedía a todo mundo ese día, todos preguntaban por Susana – es un asunto del que prefiero no hablar – responde sabiendo que su padre no volvería a hablar del asunto
  • Pues al menos te permitió venir a mi lado, eso es algo que significa mucho para mí – dice con cariño
  • Eres mi padre pese a cualquier mal recuerdo que tenga de ti – dice con sequedad – en un momento así era necesario estar a tu lado
  • ¿Creíste que moriría? – pregunta con curiosidad
  • No – dice mirándolo con asombro ante la pregunta – no creo que este entre tus planes morir – repone más tranquilo
    El Duque sonríe – de ninguna manera – luego lo mira nuevamente – hijo podría saber que paso con aquella chiquilla rubia… Candy se llama ¿no es así? – pregunta
    Terry se queda serio ante la pregunta y con el corazón acelerado – Porque de pronto te da por preguntarme de mi vida – responde
  • Bueno es solo que la recordé, es como si la hubiera soñado, como si hubiera sentido que ella estaba aquí, eso es todo – concede sin entender
  • Creo que soñaste muchas cosas – dice el inglés – con los días estarás mucho mejor, todo esto será una mala pesadilla
  • Si por supuesto – indica – sabes ahora que me siento mejor quisiera salir aunque sea al pasillo, me duele la espalda
  • Claro lo veré con Frank pero creo que aun te falta un poco mas de reposo no debes esforzarte de mas
  • Ansío salir de este lugar – murmura – creo que dormiré un poco
  • Claro – dice el inglés y se queda observando como su padre va sumiéndose en su sueño, mientras tantas preguntas se formulaban en su mente, ¿cuánto tiempo más podría sostener lo de Susana?, ¿cómo ocultarle a su padre la presencia de Candy?, ¿cómo afrontar el ataque de su padre? y ¿cómo vengarlo?, ahí sentado en el sofá se quedo un largo rato.
    Mientras la rubia se preparaba para atender a sus pacientes Frank no dejaba de lado la idea de volver a intentar conquistar a Candy, era su último intento como dijo su padre “si ella no te ama retírate con dignidad”, y tan pronto la vio no dudo en hablar con ella
  • Candy – dice al pasar cerca – ¿podría hablar contigo un momento? – pregunta nervioso
  • Por su puesto, ¿pasa algo? – inquiere
  • Quiero ver un asunto contigo en privado – dice mirándola fijamente
    Candy se sorprende un poco pero lo acompaña a su consultorio – debe ser algo delicado – murmura
  • No exactamente – dice mientras abre la puerta
  • ¿Entonces que pasa Frank?
  • Toma asiento – le indica – lo que quiero hablar contigo es más bien relacionado con lo que va a suceder cuando nos vayamos de aquí – dice con tranquilidad
    Candy lo mira con curiosidad - ¿ya te han dicho cuando regresamos?
  • Es posible que en un mes, por eso quiero hablar contigo – indica el rubio
  • Falta muy poco – murmura pensativa
  • Si, el asunto es que en América la enfermedad de la Gripe Española está fuera de control – dice con seriedad cosa que angustia a la rubia temiendo por sus seres queridos – por eso quiero proponerte algo
  • Esa enfermedad no suficiente con la guerra – dice lamentándose – pero dime, ¿de qué se trata?
  • Te había contado que tengo dos tías en Escocia – le dice captando su atención
  • Si lo recuerdo, pero no entiendo aun
  • Pasa que mi tía Esther necesita una enfermera de cabecera por algún tiempo, pensé en alguien apropiado y no se me ocurre nadie más que  tu – dice mirándola fijamente
  • Pero yo Frank – dice sorprendida – no podría, necesito volver y ver a mi familia, no dices que la enfermedad está fuera de control – dice excusándose
  • Si pero allá esta John y Sara quienes están al pendiente te lo aseguro, no pasara nada y en cuanto suceda algo podrás ir, te pido esto precisamente para que no estés tu en ese mismo peligro, si los medicamente y el tratamiento surte efectos, todo se controlara y bajara el nivel de riesgo – explica el joven
  • Necesito pensarlo Frank – dice apenada – es algo tan sorpresivo
  • Es por eso que te lo digo ahora, tienes suficiente tiempo para pensarlo, además yo te acompañaría una semana por lo menos – indica el rubio
  • Te prometo pensarlo, pero la idea de estar lejos de ellos sabiendo lo que sucede me angustia mucho mas – repone
  • Candy – dice tomando su mano cosa que causo escalofríos en la rubia – también quisiera hablar de otro asunto contigo
    La rubia sospechaba lo que pasaba, sin embargo no retiro su mano – dime que es lo que pasa – pregunta
  • En Nueva York yo te hable de mis sentimientos, entendí que necesitabas algo de tiempo, también entendí que no te era del todo indiferente – dice mirándola fijamente
  • Frank – dice nerviosa y moviéndose en la silla – eres un chico muy valioso, cualquier mujer se sentiría halagada por tus palabras y tus sentimientos – dice la rubia al momento que el galeno la interrumpe
  • Cualquier dama pero tu Candy – dice mirándola a los ojos
    Candy no pudo sostener la mirada – Discúlpame Frank, en mi tienes una amiga, pero no creo poderte amar como tú lo mereces – dice bajando su mirada
    Frank sintió un dolor en su pecho, aquello era más que una puñalada – Perdona, no debí hablarte de mis sentimientos una vez más – dice retirando su mano
  • Perdóname tu, debí ser muy clara contigo desde el primer momento, pero sucede que te estimo como amigo, siempre me has ayudado – dice la rubia tratando de animarlo un poco
  • Y te ayudare cuantas veces pueda, no lo dudes – dice un poco más tranquilo – gracias por entenderme, será mejor que volvamos a nuestras ocupaciones – indica
  • Claro, pensare en lo de Escocia – dice la rubia poniéndose de pie y saliendo del consultorio
  • Nos vemos – murmura y la observa hasta que cierra la puerta tras sí, la rubia se sentía incomoda con la situación, pero Frank se sentía destrozado, en ese lapso de tiempo no logro conquistar un poco de aquella dama, sin embargo el Destino para Frank era mucho más diferente a lo que él hubiera planeado.
     
    En Chicago por la mañana Alice tenia los dedos de las manos y pies morados así como sus labios, la fiebre no cedía y cuando tosía la flema venia acompañada por coágulos de sangre, Paty no había dormido en toda la noche, los dos niños que habían enfermado empezaban a presentar fiebre, seguía dando la dosis que John le había administrado, sentada a un lado de la pequeña, no podía evitar que sus lagrimas brotaran sin poder hacer nada para evitar esa enfermedad. Por la mañana las religiosas revisaron nuevamente a todos los niños, pero ninguno presentaba síntomas parecidos, como había prometido John llego para revisar a los pequeños- Como paso la noche- pregunta cuando esta junto a Alice
     
  • Mal – dice  tristemente la maestra
    Luego la revisa percatándose que el avance de la enfermedad había afectado sus pulmones – no  entiendo porque avanzo tan rápido – murmuro
  • ¿Qué pasa? – pregunta  temerosa – lo  que sea dímelo
    La mira angustiado y niega con la cabeza – no  creo que pase esta noche – le  dice tristemente
    Paty rompe en llanto ante la noticia – no  es justo es apenas una niña – dice  conteniéndose para que la niña no la escuchara
  • Ven – le  dice apartándose de la cama
    La maestra asiente y lo sigue fuera de la habitación – Sus  pulmones están muy afectados, el virus fue muy agresivo
  • Pero es que no es justo – dice  entre sollozos – Alice no…
  • Su cuerpo estaba muy débil por eso la ataco tan agresivamente el virus, deben estar preparadas para cualquier cosa – le  dice seriamente
  • Es que no es justo, tenía toda la vida por delante – dice  sin poder contener mas el llanto
  • Lo siento Paty, no sé qué decirte se lo mucho que quieres a los niños – dice  consternado
  • Me quedare con ella hasta el último minuto – dice  limpiándose las lagrimas
  • Toma todas las precauciones lo entiendes – le  dice el joven
     
    Paty asiente con la cabeza y regresa al lado de la pequeña, así permaneció el resto de la tarde sin separarse un solo minuto de ella, cuando cayó la noche la pequeña  tosía con más frecuencia, se le dificultaba respirar y estaba casi agonizando, a pesar de los esfuerzos de la joven maestra por cuidarla, nada se podía hacer. Poco a poco el cansancio venció a Paty quien había permanecido casi dos días sin descanso, se quedo tumbada al lado de la pequeña, sin percatarse de que Alice moría lentamente sumiéndose en un sueño que le paralizo su corazón.
     
    A la mañana siguiente Paty despertó y miro a la niña inmóvil, toco su mano llamándola por su nombre pero no respondía, en ese momento sintió un dolor en el pecho al ver a la niña que yacía sobre la cama, la Srita Pony llegaba con los alimentos cuando vio a Paty afligida sobre el cuerpo de la pequeña.
  • Paty , pero ¿qué pasa? – pregunta  temerosa
    La joven maestra mira a la Srita. Pony con sus ojos llorosos – ya  está descansando, su agonía ha terminado – le  dice con la voz entrecortada
    La mujer rompe en llanto y se posa sobre la cama, Paty camina hacia afuera tratando de mantener la compostura – es necesario avisarle a John, tenemos que buscar a Tom, necesitamos prepararla para sepultarla – dice  limpiándose las lagrimas que no cesaban de caer de sus ojos.
  • Está bien hija, iré a avisarle a la Hermana María – dice  la mujer aun llorando
    Paty como pudo corrió las sabanas para que los otros niños enfermos no vieran lo que había sucedido, luego se dirige a ellos y los revisa, la maestra aunque se sentía cansada no  paró hasta que llegaran la Hermana María con Tom y John, continuaba sentada al lado de uno de los pequeños – que  pasa Paty porque tienes los ojos rojos
  • Nada Alfred, es solo que no dormí muy bien – le  dice sonriendo
  • Ya quiero salir a jugar – dice  el otro pequeño
  • Aun no – dice  Paty – necesitan  reposar más tiempo para que se recuperen por completo
  • Paty, porque se te salen las lagrimas de los ojos – pregunta  Alfred
  • Es que debió metérseme una basura – dice  excusándose
    Por fin volvieron las religiosas, Tom se veía triste y cuando llego con Paty la abrazo fuertemente – Cuanto  lo siento Paty – le  dice al oído
  • Lo sé – dice  con tristeza
    El joven médico venia tras Tom – Paty , tienes que ser fuerte – le  dice con firmeza
    La joven asiente con la cabeza – es  necesario sacarla no puede estar aquí con los niños
  • Si – dice  el doctor – deberán  quemar las sabanas y desinfectar – le  dice con seriedad
  • Entiendo -  dice  Paty tratando de mantener la compostura
     
    Dos hombres del pueblo vinieron a ayudar a regañadientes para el sepelio de la pequeña y las religiosas junto con Paty prepararon a la pequeña para el sepelio, envolviéndola en mantas, Tom ayudo a sellar el ataúd, por la tarde la enterrarían dadas las circunstancias de la enfermedad que padeció, Paty empezaba a experimentar escalofríos por su cuerpo, sin embargo no presto mucha importancia, cuando se llevo a cabo el sepelio y todos empezaban a retirarse la joven maestra quiso quedarse un momento a solas frente a la tumba de la pequeña, todos los demás regresaron al Orfanato, John volvió a revisar a los niños para asegurarse que estaban mejor.
     
    Algunos momentos pasaron y la joven maestra no regresaba, John se despedía para volver al hospital, pero antes de irse fue a buscar a Paty, al irse acercando miro que estaba tirada sobre la tumba de la niña, pensó que aun seguía afligida sin embargo conforme se acercaba se dio cuenta que la joven estaba inconsciente, corrió rápidamente angustiado – Paty – decía  asustado – Paty  que tienes -  cuando  la reviso se percato de que estaba hirviendo en fiebre – Por  Dios tu no – repetía  en lo que la tomaba en sus brazos rumbo al Orfanato, al llegar las religiosas le indicaron la  habitación para atenderla
     
  • Hermana María mantas agua, por favor – le  dice a la anciana mientras la llevaba en brazos
  • Enseguida – la religiosa sale rápidamente a buscar todo lo necesario
  • Le daré los medicamentos – dice  John nervioso
  • Claro – se  retira la Srita. Pony – que  pasara con ella
  • Se recuperara – dice  el doctor con esperanza
    En ese momento llega la Hermana María y de inmediato comienzan a atender a la maestra quien estaba inconsciente y respiraba con dificultad. El joven doctor sentía impotencia al ver a la joven tan débil, algo en su corazón había sido tocado, en realidad no quería que ella sufriera pero lo único que podía hacer es esperar a que los medicamentos surtieran efectos en ella. Cuando hubo terminado se retiro para hablar con las religiosas.
  • No entiendo cómo es que su cuerpo soporto tanto para que el virus la atacara, lo más probable es que se haya infectado cuando ayudo a la joven que llevo al Hospital.
  • Nunca se quejo de malestar – dice  la anciana – siempre  se vio fuerte y por mas que le pedimos que descansara se negó
  • Tal vez el agotamiento le bajo las defensas y se puso mal de repente, seguiremos con el tratamiento – dice el joven
  • Si John nos ha ayudado tanto que no sabemos cómo pagarle – dice  la religiosa
  • No diga eso, la salud es lo primero,  yo regresare al Hospital solo para avisar que estaré aquí atendiendo un brote de influenza
  • Pero como va a descuidar su trabajo – dice  apenada la anciana – nosotras  nos encargaremos se lo aseguro
  • No – dice  seriamente – me  quiero quedar con ella, yo la atenderé
    La anciana se sorprende ante la revelación del joven, sin embargo la religiosa no entendía – No  John le aseguramos que estará bien atendida, usted debe continuar con sus otros pacientes – dice  la Hermana María
  • Hermana – le  dice la Srita Pony – porque no me acompaña a la cocina antes que se retire el joven para preparar la cena de los niños
  • Si está bien Srita Pony – contesta  un poco desconcertada
    Una vez que se encontraban en la cocina la anciana le hace ver lo que sucedía – Hermana  María – le  dice con seriedad – es  evidente que John no va a dejar sola a Paty, así que sería mejor no insistir demasiado
  • Pero ¿por qué? – dice  aun sin entender -  se   ha tomado demasiadas molestias con nosotras y realmente me apena no poder pagarle por sus servicios
  • Hermana – la  toma de los hombros – no  se da cuenta que el la quiere
  • Pero como – dice  sorprendida – yo  pensé que eran amigos
  • Si lo eran pero sucedió – dice encogiéndose de hombros – será mejor avisar al Señor Albert para que ponga un telegrama a la abuela Martha
    La religiosa asiente aun sorprendida – le diré a Tom que le avise
     
    Mientras en la habitación John aprovecho unos minutos a solas con la maestra, aun sabiendo que tal vez ella no lo escuchaba – Por qué Paty, porque tu – decía  apesarado – cuando  aprenderás a escucharme y a hacerme caso – continuaba  diciéndole – descansa  volveré pronto – se despide y sale una vez que la Hermana María estaba de regreso para atender a la joven.
  • Nos veremos más tarde hermana, iré a avisar al Hospital – dice  aun angustiado
  • Claro, yo me encargare – dice  

Antes que cayera la noche el joven doctor se encontraba de regreso, en el Orfanato no se hizo esperar la visita de Albert quien estaba al pendiente de la salud de la maestra sentado en una silla no paraba de mover sus dedos uno alrededor de otro, respiraba con dificultad y repetía constantemente el nombre de Stear cosa que a Albert no le sorprendió mucho

  • Albert qué bueno que estas aquí – dice el joven al verlo en la habitación
  • No podía dejarla sola no en un momento así, ya avise a su abuela Martha llegara por la mañana – agrega el rubio
  • Me alegra le ayudara saber que la gente que la ama esta cerca – dice el joven sin apartar la mirada de la maestra
  • Claro la gente que la ama – repite pensativo
  • Revisare a los niños – dice el joven dirigiéndose hacia el otro extremo de la habitación
    Albert entendía bien lo que estaba sucediendo, sin embargo en ese momento lo más importante era que los medicamentos reaccionaran favorablemente en la joven maestra, algunos minutos más permaneció en el lugar y luego se retiro.

Por la noche John atendía a la joven maestra que se encontraba inconsciente,  decía frases sin sentido, pero entre las palabras que decía mencionaba constantemente a Stear, el doctor sentía curiosidad, - ¿quién es Stear? – se  preguntaba, así continuaba poniendo mantas sobre la frente para bajar la fiebre y continuaba con el tratamiento homeopático, la tos no cesaba y su respiración se dificultaba produciendo un ronquido en el pecho, John no podía evitar sentirse impotente ante la situación, durante esa noche no paro de atender a la Paty, al verla sentía un dolor en su pecho algo que no se podía explicar un sentimiento que comenzaba a entender al verla, tan delicada e indefensa sobre esa cama, tomo su mano en un momento en que no pudo más y con lagrimas en sus ojos empezó a hablar – Paty que me has hecho, porque desde que te conocí entendí lo que era la felicidad, te necesito sana y te necesito a mi lado, no puedo evitar sentirme así cuando te veo tan frágil, Paty yo …. Yo te amo – al decir esto rompió en un llanto silencioso, se limpio las lagrimas y acaricio su blanca piel – Stear no te vayas – decía la joven, ahí estaba nuevamente delirando y repitiendo el mismo nombre. El joven doctor no quería siquiera imaginar lo que sus palabras significaban - ¿Stear? – repitió, era mucha su curiosidad sin embargo guardo sus pensamientos para después.

La mañana siguiente a primera hora Albert se encontraba en la estación del tren, de entre la gente que bajaba de los vagones distinguió la blanca cabellera de la abuela Martha, su rostro reflejaba preocupación y tristeza – Abuela – saluda el rubio

  • Señor Andley, gracias – dijo afligida
  • Vamos su nieta la espera – le dice animándola
     
    En el Orfanato John se encontraba aun dormido, el cansancio termino por vencerlo, estaba sentado sobre el piso a lado de la cama, ahí había pasado la noche velando el sueño de la maestra, al entrar la Señorita Pony no pudo evitar emocionarse al ver las muestras de cariño del galeno hacia Paty, pero se vio en la necesidad de despertarlo para que pudiera descansar un poco – Hijo – le dice la anciana – hijo será mejor que vayas a dormir 
    El joven abrió los ojos percatándose que ya había amanecido – ¿qué hora es? – pregunta
  • Casi las siete de la mañana – concede la anciana
  • Paty – dice mirándola – necesito revisarla antes de ir – dice poniéndose de pie, afortunadamente la fiebre había cesado un poco, aunque no había mejorado notoriamente la maestra sanaba poco a poco, al terminar sonríe un poco
  • ¿Cómo esta? – pregunta
  • Bajo la fiebre, respira mucho mejor y al menos ya no delira – dice más tranquilo
  • Yo me quedare con ella para que usted duerma – dice la anciana
  • Gracias – dice el joven retirándose hacia la cocina donde la Hermana María terminaba de preparar el desayuno.
  • Buenos días John – saluda la religiosa – puedes pasar al dormitorio de los niños para que descanses
  • Le agradezco, pero me sentará mejor una taza de chocolate – dice el joven
  • Claro con gusto – responde buscando una taza para servir el liquido
    A lo lejos se escuchaba la marcha de un coche, era Albert y la abuela Martha, tan pronto llegaron los pocos niños que se habían puesto de pie formaron una algarabía al ver que se trataba del rubio, al entrar John miro con curiosidad a la anciana dama
  • Buenos días – saluda el rubio – John ella es la abuela Martha
  • Es un placer señora – dice un poco confundido, estaba emocionado por conocerla pero a la vez triste por la situación
  • Abuela él es el Doctor Matheus quien ha estado ayudándonos constantemente
  • Mucho gusto – responde la anciana – quisiera ver a mi nieta – dice ansiosa
  • Venga conmigo yo la acompaño – dice el joven ofreciendo su brazo
  • Gracias – dice siguiendo al joven
    Apenas entraron a la habitación y la anciana rompe en llanto al verla sobre la cama – mi niña como es que te pudo pasar esto – dice sollozando
  • Señora, ella ha mejorado – la consuela – los medicamentos han hecho efecto en ella y mejorara se lo aseguro – dice el joven con certeza
  • Gracias es usted muy amable – dice respirando profundamente
  • Yo me tengo que retirar ahora – dice el joven cuando en ese momento Paty volvía a hablar sobre Stear distrayéndolos a ambos de su conversación, el joven doctor se quedo algo serio al escucharla
  • Mi niña – dice la anciana, luego mira al joven – Stear fue un amigo de ella, murió en combate – dice respondiendo la pregunta que se hacía John
  • No lo sabía, ella ha estado llamándolo todo este tiempo – dice el joven
  • Sufrió mucho cuando murió, todos sufrieron su pérdida – agrega la anciana
  • Bien no la distraigo mas, me tengo que retirar ahora, regresare por la tarde
  • Gracias es muy amable de su parte – dice la anciana

John se despidió de todos y se retiro a su casa para descansar un poco, pensaba constantemente en lo que supo sobre Stear – un amigo – repetía – tal vez un amigo por quien sentía algo especial – pensó, continuo con su camino y al llegar a su departamento se dispuso a dormir, se sumió en un profundo sueño en donde veía a Paty corriendo por la pradera del Orfanato, el iba tras ella y la joven maestra seguía corriendo, corría tan rápido que no lograba alcanzarla, a lo lejos un joven la esperaba y tomados de la mano los perdía de vista, John gritaba con todas sus fuerzas pero la joven maestra no lo escuchaba, en ese momento John despertó repentinamente su corazón estaba acelerado – Paty – repitió -  Paty – volvió a decir, ahí se quedo el joven tumbado en la cama pensando sobre todo lo vivido anteriormente, con un sentimiento en su corazón que no lo dejaba en paz.